El grito de Kassandra en Teatro Bordes

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Casandra la agorera del desastre, en la mitología griega destinada a predecir las desgracias y condenada a no poder hacer nada para impedirlas, pues sus palabras de adivina serán recibidas con descrédito y burlas. Kassandra es el nombre de una telenovela venezolana de 1991, una fantasía de Delia Fiallo en torno a una gitana de circo, donde la adivinación es un truco vistoso para entretener, pero en el fondo hay reverencia por el misterio de la magia. Grita Kassandra es el nombre de una pieza de la dramaturga venezolana Karin Valecillos, parte de su cuarteto de Cuentos de guerra para

Casandra la agorera del desastre, en la mitología griega destinada a predecir las desgracias y condenada a no poder hacer nada para impedirlas, pues sus palabras de adivina serán recibidas con descrédito y burlas.

Kassandra es el nombre de una telenovela venezolana de 1991, una fantasía de Delia Fiallo en torno a una gitana de circo, donde la adivinación es un truco vistoso para entretener, pero en el fondo hay reverencia por el misterio de la magia.

Grita Kassandra es el nombre de una pieza de la dramaturga venezolana Karin Valecillos, parte de su cuarteto de Cuentos de guerra para dormir en paz.

En la sala de teatro de Bordes en San Cristóbal, tenemos la alegría de poder presentar al público de la ciudad un montaje de esta historia a cargo de Fernando Carrero, actor y director de teatro así como comunicador social y realizador audiovisual.

La cita es para dos fines de semana, sábado y domingo a las 5 de la tarde, 18 y 19, 25 y 26 de septiembre, cuatro funciones con aforo limitado, reservación previa a través del número 04247498219.

En escena, Alexandra Valencia, Verónica Santander y Angélica Mendoza. Y se trata de un trabajo que se sostiene en la actuación, por lo cual sus interpretaciones, muy bien logradas tanto en las escenas más dramáticas como en sus risas y juegos de niñas campesinas que escapan de la guerra en el mundo imaginario de un amor de telenovela, son fundamentales.

El director no recurre a trucos modernos de la magia del teatro contemporáneo ni atiborra el escenario. Asume con inteligencia brindarle el absoluto protagonismo a sus actrices. Un muro móvil y una maleta sirven perfectamente para mostrarnos todo lo que quiere decir.

Hay algo de melodrama, pues no es una tragedia griega ni una historia yugoslava, aunque esté ambientada en el conflicto bélico europeo más sangriento después de la II Guerra Mundial. Es venezolana, en su idioma, en su uso de la música y los colores, en los juegos de luz, la prioridad de la familia y los vínculos, el tono de esperanza en medio de la angustia.

Sentimos que el público se identifica y conmueve fácilmente con este trabajo, que esperamos tenga la sala llena en estas cuatro funciones como la tuvo en su estreno y cada vez más espectadores tachirenses tengan la oportunidad de disfrutar de teatro profesional en la ciudad.

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