#RutasConHistorias: Los Pozos de Ayacucho, San Juan de Colón

Publicación, Rutas con Historias

  Por Yoser Linares @yoserlg2   La ciudad de las palmeras, zona fronteriza, tierra agrícola y de recuerdos indígenas. 29 de noviembre de 1831, San Juan de Colón su capital. “Cuna de heroicidad, con San Félix un pueblo que hace historia, y San Pedro un rinconcito colonial”. Aquí “nuestras etnias dejaron un legado”. A ambos lados de la carretera Panamericana con sus paisajes: montañas con forma de volcán, quebradas para darse un chapuzón, senderos por explorar. Ayacucho, paraíso inmortal. Extendido en dos ambientes naturales diferentes a las montañas andinas del estado Táchira, se encuentra el municipio Ayacucho. Su capital está ubicada en una

  Por Yoser Linares @yoserlg2  

La ciudad de las palmeras, zona fronteriza, tierra agrícola y de recuerdos indígenas. 29 de noviembre de 1831, San Juan de Colón su capital. “Cuna de heroicidad, con San Félix un pueblo que hace historia, y San Pedro un rinconcito colonial”. Aquí “nuestras etnias dejaron un legado”. A ambos lados de la carretera Panamericana con sus paisajes: montañas con forma de volcán, quebradas para darse un chapuzón, senderos por explorar. Ayacucho, paraíso inmortal.

Extendido en dos ambientes naturales diferentes a las montañas andinas del estado Táchira, se encuentra el municipio Ayacucho. Su capital está ubicada en una pequeña meseta, según vista por primera vez en 1548. Este lugar se ha transformado en un pueblo con aires de ciudad pues abundan los comercios alrededor de la plaza Bolívar. Quien vaya directo a Colón, tal vez afirme que hay poco por hacer allí. Sin embargo, Ayacucho guarda varios lugares para compartir con la familia; para los más aventureros, el deporte extremo también se encuentra en la zona. Visitar el municipio debe hacerse entonces por cada una de sus tres parroquias. El recorrido puede iniciar de distintas maneras, pero la autopista San Cristóbal – La Fría es la mejor guía tomando algunos desvíos.

Quien parta desde la ciudad de cordialidad encontrará dos zonas de acceso para dirigirse a la ciudad de las palmeras. Michelena, por la parte alta; y Lobatera, por la parte baja. En descenso por leves curvas, luego de pasar el poblado de Lobatera, la carretera se amplía en un paisaje semidesértico de montañas desnudas con pequeñas aberturas y estratos. Allí predominan los matorrales y plantas espinosas. En la carretera se pasan algunos puentes, en ocasiones desapercibidos. Tal vez y falta uno, por las noches. Un canal de desvío hacia la derecha debe tomarse, pues antes de llegar a Colón se debe conocer la famosa joya colonial del estado Táchira.

Calles de piedra por San Pedro del Río

Luego de pasar por debajo de otro puente, aparecen dos direcciones: la de la izquierda dirige a El Vallado con vía a Ureña; la de la derecha a la primera parroquia de Ayacucho, San Pedro del Río. Conocido anteriormente como aldea Río de Las Casas, este lugar se conserva luego de algunas remodelaciones y ahora es zona de interés para el turista. Calles de piedra, casas con fachada colonial, y varios servicios hacen al pueblo acogedor con su gastronomía; por ejemplo, en el Restaurant La Casona de Los Abuelos, o la Dulcería Ramírez. Todo sin dejar de comprar artesanías en locales como Artesanías «Los Morales» o Artesanías «Los Alafareros».

Allí, La plaza es el centro de reunión, para los que van solo por un trago en la Bodega La Perla de la esquina; para los niños, en el Paseo La Chirirí de las cabalgatas a caballos pueden disfrutar cerca de la quebrada La Chirirí que dio origen al nombre del pueblo.

Este tradicional espacio se ha ganado su buena fama, pues termina siendo la opción más común para los viajes cortos de fin de semana. Algunas cosas se recuerdan como la quema de pólvora; mientras tanto, el Dr. Carlos Mora es el encargado de narrar historias con algunas vivencias en su libro «Evocando el recuerdo. Historia de mi terruño San Pedro del Río». Luego de recorrer las pocas calles pareciera que todo acaba pero ¡no es así!, detrás de la iglesia San Pedro Apóstol la ruta debe continuar con sus pozos, cascadas, y cuevas.

Pozo Azul de Las Adjuntas

Empieza el ascenso, las calles de piedra se abandonan para comenzar por cortas cuestas, ya San Pedro del Río se observa desde arriba e incluso la meseta donde está San Juan de Colón. Así se comienza la dirección a la aldea Los Palmares. En el lugar se observan casas rurales en abandono, y otras habitadas con sus perros y gallinas. Desde esta vía se puede hacer un recorrido de trekking al Cerro El Morrachón con su forma de volcán. Ahora, sin salirse de la vía principal se podrá encontrar el pintoresco mural con el nombre: Centro Turístico Pozo Azul. Allí, una bodega se encuentra con otra área para el juego de billar; varias personas que pagan a operadoras turísticas llegan para cambiarse y empezar la aventura con el canyoning, pues cerca de la bodega está el sendero hacia la quebrada Cueva Helada.

Desde la bodega entonces, al bajar por un pequeño solar (parte trasera de la casa), se va a la Cueva Helada. Aparecen algunos pozos de poca profundidad usados por algunas familias aledañas al sector para disfrutar del sol, y preparar alimentos en fogones improvisados. Caminando quebrada abajo se observan pequeñas caídas de agua. Todas funcionan para la práctica del deporte extremo ya sea barranquismo o canyoning. La cascada La Niña parece ser la más alta. Así se puede transcurrir el día, aunque es necesario tener precaución en la visita pues ya han ocurrido muertes por imprudencia al caminar donde no se debe.

De regreso, se puede continuar por la vía para ir a otros pozos. De manera que, al llegar a un sector más habitado, donde se encuentra una capilla, se puede preguntar la dirección al pozo Azul de Las Adjuntas, llamado así porque el río El Riecito que lo vierte nace de la quebrada Grande y la quebrada Cueva Helada. De esta manera, se forma el profundo pozo colorido de agua fresca. Para llegar a él debe caminarse entre senderos e incluso por una enorme laja. Cercano al pozo, más abajo, brotan las “aguas azufradas”. Cabe decir, que en esta zona hay varias rutas alternas a los pozos azules.

Cerca también se encuentra el pozo Venteadero con su ejemplar salto de agua. Diferentes aldeas rurales se distribuyen por la zona e incluso con dirección a Colombia se puede ir pero no es la intención esta vez. Continúa la visita a San Juan de Colón al cual se puede llegar por la aldea El Peronilo (por allí hay un cuento del mono de la quebrada Blanca); sin embargo, para que no haya extravío lo mejor es regresar de nuevo a San Pedro del Río. Si es muy tarde, Posada Mi Vieja Escuela, Rancho Don Sinfo, o  Posada El Balcón con su piscina pueden servir de hospedaje.

Tomando el camino antiguo a San Juan de Colón o mejor el retorno a la Panamericana, con dirección norte, aparece la Tasca Restaurant El Paisa y un pequeño monumento para indicar los números de servicio de grúa. Continuando, se debe pasar por una gran abertura donde las paredes de sedimento se cubren de mallas para evitar los deslizamientos de rocas. Al continuar, se divisan algunas viviendas sencillas con aspecto de asentamiento irregular. Más adelante en la vía principal, para entrar a la capital del municipio se debe ir por la Avenida Luis Hurtado Higuera.

La ciudad de las palmeras, San Juan de Colón

En la avenida se encuentra la plaza El Educador, algo deteriorada, adaptada con grafitis y usada para algunas acrobacias en patineta. Cerca el IUT (Agroindustrial), extensión de la zona norte del Táchira; y el Hospital Colón. Al finalizar la vía principal se encuentra el cementerio municipal de Colón: un espacio para el historicismo. Almas milagrosas, la pierna encantada o historias de ultratumbas son escasas en el llamado cementerio de San Juan de Lobatera pero en cuanto a los monumentos funerarios puede decirse otra cosa, ya que son considerados Patrimonio Cultural Monumental. Estas estructuras arquitectónicas: túmulos, templetes, cipos…, fueron construidas por familias fundadoras, la mayoría pertenecientes según Samir Sánchez “a la primera inmigración intensiva europea en tierras tachirenses, que se dio a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Familias españolas, italianas y francesas como los Anselmi, Sardi, Mazzei, Cazabone, Cardi, Segnini, Paolini, Giusti, Maget, Guglielmi, Pasci… Estatuas en mármol, lápidas epigráficas, y estilos neoclásico y ecléctico que reúne detalles del arte clásico, gótico y barroco se pueden apreciar tan solo al borde de la línea central que atraviesa este cementerio levantado en 1852”.

Retomando el recorrido, dentro de la sencillez queda por comentar otras cosas. En San Juan de Colón, está el Hotel Las Palmeras con su piscina. Además, hay varias plazas. Un poco de historia en la Plaza Sucre, y se entiende el por qué este municipio recibe el nombre de Ayacucho. Bajo relieve, figuras ilustrativas homenajeando la batalla de Ayacucho: “La obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta y su ejecución divina. Ayacucho, es la desesperación de nuestros enemigos. Ayacucho, semejante a Waterloo, que decidió los destinos de la Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas” indica la placa en la estatua ecuestre del Gran Mariscal de Ayacucho.

Por esta plaza se ven algunos comercios y se observa el mercado. Como dato interesante, frente a la plaza está la Escuela Francisco de Paula Reyna con  la piedra del mapa, la cual conserva un mitograma exclusivo de figura femenina; puede significar el nacimiento de algún Dios o personaje importante. También “serpientes enrolladas y comenzando a desenrollarse, caras de indios” son algunos de los pictogramas que se aprecian en  el monumento. Además, se comentan historias relacionadas con la avaricia durante el gobierno de Eustaquio Gómez y un posible tesoro que oculta la piedra. Finalmente, este petroglifo “es una de las pocas reliquias que tenemos de nuestros antepasados los indios Chinatos de la tribu de los Caribe” así relata el antropólogo Anderson Jaimes. Todo lo anterior es una muestra, de la importancia de los petroglifos, y en el municipio Ayacucho hay varios.

Aún en el casco central, por la carrera 8 la Casa de la Cultura «Pedro Antonio Ríos Reyna» es el espacio donde niños y jóvenes se nutren de arte y música. El nombre del lugar se debe al músico y cultor Ríos Reyna, quien formó parte de la Orquesta Sinfónica de Venezuela e hizo del violín su instrumento de enseñanza. Las instalaciones un poco descuidadas llevan en sus pasillos varios cuadros recordando eventos importantes de la ciudad de las palmeras y en otras regiones del país.

Ahora por la iglesia San Juan Bautista, “el Santo que todo lo da”. San Juan, patrono del municipio tiene junio como mes de celebración para los ayacuchenses. Al frente de la iglesia se halla la plaza Bolívar adornada con plantas aracáceas. Sin embargo, “se acaban las palmeras en San Juan de Colón” menciona Daniela González indica que “al pasar de los años se secan o el viento las tumba. En la Plaza Bolívar ya han dejado de existir más de 10 palmeras; en la Plaza Sucre se han caído 5, cada día es más escasa la vegetación que queda en este lugar. El chaguaramo (roystonea oleracea) es símbolo de abundancia para el municipio, en su bandera aparece en el centro rodeado de dos ramas de laurel indicando: “triunfo, victoria, grandeza y poder”.

Luego de historia y cultura, se retoma la aventura pues en el mismo poblado hay rutas por descubrir. Otras zonas como la cascada La Cúspide, la cual tiene un difícil acceso pero por su altura merece ser visitada. Son varios los puntos de referencia deben pasarse para llegar a la cascada, en el siguiente orden: las casa de los Guardias Nacionales, el almacén de las bombonas de gas, la bodega «Los Teodoritos» o el llenadero de agua San Juan, todos ubicados cerca en la aldea Paraguay. “No hay perdida” después de encontrar el puente que comunica con la parte baja de la aldea se inicia la caminata. Al final vistas panorámicas del pueblo se observan en esta ruta de montaña.

Es interesante saber cómo aún continúan los sistemas tradicionales para la recolección del agua. A pesar que Hidrosuroeste es el encargado de distribuir al agua potable. En sectores de Colón se cuenta con aguas rurales, Paraguay es uno de ellos sin olvidar La Colorada y La San Juana. Así a 1.128 m.s.n.m. aproximadamente se encuentran algunos canales rurales, diques de captación y demás obras.

Retomando detalles, lo natural de este sendero y sus verdes coloridos. Varias frambuesas silvestres por el camino, con suerte la tarántula andina (xenesthisimmanis), y algunas nacientes de agua hacen esta ruta algo diferente. La cascada La Cúspide se encuentra dentro de un bosque lluvioso tropical, así el municipio Ayacucho deja un lado las montañas andinas para introducirnos en la selva húmeda; sí, como si se estuviera en el Amazonas. Sigue el sendero. Algunas aldeas cercanas, y cerros conocidos por la mayoría que vive allí: cerro La Colorada, cerro Los Loros, cerro La Urbina, o cerro El Blanquizal. Algunas escuelas, fincas -bien levantadas-, casas rurales modestas pueden encontrarse en el camino que va perdiendo forma a medida que se avanza.

Al fin, se consigue la cascada La Cúspide con casi 100 metros de altura, es considerada hasta el momento la caída de agua más alta en el municipio Ayacucho, la Gran Sabana de los Andes tachirenses. Naturaleza virgen le llaman algunos. No puede faltar un baño aunque el agua es fría, y las piedras babosas. Todo esto se esconde en algunos senderos. El camino continúa, incluso se puede subir hasta la caída de agua. Sin duda, el lugar es misterioso por lo poco transitado, y por sus encantos que conectan con el Cerro La Urbina así relata el señor Gustavo Hevia. Todo es un buen ejemplo de los lugares que esconde la naturaleza. Ahora, para los que buscan ir a lugares más cercanos la quebrada La San Juana puede ser opcional. Así termina todo por la capital pero con dirección a la zona norte queda la última parroquia de Ayacucho.

Se despide la capital Considerando la autopista San Cristóbal– La Fría hacia el norte. De nuevo tramos por la montaña con algunos locales como el Desarrollo Turístico Mi Viejo San Juan. Cercano a él, otra ruta para balnearios naturales como Pozo Tobogán. Siguiendo el kilometraje un aviso informa algo importante: Aquí inició la construcción de la carretera central del Táchira. “Primer eslabón de la rehabilitación gomecista (1910-1914)”. Continuando se encuentra la división de la carretera vieja, a la derecha; y la de la autopista, a la izquierda; la cual debe tomarse. Al margen aparecen algunas casas, con venta de frutas como el mamón o el zapote; mientras que otras adornan por completo su fachada, con utensilios elaborados en aluminio. Al finalizar la leve pendiente entre curvas la vía se amplía, y se observa una redoma muy pequeña a la derecha.

En la historia San Félix con su Gran Ferrocarril del Táchira

San Félix pueblo que hace historia nació  de la mano del Ing. Loinas Sucre quién trazó las primeras calles. Conocido anteriormente como Cara e’ Perro, por la forma topográfica que tiene la meseta donde se ubica, San Félix crece y queda en el olvido con la historia del Gran Ferrocarril del Táchira. Hoy, solo quedan algunos recuerdos físicos: un vagón, la última estación Táchira, y la línea del tren compuesta por un túnel y varios puentes. La cercanía a la Panamericana, y el paso constante de motos hacen ver a este pueblo un poco inseguro para el visitante; sin embargo, con precaución, pueden conocerse algunos balnearios como los pozos de San Félix, las aguas azufradas, y conversar si se corre con la suerte con algún trabajador o historiador del antiguo ferrocarril.

Así de sencillo es San Félix, en toda la entrada del pueblo hay una caja de cristal conservando la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de la parroquia Rivas Berti por lo que el nombre de San Félix, mártir africano, sólo fue un favoritismo personal del Mons. Tomás Antonio San Miguel que cambió la toponimia de Cara e’ perro.

Si se desea conocer el túnel del ferrocarril, cerca está el balneario de San Félix. Tal vez no sea el favorito de muchos pero para los días de calor es favorable llegar al lugar. Algunos kioscos deteriorados son las marcas de las fuertes crecidas. “Este lugar era más bonito, tenía varias casitas para la venta de comida pero el río se las llevó”, comentó una sra. que vive en una de las casas a orilla de la autopista donde se aparece la mujer de negro. Personajes como Doña Zoila Martínez de Castro, el Dr. Leonardo Ruiz Pineda, y Mons. Miguel Antonio San Miguel por nombrar algunos atravesaron el modesto túnel de montaña de 36 metros, hoy solo es refugio de animales nocturnos. Túneles, puentes, alcantarillas aún se encuentran como leyenda viva del Gran Ferrocarril. “Huella imborrable de un pasado histórico que traspasó frontera” indicó Alexandra Torres.

Referente al ferrocarril, en su antigua estación convertida en Escuela Bolivariana San Félix, pequeñas piezas han sido encontradas por pescadores recordando a la antigua máquina que levantó al pueblo, que permitió mayor comunicación de San Cristóbal con el exterior, que aceleró el crecimiento económico. Así los viajes a lomo de mula cesaron, y las entradas/salidas con pasaporte a Colombia disminuyeron.

1913 es el nacimiento de la locomotora en el Táchira, Pedro Nolasco, y sus tierras; Benito Roncajolo, y sus familiares; accionistas de localidades vecinas; y obreros (maquinistas, carboneros y cargadores de leña) dieron vida a los aproximados 119 km de la máquina de vapor desde Encontrados pasando por La Fría– El Guayabo (estaciones intermedias), y por Calvario, Valderrama, Laureles, Sal de Reyes, Orope, San José, (estaciones secundarias) hasta la estación central del Táchira: San Félix. Ese era el recorrido del ferrocarril por encima de muchos ríos: La Blanca, Uraca, Lobaterita, y atravesando las montañas tachirenses.

Se construyó con el tiempo la reconocida autopista para culminar la Troncal 01, y la visión futurista de llevar el ferrocarril hasta San Cristóbal quedó en el olvido. El final de funcionamiento: 1955. Así cuentan Hernán Hernández y la señora Margot Escalante. Más de 100 años han pasado, algunos tramos del ferrocarril permanecen visibles. Lamentablemente no se pensó conservar este medio de transporte para fines turísticos: conocer el funcionamiento del tren, pasear en él y entender la importancia del comercio son algunas ideas. Solamente se puede revivir la historia junto a sus personajes y graves acontecimientos: accidentes, robos, muertos, ¡todo ocurrió! A través de la tradición oral de los que trabajaron para la compañía, de los que escucharon cuentos sobre lo que pasó en los vagones, y de los que hoy aún se interesan sobre el Gran Ferrocarril del Táchira: nervio motor de la economía tachirense.

Así, ya para la salida del municipio algunos tramos de la autopista están constituidos por puentes para pasar ríos. El paso de vehículos no es el único uso que tienen estas estructuras, por ahí cerca balnearios como Primer Puente y 5 puentes o el Pozo del Amor donde algunos se dan un salto al agua mientras que otras personas practican el rapel: operadoras turísticas ofrecen cursos básicos para aprender sobre el ascenso y descenso en cuerda. Finalmente, así termina todo por Ayacucho con su extensión de 484 Km2 de superficie, un municipio frontera de 26 aldeas agroturísticas con diferentes balnearios, solo es cuestión de preguntar y caminar un buen rato bajo el sol de los andes tachirenses para llegar a los pozos azules de Ayacucho.

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