Desde el Edén de los sueños: naturaleza, arte y resiliencia

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Entrevista a la cultora popular Edén Ramírez de Benítez

Camilo Ernesto Mora Vizcaya
Universidad de Los Andes, Venezuela

Edén Ramírez de Benítez, es enfermera, agricultora, jardinera, costurera, artesana y pintora de la naturaleza; quien vive actualmente en la Vega de San Antonio, Municipio Santos Marquinas de Mérida. Heredera y cultora de las tradiciones de los andes, su casa es un edén de sueños, rodeado del amor que ella y sus hijos le dan al pequeño lote de tierra donde cultivan árboles frutales como limones, naranjas, mandarinas, moreras, cambur, piña, uva, aguacates, hortalizas, maíz, yuca, café, plantas aromáticas y medicinales.

En el jardín de doña Edén, es frecuente mirar las ardillas corretear detrás de una fruta silvestre y escabullirse entre los arbustos, o contemplar la diversidad de aves que llegan con sus cantos mañaneros o vespertino; además, se encuentra engalanado de muchas flores y orquídeas, que las manos y su cariño al cultivar la llenan del gozo que ofrece la naturaleza con sus colores y aromas celebrando la vida que habita en cada espació tocado por su presencia amorosa.

Edén, es oriunda de Canagua, estado Mérida- Venezuela, nacida en el año de 1947, estudio en el Instituto de Enfermería de Mérida en los años 60, y ejerció por tres años la profesión de atender a los aquejados con tratamientos para sus dolencias, allí aprendió a no distinguir entre pobres y ricos, sino al ser humano que requiere cuidado en su salud y especialmente a brindar una ayuda solidaria, alegrando sus corazones.

Al casarse con Jesús Benítez, su marido quiso que se encargará de la crianza de los hijos y los oficios del hogar, de modo que dejo de trabajar en el hospital y se dedicó a los quehaceres hogareños. Ha vivido entre su lar nativo, la ciudad de San Cristóbal y Mérida. Al morir el esposo en el año 1991, como muchas mujeres de nuestra tierra, asumió con esfuerzo el proveer del sustento familiar a través del trabajo artesanal y el cultivo de la tierra.

Sus trabajos artesanales, se caracterizan por ser prolíficos en detalles de figuras vegetales y animales silvestres, siluetas que emergen de cualquier recóndito espacio desde los soportes sobre los cuales construye motivos pueblerinos o mundos oníricos, bien sea a través de un bordado, una pintura o un collage de vegetales disecados, son representaciones que bien entran en lo naif o lo espontánea.

Pero también, otorga existencia a muñecas de trapos, que ofrecen alegrías a los corazones de quienes las descubren; con sencillez y belleza, cada muñeca desfila luego con su garbo en las manos de las niñas y seguro estamos que Aquiles Nazoa y Sobeida la muñequera, acompañan la sonrisa de doña Edén cuando contempla la felicidad en las miradas de las nuevas madres de sus muñecas.

En la revista de Estudios Culturales Bordes, queremos compartir una entrevista y muestra del trabajo de esta artista popular, por ser reflejo de la vinculación del arte y resiliencia como expresión de la vocación humana en hacer de episodios traumáticos, momentos para despertar la sensibilidad, así como la creatividad y sobrevivir a las dificultades, con un espíritu resiliente, es decir, fortalecidos y con optimismo por el futuro, a pesar de los pesares.

 

Exposición ‘Edén en el jardín’ / Inauguración: viernes 16 de junio / 5 pm

 

Esta entrevista se desarrolló un día de septiembre del 2021, aún en tiempo de la pandemia del covid-19.

 


Señora Edén, cuéntenos sobre su infancia, ¿dónde nació?

Edén Ramírez de Benítez: Yo nací el 5 de mayo del año 1947 en Canagua, tengo 74 años. Trabaje en el campo, en el pueblo, mi papá tenía un negocito, tenía también una finca, allí se molía caña, se hacía panela, había ganado, maíz, trigo, se cultivaban muchas verduras allá. Aprendí a sembrar con mamá y papá. Somos dos hermanas.

¿Qué le gusta hacer?

Pintar, bordar, coser, sembrar plantas, y sobre todo me gusta mucho cultivar orquídeas, ahora tengo cerca de 100 matas, llegue a tener como 400, pero ahora tengo ciento y pico, no sé cuántas son. De las orquídeas me gustan las moradas, la flor nacional de Venezuela y pero todas son muy bonitas. Muchas veces al salir a la montaña a caminar he encontrado plantas y he traído un hijito de ellas para tener, se deja un poco de esa planta en el sitio de donde se sacó para que se sigan multiplicando, no se debe sacar la mata completa. Así es que he echo, para no acabar con las plantas de las montañas.

¿Cultivar las orquídeas lo aprendió de sus padres?

En casa de mi abuela habían, pero solamente de las moradas y otras silvestres que mis tías encontraban por allá y tenían en el campo, en los árboles pegadas, en Canagua.

¿Desde cuándo no va a Canagua?

Tengo como cuatro años, la última vez que fui, tenía 23 años de no ir. Ha cambiado mucho, ahora hay una extensión de la universidad, aunque primero fundaron un liceo, hay un hospital, es muy diferente a cuando uno nació, no había carro, uno andaba era en mula o a caballo.

¿Qué siente cuando realiza una muñeca, una pintura, un bordado?

Bueno, las muñecas hay veces que me pongo hacerlas y me rio mucho, porque es de acuerdo a como uno este ese día, unas quedan alegres otras tristes, según como uno esté, es como algo de uno. Hay veces que me ponía pintar una y de repente estaba muy triste. Entonces trataba de modificarla, de darle más alegría. Aunque a veces llegaba la gente y la que me compraba era esa primera, y yo decía que me quedo fea, me quedó triste y llegaba alguien y decía “¡ay esa muñeca si esta linda, esa es la que más me gusta!”, pues de acuerdo a las personas.

Ahora, bordar… mi hermana era la que bordaba “punta e cruz”, y yo siempre la miraba y así fue que fui aprendiendo, porque a ella no le gustaba enseñar a nadie …je je. Y el bordado español, prácticamente lo aprendí en una noche que estaba en San Cristóbal, acompañando a Mercedes, quien estaba muy malita. Era mi madrina de matrimonio y entonces yo vi lo que ella hacía y le dije: me gustaría aprender, y entonces me dijo, que, si quería aprender, buscara un trozo de tela; ella me lo dio y nos sentamos en su cama, estaba muy mal, y me dio un muestrario y dijo: ¡allí están todas las puntadas, empiece a trabajar, donde no entienda, usted me pregunta! Empecé como a las siete de la noche y terminé como a las dos de la mañana, porque al otro día venía para Mérida y entonces, ya cuando volví a regresar, ella ya había muerto. Aproveche esa noche y me enseñó en toda una noche, haciendo el muestrario, por allí lo tengo.

Después al tener el muestrario, la mente de uno le va dando para sacar más puntadas, es una infinidad de puntadas que van saliendo, que no están en la revista, sino en la mente de uno, teniendo la base uno las va sacando.

¿Cuáles son los motivos o temas que le gusta pintar o representar en sus pinturas o bordados?

Me gusta mucho pintar las flores, las mariposas, los pajaritos, muchos árboles con aves y nidos, con sus pichoncitos, esos los hago con pétalos de flores disecadas, y las hojas de las plantas que las diseco y con eso hago los tallos y los árboles, entonces esos cuadros no tienen nada de pintura, sino todo natural. Se me ocurrió hacer este tipo de cuadros, porque tenía unos pétalos secos en un libro y un día agarre una cartulina y me puse a hacer un cuadrito para ver cómo me quedaba y pues me gusto, porque era un hada metida dentro de un jardín (las hadas me gustan también mucho hacerlas), la hice y les mande la foto a mis hijas y dijeron “¡no puede ser que haga eso!”, entonces empecé hacer y hacer, y entonces ahora también las hago.

También hago cuadros con pintura al frío, que son mariposas, las hago de miniaturas, las hago con puntas de palillos, de palitos, les voy haciendo los dibujos, porque son muy mínimos, entre esos bosques de flores que hago en miniaturas hay arañas, lagartijas, hay que observar mucho el cuadro para encontrar las cositas que hay, los animales que están ahí.

¿Cómo es su relación con la naturaleza?

Pues, muy bonita …je je… Cuando yo me siento como mal, me voy a sembrar, me olvido de todo, entonces uno habla con las plantas, cuando estoy podando mi mata de uva le hablo mucho, le pongo música… je je…, pa´que eche bastante carga, música muy suavecita y música venezolana de la de mi época.

¿Cuáles son las obras que le han gustado más?

Me gustan mucho los cuadros de las flores secas, disecadas. Me gustan a veces los cubrecamas que hago de retazos, porque trabajo mucho haciendo las figuras. Yo llevé un cubrecama y un cuadro que pinté a Trujillo, que me invitaron y lo pusieron en la exposición y de una vez la gente de Caracas me lo compraron; a mí solamente me quedó la forma de cómo lo empecé a armar, no he hecho otro igual.

Ahorita las telas que hay, que se consiguen, no dan para trabajar como esa vez, deben ser telas que no vayan a botar tintes, tienen que ser buenas para que no se deshilen, para que no cambie el color, porque ese es un trabajo muy grande para que en las primeras lavadas se dañe de una vez. Utilizo telas como popelina, dacrón, estampadas.

¿Qué piensa usted de la vida?

Ay, je je… Que la vida es muy bonita, pero pasa muy rápido, pasa volando, hay veces el día no alcanza para hacer mucho, se va muy rápido.

¿Qué recomendaría para las personas que quisieran hacer algo con sus manos?

Uno tiene que ser constantes para hacer las cosas, porque si usted hace la primera vez y le salió mal y dice “yo no puedo”, pues nunca va a poder. Mi abuela nos decía: hay que medir cien veces pa´ cortar una, entonces si le sale mal, ya la próxima vez le va salir mejor y después va mejorando, porque si no, pues no se puede hacer nada, todas las cosas, todo cuesta, pero hay que tener constancia en hacer las cosas.

¿Y con las muñecas le ha pasado así?

Si, las primeras muñecas las hice para mis hijas, allí fue que empecé, porque claro uno a veces en esas situaciones no tenía para comprar tantos juguetes y cosas, y todos mis hijos fueron seguidos, fueron cuatros. Eran tres niñas (Isabel, Marisol y Mercedes), entonces yo fui una vez a un almacén y vi a una muñeca de trapo y cargaba un papelito, un lápiz, y claro allí no lo dejaban a uno ponerse a tomar datos, ni nada en la vitrina, pero a escondida yo la fui dibujando, iba y volvía a verla, y me ponía a mirar y salía a la calle a dibujar y volvía a mirar cómo eran las piernas, los brazos, llegue a la casa agarre un papel, me puse a dibujar los patrones, más o menos, que cuadrará el tamaño de los brazos, las piernas, la cabeza y empecé e hice una muñeca de trapo y después le hice a cada una de mis hijas una muñeca de trapo y al varón Jesús Adolfo le hice un conejito o un perrito. Entonces empezaron a llegar gente a la casa, amigas y amigos de mi esposo, de los compañeros de trabajo y preguntaban dónde compra las muñecas, dónde compra este peluche, tal cosita, porque yo hacía peluchitos de tela. Eso los hago yo, para mis hijos jugar. Entonces decían: ¡hágame dos muñequitas de estas! Y así empecé, yo sacaba para Barinas, San Cristóbal, El Vigía, por docenas las muñecas.

Yo con eso le di estudios a mis muchachos, ayudé muchísimo en la casa y después que murió mi esposo Jesús, trabajaba mucho. Hacía cestas, moisés para cargar los bebés, arreglaba los mosquiteros para las cunas de los niños, les hacía los colchoncitos, los protectores, cobijas, pañales, todo eso. Uno compraba las telas en Cúcuta, las piecitas y sacaba los pañales, porque en esa época no existían pañales desechables y entonces uno hacía los pañales.

Para finalizar, ¿Qué otra cosa le gustaría hacer?

Que me hubiera haber hecho antes, pues yo soy enfermera, pero mi esposo no me dejo trabajar después que me case, me hubiera gustado estudiar medicina. Y en el arte, hay tantas cosas por hacer, que hace falta tiempo.

 

Bordes. Revista de estudios culturales, n.º 22 (julio-diciembre 2021)
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