Las kuitas del hombre mosca (Reseña)

Literatura, Publicación

Las kuitas del hombre mosca Eduardo Liendo Otero Ediciones (2005) “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. Así, sin rodeos innecesarios, Franz Kafka nos presenta la historia de La metamorfosis. El insecto en el cual se transforma el protagonista es siempre un enigma para el lector, por cuanto nunca se especifica qué tipo de insecto es el que protagoniza el relato. Kafka no lo define puntualmente, Eduardo Liendo sí. Las kuitas del hombre mosca se presenta como una novela con marcada influencia del relato kafkiano,

Las kuitas del hombre mosca

Eduardo Liendo

Otero Ediciones (2005)

“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. Así, sin rodeos innecesarios, Franz Kafka nos presenta la historia de La metamorfosis. El insecto en el cual se transforma el protagonista es siempre un enigma para el lector, por cuanto nunca se especifica qué tipo de insecto es el que protagoniza el relato. Kafka no lo define puntualmente, Eduardo Liendo sí. Las kuitas del hombre mosca se presenta como una novela con marcada influencia del relato kafkiano, y en esta oportunidad, desde el título se especifica la criatura que tejerá la trama de la novela: una mosca como alter ego del vendedor de enciclopedias Temístocles Pacheco.

La transformación del personaje ocurre de manera distinta a la de La metamorfosis, Temístocles presenta progresivamente extraños síntomas que conllevan a que su cambio ocurra casi de manera inmediata, pero extrañamente ese cambio de homo sapiens a mosca sapiens solo es visto por él, principalmente, ya que algunos niños y vagabundos de la calle son también capaces de evidenciar su apariencia de insecto gigante; por demás, el ciudadano común observa a un hombre corriente, con un morral en la espalda, que en nada se diferencia al ciudadano caraqueño, porque es Caracas (Karacas, según Liendo) el escenario de las aventuras y desventuras del protagonista de Las kuitas del hombre mosca. Pero no solo la historia del vendedor de enciclopedias se narra en la novela, una relación que se enmarca exclusivamente en el contexto de la ciudad unirá en medio del caos de la metrópoli las fechorías llevadas a cabo por la banda delincuencial del Báquiro, peligroso antisocial caraqueño residente en la barriada de Palo Arriba. Dos historias que solo se rozarán en el extrarradio de la capital venezolana.

Ahora bien, sobre la transformación de Temístocles Pacheco vale decir que es causante de un drástico cambio en su rutinaria vida: la temporal pérdida de su amada AnamarKintana ante el miedo de que descubra su nueva identidad; el desmejoramiento de sus labores como vendedor de la Enciclopedia Univermundo (la que más sabe), y, además,las dudas de su propia identidad. De esta manera, Temístocles se debate entre aceptar su nueva apariencia, conocer sus nuevas habilidades moscosas y tratar de buscar respuestas a lo que le sucede. Terminará por asumir como destino el extraño suceso que atraviesa y vivirá así no solo las cuitas sino también las aventuras y ventajas de ser un hombre mosca.

Por otra parte, las acciones delincuenciales del Báquiro presentan una cara de la novela que se impregna de violencia, de inseguridad, de drogadicción, prostitución e incluso corrupción de medios de seguridad del Estado, sobornados por el jefe de la banda y partícipes de muchas de las canalladas llevadas a cabo por los delincuentes. El cambio de lenguaje en la narración de los acontecimientos de estos personajes es evidente, y se carga de la jerga propia de las barriadas caraqueñas, de modismos de los criminales y vendedores de droga, todo esto narrado de manera omnisciente, pero en paralelo se presenta un narrador protagonista: Temístocles redacta y nos cuenta lo que escribe en su diario de caligrafía moscosa, donde se propone dejar testimonio per se de la transformación que vive.

En medio de las dos historias, se desarrolla además la construcción de una biblioteca pública en la localidad de Palo Arriba, en plena barriada, la Biblioteca Pública Girasol. Esta servirá de contexto a clandestinas visitas de Temístocles para ver a Anamar, quien labora como bibliotecaria. En su apariencia de mosca imperceptible, sobre los lomos de los libros, la mosca sapiens vigilará los movimientos de su amada en medio del barrio que pertenece a los dominios del Báquiro y donde la ley es impuesta por sus delincuentes. Liendo presenta en boca de un compañero de Anamar, Ignacio Becerra, que el pensamiento de autores como Kierkegaard, Parménides, Aristóteles, San Agustín o Kant puede vivir en medio de un peligroso barrio azotado por la delincuencia, pero no así transformar de la noche a la mañana la realidad de estos espacios, tan arropados por “el malandraje y las aguas negras y los niños sin desayunar y tantas vainas” (P. 256), pero la Biblioteca Girasol se convierte en una especie de luz al final del túnel.

Es así como Eduardo Liendo presenta en Las kuitas… dos historias relacionadas solo por el contexto de Caracas (o Karacas) y la Biblioteca Girasol a través de un lenguaje sencillo, que emplea un extraño cambio en la grafía de algunas palabras con la letra “c”, cambiando la escritura del nombre de la capital venezolana, cuitas por kuitas, acto cultural por aktokultural y muchos más, que no entorpecerán la lectura, la harán diferente. Las aventuras y desventuras de Temístocles Pacheco son además un viaje en busca de una identidad, de regreso a ser el modesto vendedor de siempre; aventuras que bien pudieron haber sido menos de las presentadas, logrando que las 426 páginas que componen el texto hubieran sido menos, sin alterar el eje central de la historia. Pero obviando esos rellenos “moscosos”, Las kuitas del hombre mosca invitan a considerar a estos insectos dípteros de otra manera, y a imaginar la continuación de la vida de la mosca sapiens que queda en incógnita alfinal de la historia, volando sobre una ciudad cargada de infinitos placeres para los sentidos de un hombre mosca. (Jhonn Benítez Colmenares)

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