Lolita Robles de Mora: La presencia de la tradición oral en sus «Leyendas del Táchira»

Literatura, Publicación

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Por Anderson Jaimes R.
Museo del Táchira
(Fotografías: José Ángel Mora)

El pensamiento burgués, predominante en la época de la modernidad y contemporaneidad de nuestros pueblos, ha dicho que la “verdadera” literatura es aquella que responde a modelos foráneos. Especialmente a los inspirados a partir de cierta conexión con la producción escrita del siglo XIX francés y las vanguardias de principios y mediados del siglo XX. Esta forma de entender la literatura entra en conflicto con los géneros que remiten a lo popular. Una mentalidad que mira a Europa y los Estados Unidos con toda la intensidad, sin ser capaz de ver su propio suelo. La leyenda es uno de esos géneros considerados como “inferiores”. La leyenda popular, al contrario de lo que se ha dicho, es un género dotado de grandes virtudes. En él se pueden contar las particularidades de las lógicas de una sociedad o grupo humano, desde la palabra viva de esos pueblos.

Inspiradas en teorías de la antropología cultural, hoy superadas pero activas en aquel momento, Lolita Robles de Mora realiza una novedosa valoración a la memoria oral del pueblo tachirense. Una actitud que parte de un estar consiente que la recopilación de esas narrativas, salvarían del olvido este importante elemento de la cultura popular de la gente de esta región andina. Son varios los aspectos que conforman la oralidad tachirense que se encuentran presentes en sus obras. El habla tachirense aparece insinuada en su condición campesina, en la conservación de varias palabras propias de nuestra gente y especialmente en los nombres propios de los protagonistas de esas historias y en la toponimia que marca la geografía de las narraciones. Y el refranero popular, presente especialmente en los diálogos de sus personajes. Estos cuentos y narraciones recuperadas paciente y dedicadamente por la autora, han sido vaciadas sobre un lenguaje popular actual y citadino, con miras a conquistar el interés de las nuevas generaciones. Sin que esto signifique el olvido de las costumbres regionales, los trabajos y objetos más característicos.

Sus leyendas se han construido desde las narraciones históricas originadas a partir de testigos, a partir de los acontecimientos ocurridos en el pasado que han sido transmitidos de padres a hijos y de las narrativas propias de la región. En estas últimas podemos ubicar aquellas referentes a encantamientos, a brujas, animales y seres humanos. Ellas han generado, en su obra, esos relatos referentes a apariciones, seres sobrenaturales y espíritus. Relatos de hechos acaecidos que encuentran una explicación sobrenatural. Y relatos explicativos. Esta herencia de la memoria del pueblo parece provenir de cuatro fuentes fundamentales que sirven como elementos estructurales de esas historias: la mitología andina, la picaresca española, la literatura clásica europea (especialmente las creaciones populares del siglo de oro español) y la tradición judeo cristiana.

Lolita Robles de Mora comprendió muy pronto que lo popular no puede ser visto como algo que hay conservar tal cual. Que difundirlo así sería como mostrar la foto de algo que estuviera muerto y consumado. Al contrario, la oralidad es algo que está vivo y en permanente transformación, por ello la contribución que se espera es la de su estímulo, desarrollo e innovación. Esto es lo que significa “mantener”.

Se puede disentir de sus métodos, sus abordajes, su construcción e incluso del mismo resultado final. Pero nunca se podrá negar que Doña Lolita logró traer al presente, interesando en ella a las nuevas generaciones, parte de la memoria tachirense contenida en esas narraciones. Y es que la memoria es algo más profundo que una fidelidad al pasado. Por ella ha logrado contar a la sociedad de hoy narrativas del pasado de una manera que atrapa al joven lector, lo cautiva y estimula a hurgar más en esas oralidades que tiene en su hogar y en su comunidad. Su obra tiene la gran virtud de rescatar la palabra en este mundo contemporáneo, que atraviesa un momento histórico – cultural – mediático, que intenta aniquilar la conciencia lingüística. Un tiempo que parece destinado para la esclavitud laboral, informática y consumista. Lolita nos ayuda a redescubrir la energía de la palabra, clave de conocimiento, placer y conciencia de nuestro ser tachirense.

Tucapé 27 Julio 2022.

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