Saber y espiritualidad

LIMBO, Publicación

¿Dónde está la sabiduría que perdimos con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que perdimos con la información? T.S. Elliot Marzo 2016.- (Por Fania Castillo) Hubo un tiempo en que el saber era cercano al mundo de lo cotidiano, así como a la dimensión olvidada del alma. Cuando el conocimiento de las hierbas curativas se discutía con la misma seriedad de un tratado sobre la serenidad y el movimiento de las estrellas. A lo largo y ancho de Oriente y Occidente, en la madre África, en nuestra América originaria, hay rastros de culturas antiguas donde la figura arquetipal de la sabiduría

¿Dónde está la sabiduría que perdimos con el conocimiento?

¿Dónde está el conocimiento que perdimos con la información?

T.S. Elliot

Marzo 2016.- (Por Fania Castillo) Hubo un tiempo en que el saber era cercano al mundo de lo cotidiano, así como a la dimensión olvidada del alma. Cuando el conocimiento de las hierbas curativas se discutía con la misma seriedad de un tratado sobre la serenidad y el movimiento de las estrellas.

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Zen – Kodo – Sawaki.

A lo largo y ancho de Oriente y Occidente, en la madre África, en nuestra América originaria, hay rastros de culturas antiguas donde la figura arquetipal de la sabiduría integraba al médico, la bruja, el sacerdote y el filósofo modernos.

En nuestras parcelas de hoy, la espiritualidad pertenece al dominio de la religión, territorio ganado a brazo partido, a costa de la carne y la razón. Las brujas preparan nuestros brebajes de amor, desacralizadas e irracionales. Las escuelas de científicos se ocupan de lo meramente intelectual. Desterrado todo lo demás, el discípulo recibe información sobre su disciplina, se entrena su mente para el ejercicio de un método. El cuerpo y espíritu, intactos, han de buscar forma en otros lugares.

Mc. 8%2c 27-35 dCreemos que vale la pena reflexionar en torno al boom de escuelas de artes marciales, yoga, meditación, creación de centros budistas, la práctica informal del zen o su jerga así como el consumo masivo de medicina china y más recientemente de literatura japonesa que se ha desatado en este lado del mundo.

Pareciera que hasta los filósofos han estado buscando en el pensamiento oriental elementos olvidados en la tradición occidental. Resulta sugestiva la profusión de publicaciones no sólo del género denominado “autoayuda” u otros de consumo masivo, sino desde la academia, centrados en un diálogo con otras culturas. ¿Qué nos dicen estas evidencias de una vuelta a Oriente, de un reconocimiento del otro en su diferencia y una búsqueda de sus aportes en el Occidente contemporáneo?

Zen.
Zen.

En los textos de Michel Foucault, en sus reflexiones sobre la cultura occidental a través de la historia de la sexualidad, la locura y el poder, podemos encontrar una inquietud sobre la sabiduría extraviada en algún momento de la historia.

Foucault se dedicó en los últimos años de su vida a estudiar la forma de vida de la cultura grecoromana en los siglos I y II, donde descubre huellas de una vida centrada en el cuidado de si. Señala como una de las características fundamentales de las escuelas filosóficas de este período, perdida en la actualidad, la relación entre subjetividad y verdad. Describe la transformación de la noción de verdad en conocimiento, casi devenida en mera información en nuestros tiempos.

Marcos.
Marcos.

La verdad, ahora, es un consenso lógico. La simple finalidad del acceso al conocimiento a través de la técnica. Es la pálida versión de verdad accesible al hombre moderno, mediando las condiciones del método científico, condiciones formales, reglas a seguir marcadas por pautas culturales, morales, cognoscitivas. Alejada de la noción de espiritualidad, ya no es una verdad que ilumina al sujeto. El individuo en su subjetividad deja de ser “tocado” en el proceso de alcanzar el saber.

¿Cuáles son las secuelas de esta escisión? Desterrados cuerpo y espiritualidad de la filosofía, la moderna concepción de ciencia parece excluir la posibilidad de acercarse a la sabiduría. Esa relación con lo divino en la persecución del saber ha sido olvidada en el afán de una “conciencia metodológica” cada vez con más tendencia a la hiperespecialización.

Ilustración C. Jung.
Ilustración C. Jung.

Acaso la “vuelta a Oriente” esté conectada con un intento de recuperar el espíritu original de la filosofía. El filósofo maestro, sabio, médico, terapeuta del alma, conocedor de los fenómenos de la vida y la naturaleza, figura tal vez reecontrada, reconstruida, reimaginada, en el maestro zen, en el médico chino, en el gurú moderno.

Una diferencia central de la antigua pareja del discípulo-sabio con el individuo académico moderno se encuentra en la posibilidad de ejercer el método científico sin modificar (supuestamente) las creencias religiosas, sin (aparentemente) hacerse preguntas grandilocuentes sobre el mundo, la vida y la naturaleza del alma, término entregado a las iglesias. La fe del dogma que practica cada individuo permanece en compartimentos durante su ejercicio del método, almacenada bajo resguardo mientras lleva su bata blanca de objetividad.

Esta limpieza viene siendo cuestionada hace algún tiempo y encontramos muestras de su precariedad en las actuales formas “sincréticas” del médico naturista, el psicólogo mediático o el filósofo predicador.

Buda.
Buda.

Pareciera que se extinguen las sectas y reaparecen en distintas épocas, por alguna necesidad primordial de vincularnos con ese maestro perdido y de transformarnos en la búsqueda del saber. Algo que la escuela moderna ha olvidado y que no parece interesada en recuperar, en esta era del saber tecnificado, informatizado, donde el profesor cada vez tiene menos relevancia.

Transcurrido un tiempo de la escisión, desilusionados del poder infinito de la tekné, cuestionado el mito del progreso, fatigado ya el discurso de la relatividad absoluta, pareciera que ha surgido un movimiento masivo de recuperación de la espiritualidad perdida, evidente en la búsqueda de “guías” en las llamadas filosofías de oriente.

La búsqueda de ilusiones es inagotable (parece), o se vacía y renueva cíclicamente mostrando una tendencia humana arquetipal. El filósofo antiguo veía la importancia del saber para la práctica en el vivir cotidiano, que nos acerca a la divinidad sin distinciones entre cuerpo, mente y alma. El nuevo chamanismo, el gurú que puede mostrarnos el camino de la sabiduría y enseñarnos a vivir una vida más plena, es una figura que, proponemos, surge de una tendencia actual a rescatar ese olvidado saber antiguo.

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