in memoriam Joseantonio Sánchez Pulido
Se ha ido Joseantonio Sánchez de manera trágica, arrebatado de este mundo por la violencia desbocada que de vez en cuando ciega a los hombres.
Joseantonio, quien se hacía llamar HECHO ARTE y a quienes sus amigos le decíamos Toño o Toñito, fue en vida un artista a tiempo completo, lo cual ya es una proeza en esta sociedad artísticamente deprimida. Artista integral como pocos, fue: Poeta, diseñador, dibujante, pintor, ensamblador, instalador, performancista, videoartista, galerista, promotor cultural y director de la Quinta Lis, un espacio que no era otra cosa que su propia casa convertida en centro cultural. Un lugar que fue epicentro artístico de la ciudad de San Cristóbal. Allí se sucedieron innumerables y memorables eventos culturales, desde conciertos y muestras dancísticas hasta recitales poéticos y happenings, un espacio donde las expresiones más vanguardistas tenían cabida, un capítulo de la cultura tachirense que deberá ser escrito y recordado.
Toño fue un artista contemporáneo en toda regla, pues cultivó la multidisciplinariedad y su obra es crucial en la historia local y nacional, porque desarrolló expresiones que pocos suelen abordar, tal es el caso de los collages, los ensamblajes, la poesía visual y el arte erótico.
Por cosas del destino y quizás por voluntad propia, fue un artista de los que se forjan al margen de la oficialidad, lejos de las instituciones, quizás porque cuando se acercó a ellas fue rechazado, o no encajó en la estructura, o no se dejaba moldear, o sus propuestas antagonizaban con el establishment, o porque la crítica frontal siempre le fue natural y las instituciones no suelen soportar eso de buena gana, pero desde ese margen u orilla, persistió y perseveró de manera autónoma, materializando sus proyectos con la ayuda de amigos y de otros artistas del margen (el grupo mayoritario).
A Toño le gustaba cocinar y emprendió varios proyectos culinarios en distintos sitios de la ciudad. También era amante de los animales y solía recoger perros callejeros heridos o abandonados, por lo cual en la Quinta Lis abundaban los caninos y los gatunos. Heredó de su madre (la Sra. Yolanda) el amor por los bonsái, así que vivió rodeado de estas miniaturas vegetales y no perdía ocasión para elogiarlas. Las tertulias en su casa se alargaban entre risas y más risas, sin conciencia del tiempo, porque su humor ácido y sus comentarios mordaces destruían y construían el mundo en un santiamén. Recuerdo que entre sus poetas favoritos estaban Rainer María Rilke y Constantino Kavafis, así que lo recordaré con estos versos de Rilke extraídos de El libro de Las Horas (1905):
Yo no existo. Algo me ha hecho el hermano
que no han visto mis ojos.
Me ha eclipsado la luz,
desplazando mi rostro
con el suyo.
Ahora ya está solo.
Y creo que debe estarlo todavía.
Porque a él no le hace nadie lo mismo que él me ha hecho.
Espero que los cuadernos de poemas de Toño (que han de ser muchos), sean rescatados y publicados como él hubiese querido, al igual que su obra plástica, permitiendo que su legado se sume a nuestro acervo cultural evitando la tragedia del olvido que tanto nos aflige como país.
¡Adiós amigo y colega, que viva tu poesía!