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Elucubraciones pandémicas del retorno

27 agosto, 2020. Posted in Crónicas Pandémicas, Literatura, Publicación

“E maraviglioso ritornare a casa, dove anche i sassi ci conoscono”

(Es maravilloso regresar a casa, donde hasta las piedras nos conocen)

Giovanni Verga

Esta experiencia planetaria desatada por el coronavirus, nos exige un ejercicio de empatía. Es el momento para pensar al “otro” y ponernos en sus zapatos. Ese “otro” en la actualidad supone una diversidad bastante compleja pero dentro de ese amplio espectro el “extranjero” sigue siendo de los más álgidos e incomprendidos, y en estos momentos donde deberían aflorar la solidaridad y la fraternidad, hemos visto con preocupación el recrudecimiento de xenofobias, racismos, nacionalismos rancios, tan insospechados como pueden ser el de dos países vecinos latinoamericanos. 

Obviamente esta epidemia ha agarrado desprevenidos a todos los países, incluso a Estados Unidos el más paranoico del planeta y el que más gasta en seguridad. Lo que está claro es que no hay políticas eficientes para este tipo de situaciones y en estos países latinoamericanos, si nos concebimos como una región, deben generarse con urgencia tales políticas aprovechando los datos del momento. Y no hablo de cualquier política que suponga un paño de agua tibia, sino de políticas profundas donde se piense e incluya de manera plena a “todos”, incluido el extranjero.

Sé de amigos que viajaron al exterior y quedaron atrapados en ese exterior debido a la cuarentena mundial, sin la posibilidad de volver a casa, lo cual es una situación poco agradable y por demás angustiante, incluso se torna dramática y dolorosa si se trata de una persona enferma que viajó desesperadamente a realizarse un tratamiento debido a que las carencias de su país de origen le negaban dicha posibilidad, por consiguiente decide realizar el gasto exorbitante que supone tal viaje ya que su vida depende de ello. Todo esto implica la separación de una familia, y es que la enfermedad no supone un malestar exclusivo del individuo que la padece sino que arropa y atañe al grupo de personas que le son cercanas y a las cuales está unida por el afecto: familia y amigos, esto es algo que todos sabemos pero que solemos olvidar. 

Sé que suena contradictorio decir que alguien se ha quedado atrapado en el exterior, en el afuera, en el mundo, y es que mientras haya movilidad los viajantes pueden seguir sintiendo que están en tránsito, por lo tanto libres para continuar su recorrido ya sea de ida o de vuelta, pero la cuarentena ha truncado dicha movilidad y de allí esta novedosa sensación de estar preso en el exterior.

Imaginémonos enfermos, en la camilla de una clínica privada, en un país que no es el nuestro, donde no tenemos familiares ni amigos, en ese lugar cobran por día y por tratamiento y aunque su razón de ser es la salud, sabemos que si no pagamos vamos a dar a la calle. La cosa se complica cuando todas las posibilidades de volver a casa están oficialmente clausuradas.

 

Una política eficiente debe abarcar casos como el anterior, no se pueden cerrar todos los caminos sin mantener abiertos canales humanitarios, que en esta cuarentena los ha habido pero de manera improvisada y no como parte de una estructura política que tenga cimientos verdaderamente solidarios y democráticos. 

Y qué decir de aquellos extranjeros que por estar recién llegados a otro país, encontrándose en una posición económica tambaleante porque están buscando trabajo o tienen trabajos informales que no acarrean responsabilidad para el contratante, y debido a la cuarentena, de la noche a la mañana, se quedan sin nada, quienes les alquilan les piden desalojar en plena pandemia, y como no hay transporte para viajar se lanzan a la carretera con sus pertenencias al hombro en un retorno forzoso que se convierte en viacrucis.

Esperemos, como buenos ilusos, que los políticos, legisladores y asambleístas de oficio estén ahora mismo en sus casas redactando las políticas y protocolos que habrán de aplicarse en caso de que una nueva pandemia se desate, y que apenas se levante la cuarentena los veamos debatir y promulgar dichas leyes, porque para eso son elegidos, para trabajar por el pueblo. Un pueblo que también es extranjero, un pueblo que se quedó por fuera y necesita entrar, un pueblo que viene caminando de regreso a casa.

Osvaldo Barreto Pérez

Grupo de investigación Bordes

San Cristóbal, julio de 2020

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