Puropié – El otro lago (Reseña)

Artes Escénicas

Fernando Carrero @fjcarrero Existe un poder blanco, lleno de luz, en el que belleza y pureza se combinan en un espíritu inmaculado, inocente y casto, pero está condenado a luchar eternamente contra un poder negro, plagado de sombras, en el que deshonra y lujuria se concentran en un espíritu impuro, una entidad cuya malicia fatal sin embargo nos resulta profundamente atractiva. El ser humano es casa de ambas energías y desde el arte siempre intentamos atraparlas definitivamente, para hacer representaciones del “bien”, del “mal” y de esa lucha interna, externa y sobre todo, eterna. En esta oportunidad, la ciudad de

Fernando Carrero

@fjcarrero

Existe un poder blanco, lleno de luz, en el que belleza y pureza se combinan en un espíritu inmaculado, inocente y casto, pero está condenado a luchar eternamente contra un poder negro, plagado de sombras, en el que deshonra y lujuria se concentran en un espíritu impuro, una entidad cuya malicia fatal sin embargo nos resulta profundamente atractiva.

El ser humano es casa de ambas energías y desde el arte siempre intentamos atraparlas definitivamente, para hacer representaciones del “bien”, del “mal” y de esa lucha interna, externa y sobre todo, eterna.

En esta oportunidad, la ciudad de San Cristóbal fue testigo de esta pelea en una versión personalísima de El lago de los cisnes creada por Liz Pérez y su compañía Puropié Danza Contemporánea bajo el título de El otro lago. La historia de amor imposible entre Sigfrido y Odette volvió a fascinarnos con  los movimientos de una nueva generación de bailarinas, acompañadas de intérpretes experimentadas.

“Fue como estar en un sueño”, dijo una espectadora al salir de la sala. Y es que en El otro lago, el escenario aparece convertido en un espacio libre para la exploración de técnica corporal moderna y reminiscencias del ballet, mezcla sutil que consigue un resultado estético particular, con un toque experimental producto de una investigación.

Odette es amor puro, Odile, traición. Durante la función, las bailarinas de Puropié ya no son más bailarinas, son realmente cisnes, mojando sus picos y salpicando belleza al espectador. La malvada Odile, acompañada de hermosos cisnes negros, con sus oscuras artes logra engañar no solo al príncipe Sigfrido, sino al público que vibró con cada movimiento.

Odette flotó en el espacio escénico interpretada dignamente por la talentosa Dayana Duarte, quien hizo derroche de su compromiso con un personaje icónico para la danza en occidente. Dayana destaca entre las bailarinas de Puropié por su capacidad de transmitir emociones acompañadas de técnica corporal y elegancia. En Odett, conmueven su ingenuidad y pureza.

Anger Moncada, en el rol del príncipe Sigfrido luce cada vez más acoplado al trabajo de Puropié. Enamorado de la bella Odette, en El otro lago Sigfrido parece hacerle el amor a su amada en escenas por demás románticas que tienen como prioridad los cuerpos y el contacto físico.

Pero al igual que en la historia original, el terrible brujo Rothbart se encarga de asechar a Odette y envía a su hija Odile para embaucar definitivamente a Sigfrido, lo cual desilusiona a Odett, perdidamente enamorada del príncipe. Pero pasemos a otros elementos de la puesta en escena.

La iluminación tiene una paleta de colores que se mantiene entre los límites del azul claro, que evoca tranquilidad, pasando por el oscuro mar azul durante la noche y el violeta, que remite a una transformación al tiempo que abre posibilidades de captar mejor la música de Tchaikovski.

En cuanto al vestuario y maquillaje del elenco, excepto por Rothbart, concuerda con lo que Puropié acostumbra: prima la interpretación y el cuerpo, vestuario y maquillaje no interfieren ni distraen, sino que acompañan a los bailarines, se mantienen sobrios, minimalistas. Los vestidos en blanco y negro: el bien y el mal.

Es evidente que Puropié ha continuado su búsqueda de nuevas formas de movimiento, que el talento y la capacidad dancística, acrobática y simbólica corporal bajo la dirección de Liz Pérez sigue ganando terreno. Sin embargo, hay que decir que se extrañó el avance en cuanto a la capacidad interpretativa de los bailarines y el uso de textos que se había logrado en piezas como Espiral del silencio o Así fue y que acercaban mucho más a la compañía a la danza teatro.

No obstante, el uso de texturas, esta vez con agua y pequeñas plumas, sumado a los recursos fonéticos usados por las intérpretes durante ciertas escenas, sigue recordando el trabajo del Tanztheater Wuppertal Pina Bausch.

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Pero el montaje tiene ciertos desatinos si de redondez estética podemos comentar. El personaje de Rothbart, interpretado por el bailarín Oswaldo García,  invitado de la Compañía Tespis de Mérida, no termina de encajar dentro de la propuesta estética de El otro lago, no sólo por las características del vestuario, que rompe con el trabajo minimalista de la compañía y particularmente de esta pieza, sino que su trabajo corporal e interpretación es distinto con respecto al resto del elenco. Pareciera un personaje de otra obra que apareció de casualidad en medio del lago. Sin duda un trabajo meritorio si se piensa totalmente fuera del contexto de esta pieza.

Con todo, El otro lago es una versión que deja al público con ganas de más, los minutos se hacen volátiles y desaparecen con las bailarinas detrás del telón, es una pieza que mantiene al público atento. “ya sé, yo creo que él la engañó a ella con la de negro, y ahora ella está muy molesta”, dijo en susurros una niña a su mamá durante la función, “me super-encantó”, dijo otra pequeña a su padre al salir del teatro. Ellas vibraron con la puesta en escena, con la música y la tragedia rusa, eso habla del compromiso de Puropié en sus obras.

Unos cisnes blancos recibieron al público en la entrada del teatro y al final éste ovacionó al elenco entero. Un público que continuará atento a los próximos trabajos de esta compañía de danza contemporánea que nos sigue sorprendiendo gratamente y se ha convertido a costa de trabajo ininterrumpido y pese a las adversidades, en una agrupación profesional, representativa de esta región del país.

 

Ficha Artístico/Técnica – El  Otro Lago –Puropié Danza Contemporánea

Cisne Blanco: Dayana Duarte

Cisnes Negros: Elimar Montes, Lorena Méndez, Tibaire Viloria, Nazaret Pabón

Príncipe: Anger Moncada

 

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