Un poco de jazz

Literatura, Papirofilia, Publicación

Otto Rosales Cárdenas Los dos Erasmos, padre e hijo, se saben de memoria los poemas de Eugenio Montejo (1938 – 2008). Es parte de la locura por leerlo todo o casi todo Montejo. Fue una moda seguir la obra de un autor, como persiguiendo no se sabe qué, si era en verdad un poeta o un poetasto miserable… Y nos venció, pues desde sus primeras obras: Alfabeto del mundo, pasando por La ventana oblicua, llegar a su Taller blanco, y sin olvidar su mágico Cuaderno de Blas Coll, hasta esa bella compilación hecha con esmero en Mérida, donde Víctor Bravo

Otto Rosales Cárdenas

Los dos Erasmos, padre e hijo, se saben de memoria los poemas de Eugenio Montejo (1938 – 2008). Es parte de la locura por leerlo todo o casi todo Montejo. Fue una moda seguir la obra de un autor, como persiguiendo no se sabe qué, si era en verdad un poeta o un poetasto miserable… Y nos venció, pues desde sus primeras obras: Alfabeto del mundo, pasando por La ventana oblicua, llegar a su Taller blanco, y sin olvidar su mágico Cuaderno de Blas Coll, hasta esa bella compilación hecha con esmero en Mérida, donde Víctor Bravo y Gregorio Vásquez lo publican en El Otro y el mismo. No hemos dejado de leerlo siempre; así Eugenio Montejo se convirtió en santo y seña, cada vez que nos reuníamos a comer o a tomar unas deliciosas frías. Siempre saltaba entre frases y risas fragmentos o poemas de Montejo.

Erasmito, que así se llama esa voz risueña, lo recita con pasión, yo diría que con erótica ternura. Pero siempre volvíamos al tema, cuál es el poema que te gusta más y todos o casi todos entrechocábamos las voces, no había una voz única. Yo sigo ese ritmo entrecortado del “Adiós al siglo xx”, por su irónica mesura, por su destello melancólico, por su construcción fragmentaria:    
Eugenio Montejo (1938-2008)
“Cruzo la calle Marx, la calle Freud;

ando por una orilla de este siglo, 

despacio, insomne, caviloso,

espía ad honorem de algún reino gótico,

recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros,

tatuados de rumor infinito.

La línea de Mondrian frente a mis ojos,

va cortando la noche en sombras rectas

ahora que ya no cabe más soledad en las paredes de vidrios.

Cruzo Lacalle Mao, la calle Stalín;

miro el instante donde muere un milenio

y otro despunta su terrestre dominio.

Guernica (1937). Pablo Picasso
Mi siglo vertical y lleno de teorías…
mi siglo con sus guerras, sus postguerras

y su tambor de Hitler allá lejos,

entre sangre y abismo.

Prosigo entre las piedras de los

viejos suburbios

por un trago, por un poco de Jazz

contemplando los dioses que duermen

disueltos en el aserrín de los bares,

mientras descifro sus nombres

al paso.
Y sigo mi camino”
 

Sí, Montejo disuelve a los dioses caídos como advirtiéndonos ante el cruce de esquinas y azares, la existencia se vuelve humo en tus ojos…

Casi todo por un poco de jazz.

Urrego, 20 de abril de 2020
Share this

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *