Antología de nóveles escritores (Keydi Daniela Martínez Ascanio: Prosa)

Literatura

Keydi Daniela Martínez Ascanio: Colombiana.             Neurosis Plumífera   “- ¡LOS VOY A ENCERRAR A TODOS EN MI JAULA!- gritaba de frustración un azulejo cualquiera, por estar un día más de su vida en el cautiverio.”   (Una pretenciosa ave de pecho rojo y plumas azules, se encontraba con la mirada fija en algo fuera de los barrotes, aunque por el tiempo que llevaba realizando esta acción, sin modificación, se podría afirmar que no observaba algo en concreto, y que por su mente pasaban ideas desordenadas, a veces dejando espacios vacíos… momentos en blanco) Tendrán

Keydi Daniela Martínez Ascanio: Colombiana.             Neurosis Plumífera   “- ¡LOS VOY A ENCERRAR A TODOS EN MI JAULA!- gritaba de frustración un azulejo cualquiera, por estar un día más de su vida en el cautiverio.”   (Una pretenciosa ave de pecho rojo y plumas azules, se encontraba con la mirada fija en algo fuera de los barrotes, aunque por el tiempo que llevaba realizando esta acción, sin modificación, se podría afirmar que no observaba algo en concreto, y que por su mente pasaban ideas desordenadas, a veces dejando espacios vacíos… momentos en blanco)
  • Tendrán que coexistir en mi circunferencia delimitada, que encierra con duros barrotes grises y fríos…-
(Estremeciéndose y temblando, el pájaro comprendía en cada convulsión silenciosa una idea devastadora, muy parecida a las revelaciones que se clavan en el centro del oído, del ojo, del corazón y del cerebro, (Curiosamente el último lugar que comprende está secuencia, es el primero en ser impactado) en una hora al azar del día, pero que prefiere quizá por capricho de esta enmarañada trama de pulsaciones, salir de noche e incrustar lunas en los párpados) Ya no puedo saber lo que es el calor, no puedo siquiera entender su significado, construir uno, escribir la palabra o sencillamente buscarlo en mi pecho. Como pájaro al que le han arrancado paulatinamente las plumas, a pesar de que allí persistan… fría piel, músculos; y frías vísceras, sangre. Caliente hígado, bilis… pero no lo suficiente como para corroerme de manera definitiva, tan sólo es útil como propulsor de mi irascible temperamento, al encontrarme rodeado y aislado de otros, en constante cercanía con mis heces, el alpiste, la fruta podrida, lo que alguna vez fue agua cristalina y ahora es un estancado liquido viscoso contenido en una lata oxidada. La rutina de mi claustro, causa de mis sentidos atrofiados y mi obtusa mente fueron incapaces de fabricarse un paraíso en lo que parece ser un infierno… (Canta el pájaro siente ganas de volar, aunque debe conformarse con realizar círculos pequeños, y sentir como sus plumas rozan con el metal, dándose golpes que le recuerdan su condición de prisionero, del estómago sube una pesadez, deja de mover sus alas, su rostro congelado por la habitual inexpresividad de los pájaros comparada con la humana, incapaz de desbordar en gestos todo el caldo de ira que a cada instante lo consume cuando se encuentra pensando; (este ejercicio racional fue causado por una mutación en su ADN, haciendo de él un plumífero que siente y piensa como humano y remembra… recuerdos para insertar información recopilada por sus ancestros, en el material genético por eones ) … un chillido intenso sale de su pico, mientras se deja caer ya sin mover en absoluto las alas, su vista se clava en un pedazo de podrida fruta con alpiste incrustado)
  • ¡INFIERNO, CLARO!, pajarraco presuntuoso este es un patético y desajustado remedo del averno, no hallo placer en esta jaula, no merece ser llamado “mi infierno”, es tan solo la básica realidad que otros pusieron delante de mis negros ojos, una fabricación que aunque simple en estructura no carece de crueldad. Me contiene alejado y a la vista de todos, con finas barras que serían fácilmente destruidas por humanas manos pero que por mi situación de débil pájaro es la más indestructible de las prisiones.-
(Se detiene plegando sus alas para intentar cubrirse de una fría idea) Y si olvido de repente quien soy, salgo de mí y me entrego al olvido, me entregan al afuera, al frío sin saber cómo afrontarlo. Quitándome esos segundos vividos, conservando de ellos tan solo su peso sobre mi carne, con arrugas pero sin agotamiento… sin recuerdos. Y si de repente los latidos de este alado corazón me suenan a desconocidas vibraciones en el pecho esquelético; ya no sería entonces mío, porque no soy, no fui, ni seré y si se me olvida también que siento… estoy muy frío, tiemblo; tal vez si me aferro a esta dendrita no me arrojaran lejos, no merezco esto, desaparecer, solo eso y nada más, sin que pueda hacer algo para prevalecer, dejar al menos el grito de mi recuerdo, el recuerdo de mí sobre alguien, aunque ese alguien también nada será. (Se va a uno de los extremos de la jaula, intentando retraerse de sí mismo, y pegando su pecho en uno de los barrotes, trina de dolor y casi desfalleciendo vuela hacia uno de los saltadores de su jaula) La rabia se ha convertido en mi despertador, el tarso y los dedos de estas patas, la propulsora del líquido escarlata, la fuerza que despliega estos parpados para que contemplen la gloria y la miseria que lo constituye todo… ahora comprendo porque el sol es tan cálido, en ocasiones hierve dentro de esta jaula, lastimándome cualquier contacto con el metal y dejando como único lugar seguro este palo de madera… tan vivo y brillante, uno de los complementos del motor movedor no movible, ahora lo comprendo, él es la fuente de mi rabia y la de todos aquellos que cuando sentimos los rayos y su fuerza en nuestra materialidad, no sentimos placer, descanso, paz o tranquilidad, sino que percibimos que algo se renueva, algo que se marchita se deshace o se muere, que diferentes son las noches con ellas algo dentro renace, algo cambia, algo renuncia a continuar en el letargo, y se tiñe de naranja se hace vital, ahora lo comprendo mi ira, mi rabia o mi furia, es directamente proporcional a la luz del sol. (De repente la sala donde está colgada la jaula del pájaro, es invadida por una música hermosamente dulce por su tristeza, Tristán e Isolda  de Wagner, si los pájaros pudieran llorar, este lo haría de emoción, libre de cualquier amargura y dolor, lloraría las lágrimas más puras, mientras la música penetra en su plumífero ser sacudiéndolo todo, dándole ritmo a su desespero, callándolo y dejando un estado de quietud en su consciencia. Lo único observable de todo este cúmulo de placenteras y salvadoras sensaciones que sólo puede otorgar el arte en forma de música, son sus erizadas plumas) ¿Y qué más da, si no me entienden o no soy siquiera escuchado, que mis cadenas de oraciones exaltadas, dramáticas y descontroladas pero muy bien acomodadas en el cerebro, mecidas por la sinapsis, impactadas una y mil veces en el interior del cráneo, salgan despedidas de mi pico siendo incomprensibles para los de mi especie y tan solo un trinar de ave descerebrada para los humanos… gozo con aquella habilidad de razonar, atrofiada en ellos por el desuso. Porque amo mi libertad limitada, probablemente si viviera en la jaula más grande,  allá afuera, sería como ellos obtuso y con un gran peso en la cabeza, dueño de un cerebro famélico que solo ha sido forjado con las órdenes que ayudan a resolver y cumplir eventos próximos. El movimiento cerebral y la inmovilidad de las plumas que visten a mi rostro, que aunque no puede quiere decirlo todo con él, transmutarse y remarcarse de unas cuantas líneas en la frente, las comisuras de los labios y poblar de oscuras ojeras los ojos a causa de todas las noches que aunque carentes en sosiego son el lugar de  batallas donde reto a mi cerebro. La aves no nacimos para albergar sentimientos sin embargo yo los poseo y atesoro. Son los responsables de que me sienta en soledad y pueda retozar contadas pero sustanciosas veces de placer, revolotear de impaciencia, alegría, ira, tristeza, melancolía y nostalgia… todo este cumulo de sensaciones fue alguna vez la mayor de mis maldiciones, pero ahora comprendo que la vida consciente es una maravilla donde convergen el pensamiento, las sensaciones y el recuerdo. Aunque solo esté, la soledad es el único absoluto posible, y no es cuando carecemos de compañía que se hace más fuerte, porque estando lejos de nuestros congéneres, quizá a manera de auto salvación, o de un vano intento de ella, nos obligamos a adornar con todas las grandes maravillas que han sido forjadas por otros solitarios ya lejanos en el tiempo, útiles para colmar y llenar de quimeras e ilusiones todo el mustio espacio que advirtieron fueron sus vidas. Estando solos nos encontramos con las versiones denudas y vergonzosas de nosotros mismos, por ello debemos obligarnos a aprender a querernos y a disfrutarnos libres de las convenciones sociales, los falsos ornamentos, a sentirnos y pensarnos de manera genuina, con los sentidos y la mente producto de una naturaleza que no caduca pero que se encuentra en constante transformación; dueños de una voluntad moldeable que puede transformarse de primitivo instinto en la más aguda y perspicaz idea o concepto sobre las pasiones humanas, una metalingüística del lenguaje; propulsores, contenedores y poseedores de un mar caudaloso de emociones; capaces de viajar al pasado con fragmentos de recuerdos haciendo uso de la memoria, que engaña en muchas ocasiones y sólo nos entrega por un capricho masoquista, el dolor de estos días que fue en el pasado alegría. (Revolotea de intensa alegría, siente dicha absoluta, la tan buscada felicidad es obtenida finalmente mientras de su pico sale sangre a borbotones, cae muerto de sosiego y teñido su cuerpo en rojo. Los azulejos mueren de ira y su corazón explota… pero éste, Azul Azulejo murió de alegría, los pájaros no pueden albergar emociones o la intensidad de estas los fulmina)
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