CALEIDOSCOPIO La pintura colorista de Juana Flores

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Juana Flores es una ineludible representante del arte moderno en el Táchira. Su obra, que evolucionó de la figuración académica a una abstracción colorista, se nutre de la pincelada profusa del puntillismo, toma del informalismo la libertad compositiva, del expresionismo abstracto el método intuitivo, y su color, vistoso y festivo, probablemente deviene de ese canto a la vida que los latinoamericanos llevamos dentro y que se acentúa naturalmente en un contexto como el Caribe. El color en el arte moderno venezolano ha tenido una importancia fundamental, sobre todo relacionado a movimientos geométricos. Juana optó por ese camino colorista prefiriendo, acertadamente,

Juana Flores es una ineludible representante del arte moderno en el Táchira. Su obra, que evolucionó de la figuración académica a una abstracción colorista, se nutre de la pincelada profusa del puntillismo, toma del informalismo la libertad compositiva, del expresionismo abstracto el método intuitivo, y su color, vistoso y festivo, probablemente deviene de ese canto a la vida que los latinoamericanos llevamos dentro y que se acentúa naturalmente en un contexto como el Caribe. El color en el arte moderno venezolano ha tenido una importancia fundamental, sobre todo relacionado a movimientos geométricos. Juana optó por ese camino colorista prefiriendo, acertadamente, transitar la vereda de lo orgánico, aportando un discurso fresco al ámbito nacional de la pintura. Su obra abstracta configura representaciones de lo más amorfo del ser humano, quizá lo esencialmente humano, es decir: Los sentimientos. Así podemos leer el constructo plástico de Juana como un intento por asir lo más inasible de nosotros mismos, me refiero a esa gran variedad de colores que se desprenden del mundo de las pasiones y las emociones, aquellas que solemos relacionar de manera simbólica con el corazón, el alma, el espíritu e incluso con las entrañas: alegría, tristeza, nostalgia, angustia, sosiego, plenitud, amor, paz, ansiedad, etc. Para representar esos sentires Juana se apoya en el color, esa materia plástica de semántica polivalente cuya naturaleza ambigua permite al artista conducirse por los intrincados vericuetos de la intuición, una forma metodológica que con vehemencia el arte ha venido desarrollando durante la modernidad, y la cual ha permitido la construcción de discursos no-racionales, que constituyen importantes aproximaciones al lado sublime de la condición humana. En ese sentido la obra de Juana es una celebración. Ella celebra la vida, y en esa fiesta el color y los sentimientos danzan al ritmo del universo, cual energía transformándose constantemente, fluctuación incesante, naturaleza desbordada, profusión de la materia, fragmentación para la abundancia, luz procreando infinidad de matices, fractales del caleidoscopio de la existencia. Osvaldo Barreto P. San Cristóbal, marzo de 2019.
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