Recuerdos de una maestra de las cosas sencillas

LIMBO, Publicación

Fanny Zulay Rojas Conocía a la profesora Fanny Zulay desde hace varios años atrás, quizá 15 o 20, recuerdo que coincidíamos en las reuniones del Ministerio de Cultura o de la Dirección de Cultura de nuestro Estado y allí cruzábamos un saludo breve, algunas palabras o solo la veía y la escuchaba en sus intervenciones críticas sobre patrimonio o diversidad cultural. Pero fue en la Comunidad de aprendizaje de Arqueología Táchira donde tuve el privilegio de compartir con ella esa cercanía de la amistad. A finales del año 2012, mi amigo Anderson Jaimes (artista plástico e investigador), me comentó de

Fanny Zulay Rojas

Conocía a la profesora Fanny Zulay desde hace varios años atrás, quizá 15 o 20, recuerdo que coincidíamos en las reuniones del Ministerio de Cultura o de la Dirección de Cultura de nuestro Estado y allí cruzábamos un saludo breve, algunas palabras o solo la veía y la escuchaba en sus intervenciones críticas sobre patrimonio o diversidad cultural. Pero fue en la Comunidad de aprendizaje de Arqueología Táchira donde tuve el privilegio de compartir con ella esa cercanía de la amistad.

A finales del año 2012, mi amigo Anderson Jaimes (artista plástico e investigador), me comentó de un proyecto que tenía la Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez (UPTM) con la Doctora Jacqueline Clarac de formar gente en el Táchira en el área de arqueología, dado que en Venezuela la única universidad que contaba con esa especialidad dentro de su escuela de antropología era la Universidad Central de Venezuela (UCV), invitándonos a asistir la siguiente semana a una reunión en el Museo del Táchira para conversar más de ese proyecto educativo.

Fue así como un grupo de amigos llegamos a las instalaciones del museo, específicamente al auditorio del Museo de Ciencias, allí Anderson nos explicó más a fondo de que se trataba el proyecto, nos dijo que el equipo docente con quienes arrancaría la comunidad de aprendizaje estaría conformado por la Dra. Reina Durán quien era fundadora y directora del Museo del Táchira, la Antropóloga Fanny Zulay Rojas y él, quien estaría a cargo de la comunidad como docente en el área de arte rupestre y haciendo los enlaces con la Dra. Clarac y la Universidad Politécnica en Mérida, ya que al igual que la profesora Fanny había sido su alumno en la maestría en Etnología y tenía buenas relaciones con la Dra. Clarac. Quedamos en reunirnos un día a la semana de allí en adelante.

fanny zulay 1

Encuentro de comunidades de aprendizaje de la UPTM. Mérida 2015

La Dra. Reina comenzó por introducirnos en los estudios arqueológicos con una visita guiada por los circuitos museográficos de la colección del museo, ofreciéndonos ella misma un recorrido por todos los yacimientos con restos arqueológicos de antiguas poblaciones del estado Táchira que ella había prospectado y excavado años atrás; luego siguieron unas clases teóricas y unas semanas más tarde pasamos a tener contacto directo con los vestigios materiales haciendo una revisión y conteo de restos cerámicos en el laboratorio. Anderson nos introdujo en el mundo del arte rupestre, al principio hubo mucha teoría sobre patrimonio, preservación y conservación de los petroglifos, luego pasamos al trabajo de campo para registrar algunas estaciones rupestres del Táchira y de Barinas, incitándonos a varios de los participantes de la comunidad a hacer un diplomado de arte rupestre que ofrece la Universidad Francisco de Miranda de Coro.

Con la profesora Fanny fue con quien pasamos más horas en el salón del museo. Una o dos horas podíamos permanecer sentados escuchando sobre los trabajos etnográficos de Malinowski, inventariando artículos de etnohistoria, discutiendo la ley de patrimonio, leyendo algún manuscrito antiguo y tratando de descifrar abreviaturas para luego de leerlo reconocer su procedencia y contenido, viendo algún video, o simplemente hablando de nuestra cotidianidad.

Con la profe Fanny también compartimos experiencias fuera del museo, a principios del 2013 asistimos en varias ocasiones a la Casa de la Diversidad Cultural en Capacho, donde nos pidió hacer una etnografía del mercado de esa zona y luego nos mandó a hacer la etnografía del mercado de nuestra comunidad. Siempre hablaba de la importancia del compartir para la cual nos pedía llevar algo de comer o colaborar con dinero para tomar café. También nos exigía siempre un trabajo escrito con imágenes del lugar, de allí que estas salidas de campo se tornaron en aventuras. Con el pasar del tiempo la comunidad se dedicó con mayor ánimo al trabajo práctico, que había comenzado en el 2013 con una excavación del museo en Aguaditas, Delicias, Municipio Rafael Urdaneta y allí vimos como ella empezó a engranar los trabajos de los otros profesores al suyo pidiéndonos siempre el informe etnográfico del lugar, entonces nuestros diarios de campo no solo tenían detalles técnicos como las coordenadas o las medidas del terreno, sino que daban color a la gente, sus costumbres, daban olor a esas arepitas que nos comimos en la casa del Señor Orlando Acevedo en Aguaditas junto a las ovejas y con la neblina entre los ojos.

Memorable el informe de la excursión al Paramo El Rosal en la Grita perteneciente al parque nacional Gral. Juan Pablo Peñaloza entre Los páramos Batallón y La Negra lugar donde nos perdimos cinco miembros de la comunidad en el 2014… Ella fue la coordinadora de la actividad en su casa en La Grita, allí supimos lo que era un ser hospitalario, su generosidad para con nosotros dejándonos pernoctar unas horas junto a su familia la noche antes de la salida como la noche de llegada ya que no paraba de hablar, de planificar, preguntando si llevábamos el equipo y la comida necesarios para esas contingencias, contactando a un amigo suyo que alquilaba equipos de montañismo para los que no habían llevado una carpa o un saco para dormir, soñando con acompañarnos a la montaña – claro decía: yo subiré a caballo porque ya caminar me cansa-, o llamaré a una amiga para que me acompañe en el carro hasta Bailadores porque también hay otro sitio que deben visitar y está por ese camino- ofreciéndonos un caldito de papas caliente con aguamiel cuando llegamos cansados y con hambre, hablándonos de los artistas que le habían regalado las obras o cuadros que orgullosa exhibía en las paredes de su casa.

Así era la profesora Fanny, una persona sencilla, a quien le gustaba organizar actividades, tanto que se convirtió en tutora de nuestra Comunidad de Arqueología, ella era el enlace con la Universidad Politécnica Territorial de Mérida, llamaba por teléfono y organizaba todo cuando se trataba de ir a alguna jornada o algún congreso, le encantaba hablar con la gente, hacer amigos, narrar aventuras… nos contó de su trabajo final de la UCV donde estudió antropología, que había sido entre las plantaciones de cacao en Chuao; nos contó de sus trabajos con las tejedoras en la Casa de la Diversidad Cultural  en Capacho, de sus investigaciones sobre la medicina tradicional, de la fiesta de San Pedro y nos decía con voz fuerte: el trabajo del etnógrafo debe liberarse de todo prejuicio, y en esas historias mínimas que nos narraba en cada clase nos mostraba su amor por la etnohistoria, por la defensa del patrimonio cultural cuando decía que las casas de más vieja data de Capacho estaban siendo derribadas para hacer otras nuevas de la misión vivienda, cuando se dolía de ver la iglesia de la Grita tan deteriorada o cuando nos mostraba orgullosa su vestimenta o sus bolsos que si Waraos o Wayúu ; cuando nos acompañó en el 2014 a Socopó, Barinas, a hacer una ruta para registro de petroglifos y consiguió que el Señor Jesús Mora “Chucho” nos alojara en los espacios del Museo Arqueológico Comunitario para que tuviésemos un contacto más cercano con su trabajo o cuando fue con nosotros en el 2015 hasta Lomas Bajas y nos presentó a una locera de la comunidad quien era su amiga, la Señora “Alix” pidiéndole que nos diera una clase práctica en el torno y nos explicara todo el proceso de elaboración de las piezas de cerámica comenzando por la búsqueda y preparación de la arcilla o materia prima; o cuando trajo al Museo del Táchira a los Parranderos de San Pedro porque la UNESCO había declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad su festividad.

  De izq. a der. Mayra Becerra, Sra. Alix, Prof. Fanny Zulay Rojas, Omar González y Annie Vásquez. Lomas Bajas 2015

De izq. a der. Mayra Becerra, Sra. Alix, Prof. Fanny Zulay Rojas, Omar González y Annie Vásquez. Lomas Bajas 2015

 

Y nos recordaba el método de la etnohistoria a cada rato: acuérdense de las fuentes históricas, no sólo es trabajo de campo, eso ayuda a contextualizar la investigación y estén pendientes de las microhistorias, de la diversidad humana con sus particularidades, no dejen nunca al otro, al vencido por fuera, y registren todo lo que puedan… ahora hay tecnologías que permiten hacerlo más fácil… en este grupo hay algunos que no pueden separarse del celular, así que úsenlo, tomen fotos con los celulares… Nos comentaba de los libros que había escrito, entre esos “Humogrías”1 y nos hacía leer textos de Fray Pedro Aguado, Fray Pedro Simón, libros como Raíces pobladoras del Táchira de Lucas Castillo Lara… o nos explicaba algo de los libros que tenía pensado escribir…

La excavación en Tamuco llevada a cabo por el Museo del Táchira entre febrero y marzo de 2016 y la Comunidad de Arqueología Táchira fue el último trabajo de campo que pudo compartir con nosotros, ella tenía su casa cerca del yacimiento a excavar, así que ésta se convirtió en centro de operaciones para la excavación, allí guardábamos las herramientas y el material que se iba recolectando, allí se preparaba el aguapanela gracias a los limones de su cosecha, y fue allí donde supe de esa amistad, cuando me habló de su enfermedad y me dio un material sobre medicina alternativa para que lo leyera en los recesos que nos daban para comer y descansar, cuando me habló de su casa, de sus árboles frutales, de sus obras de artes, de su biblioteca, aun recuerdo que me pidió opinión para restaurar un bello portal que le habían traído de Perú. Se quedaba en la excavación con nosotros durante horas, no solo viéndonos trabajar sino que también se sumaba a ayudar a ir descubriendo las vasijas que para su sorpresa estaban casi completas, se emocionaba al ver restos cerámicos en abundantes cantidades y por todo el sector. En una de esas oportunidades llegó con una pala plástica de recoger basura que estaba en su casa para ayudar a sacar la tierra, porque le parecía que el trabajo iba muy lento y no iba a alcanzar a verlo concluido, así que se sentó a mi lado en el pozo que estaba excavando y entre las dos pudimos sacar una vasija casi entera con hermoso decorado… pero el resto del grupo no podía entender por qué nos pedía las cosas con tanta premura o por qué cambiaba de humor con facilidad… ya que se molestaba porque no leíamos de inmediato algún material que nos enviaba por correo electrónico o por qué alguno no entregaba los trabajos en los tiempos estipulados.

  OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Excavación en Tamuco 2016. De izq. a der. Fanny Zulay Rojas y Annie Vásquez

 

Son muchas cosas que me harán recordar a la Profesora Fanny Zulay, un día fuimos a visitarla con el profesor Chemané Arias de la UPTM y llevarle unos trabajos a su apartamento en San Cristóbal porque estaba un poco delicada de salud, y tanto mis compañeros como yo pensamos que debería estar dedicada a su tratamiento médico, pensando más en ella, en cuidarse, pero mientras compartíamos un café con pan nos dijo: terminé de escribir un libro sobre la medicina tradicional Tachirense, ya se lo envié con el Director de Cultura al Ministro de Cultura para que me lo publiquen…  ella fue un digno ejemplo de perseverancia y voluntad. Su compromiso con la gente lo pudimos sentir con su interés por nuestra comunidad de arqueología, estaba recibiendo tratamiento médico y estaba muy débil físicamente, pero aun así seguía pensando que debía ayudar a transmitir esos saberes de la gente sencilla y que todos llevamos en lo más profundo nuestro ser.

La profesora Fanny partió hace más de un mes y la emoción al hablar de ella es casi igual como cuando llamé a la doctora Clarac para darle la noticia y me aconsejó no llorarla, lo que traté de hacer durante el viaje para ir a su funeral, lágrimas que no pude contener cuando al llegar a La Grita ese día entre niebla y llovizna pensaba en que no podría llegar a su casa porque sabía que ya no estaría recibiéndome con los brazos abiertos, con sus historias, su hospitalidad… su caldito de papas, su compañía… y entrar a la iglesia que como una maravillosa sorpresa póstuma para una defensora del patrimonio estaban restaurando… ver que no había un puesto vacío y ver a la mayoría de mis compañeros quedarse de pie… escuchar a la final de muchos acuerdos de duelo a su esposo custodiado por sus tres hijos despedirse de ella y solicitarnos un fuerte aplauso que no tenía fin… y caminar hasta el cementerio donde la multitud se agolpaba sobre las tumbas temiendo tener que decir lo que nadie quería… adiós querida amiga!!!

Annie Vásquez
Integrante de la Comunidad de Arqueología Táchira
San Cristóbal, 21 de Julio 2017

1 ROJAS MORENO, Fanny. (1993) Humogría. Acercamiento etnohistórico a la población prehispánica de La Grita 1558 – 1660. Publicaciones El Riel. Estado Táchira. Venezuela.

Share this

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *