Porfirio Parada
Los hermanos Óscar y Joan Vivas son destacados investigadores y amantes del folklore nacional. Como buenos músicos no solo interpretan, dirigen y componen, también indagan la historia musical extendida por los rincones de la geografía venezolana. Otro músico, Job Ramírez es melómano y sincero en su inquietud por tocar instrumentos. Cuando no es el cuatro, es la mandolina, la viola, y si no la guitarra. Los tres los une la música y también la curiosidad en saber lo nuevo de la creación. Continuar la historia en las manos de los compositores noveles.
El sábado 8 de junio en Bordes Galería-Café se realizó este primer conversatorio y muestra como preámbulo al Primer Encuentro de Jóvenes Compositores que desde ya se transformó en un movimiento. Cada uno de ellos conversó sobre Venezuela partiendo de melodías propias o ajenas. Lo sublime del vals, la nostalgia andina que arropa un bambuco, la algarabía melódica que registra una gaita, y el merengue tradicional fue el repertorio escuchado y explicado por los músicos, incluso experimentaron y fusionaron nuevos ritmos que con la flauta interpretada por José Miguel Buenaño, hicieron armonizar la tarde junto a la compañía de los asistentes.
Los días 19 y 20 de julio son las fechas anunciadas por Oscar Vivas para este Primer Encuentro de Jóvenes Compositores. El Ateneo del Táchira, lugar referente y testigo de la presencia de notables artistas que recorrieron también sus pasillos como los fueron Antonio Lauro, Antonio Estévez, Luis Felipe Ramón y Rivera entre otros, será el espacio donde se escuchará las nuevas melodías y los nuevos rostros de la región.
Los jóvenes de 12 a 33 años de edad que participen en este encuentro tendrán la oportunidad no solo de interpretar sus composiciones de influencia venezolana, académica o libre, sino también presenciar ponencias y participar en talleres con maestros de la talla de Leoncio Ontiveros, Carlos Figueredo, Rafael Martínez, Gregory Pino y Jairo Arango. La inscripción es gratuita, y cuenta con el certificado que avala la Fundación Tierra y Ser y la Escuela de Música Miguel Ángel Espinel.
Al final de este encuentro musical, como era de esperarse, el público deseó más música y más anécdotas que poseen los artistas en el proceso creativo, y que son compartidos en frágiles fragmentos de su ser. Ahora el movimiento se traslada al Ateneo del Táchira. La ciudad tiene una nueva cita con la música y sus creadores.
