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Entrevista a Obitual Pérez por su obra “Crónicas Verdes”

 

Por: Y. Alviárez  y Yaslyn PacheVa. 

 

La Editorial FundaJAU no solo va en función de incursionar en varios géneros, continuar con el proyecto de narraciones de ciencia ficción La Jauría Intergaláctica sino también desarrollar y ampliar subgéneros, como es el caso del Greenpunk, un sentimiento ecológico, que da la oportunidad de acercar el latido de la naturaleza a los lectores. Ejemplo de esto, Crónicas Verdes, que contiene 36 microcuentos con influencia greenpunk, que narra, a causa de una modificación genética, el surgimiento de una especie verde que se subleva dentro del caos.

Su autor, Obitual Pérez, es un escritor y poeta tachirense,  miembro de la Fundación JAU. Tiene publicaciones como: El Suspiro Ausente(2007), Sal Sol(2008), Las Flores del Caos(2018), Otomía(2011), El Niño Astronauta(2019); también ha participado en varias antologías, de poesía: Unos Tipos de Frontera(2012), Pocetica de Cristal(2012), y de ciencia ficción: El Engrama(2018), Umbrales Virulentos(2020). Obtuvo por su cuento El Arquitecto Verde el primer accésit del I Premio Pragma de relato de ciencia ficción de la Fundación Asimov(España, 2020).

Entre tortas de zanahoria, cuentos y risas, se dio una tarde de entrevista con el escritor Obitual Pérez, quien durante ese rato, y en repetidas veces, no reparó en apartar con su mano a una desorientada hormiga de una caótica red arácnida, entretejida en la parte inferior de su escritorio; mientras respondía preguntas referentes a su obra “Crónicas Verdes”.

Obitual Pérez

 

¿Cómo surgió la idea de realizar “Crónicas Verdes” y por qué en microcuentos?

Después de haber leído Crónicas marcianas me dieron ganas de escribir, la inspiración no era poca, el influjo venía de uno de los libros más memorables del género. Me fascinó la forma en que estaba escrito, cada capítulo es un cuento que funciona perfectamente sin el conjunto pero todos los capítulos conforman un corpus sólido y cohesionado que responde a una misma visión de la sociedad de aquel entonces y que aún hoy puede encontrar correspondencia. Tratando de copiar esta estructura comencé a escribir microcuentos independientes que fuesen piezas de un mismo mundo, y así nació Crónicas verdes, como un pequeño homenaje a Bradbury. Opté por los microcuentos porque me siento muy a gusto escribiendo en la brevedad, lo cual es fácil de entender porque me inicié escribiendo poesía, incluso siento que algunos de los microcuentos de Crónicas verdes parecen más un poema que un microcuento… lo cual no me incomoda.

 

Una obra literaria tiende a estar nutrida de otras fuentes ya sean estas literarias o de otras artes ¿Cómo ha sido en el caso de Crónicas Verdes? ¿Cuáles han sido sus influencias literarias?

En principio diría que Crónicas marcianas de Bradbury, pero al asumir el greenpunk diré que fue un aventurarse en lo desconocido, porque es un subgénero relativamente nuevo, no tenía referencias literarias tan específicas, la referencias venían del cine y la TV, de películas de cifi que tampoco fueron concebidas como greenpunk pero que se acoplaban a sus premisas, tales como: Los últimos días(2013) de los hermanos Pastor, Waterworld(1995) de Kevin Reynolds, Jurassic Park(1993) de Steven Spielberg, Nausicaä del Valle del Viento(1984) de Miyazaki y Stalker(1979) de Tarkovski. Pero hay influencias literarias que aunque no son propias del género Cifi terminan aflorando del subconsciente, y permeando la obra tales como: Canaima(1935) de Rómulo Gallegos, de donde extraje el epígrafe más preciso que hubiese podido encontrar, otra por ese estilo sería La Vorágine(1924) de Eustaquio Rivera. Y es que ambas novelas tienen como columna vertebral a la selva, a la naturaleza, una tan indómita que es capaz de devorar la racionalidad del hombre “civilizado”. Creo que también afloraron influencias de las Cartas desde la selva (1989) de Quiroga.

 

Cuando nos enfrentamos al texto observamos que está compuesto por 36 historias que narran diferentes etapas de un planeta que parece destruirse y reconstruirse, de hecho, me hizo rememorar el proceso de formación del planeta tierra, sin embargo, al finalizar el texto nos topamos con que no ha sido una evolución procesual, ¿podría explicarnos el tiempo como transcurre en la obra?

No hay un orden cronológico, lo cual es contradictorio respecto al título. La obra se presenta como un rompecabezas sin armar y el tiempo se comporta de igual manera. En todo caso creo que se trata de un tiempo bastante extenso. Se perciben épocas pre-apocalípticas donde los hombres y la sociedad como la conocemos experimentan genéticamente con cruces vegetales-animales, luego hay una época posapocalíptica donde solo se perciben supervivientes, se aprecia la evolución de una nueva humanidad con tendencia vegetal, dicha evolución supone un tiempo largo, incluso se menciona un momento en que todo ha sido inundado, todos estos acontecimientos conforman un paisaje epocal bastante extenso, de allí que no hayan protagonistas, porque no podrían estar presentes en un tiempo tan vasto. El protagonismo lo tiene un gen cuasi-vegetal (el fitogen). Vemos como este fitogen evoluciona pero no en un sentido lineal, creo que el caos cronológico enfatiza el escenario posapocalíptico e invoca una temporalidad en gran medida inhumana.

 

Algo que resulta interesante es detenerse en el número de narraciones “36”, indagando por la web se descubre que es un número asociado a la filantropía, al optimismo e idealismo, lo que me hizo preguntarme si este elemento lo tomaste en cuenta para estructurar la obra y cómo lo circunscribes dentro del escrito, pues parece enmascarar una mofa debido a que se mantiene una cultura de violencia pues los nuevos seres, aunque muy distintos de la especie humana heredan su violencia.

Sí, el “36” enmascara algo, pero no es una mofa, prefiero que el lector intente desentrañarlo. Para mí los números, como las palabras, son símbolos polivalentes, y me gusta usarlos en ese sentido. Respecto a la violencia, no sé si fuera heredada, la lógica de la trama dicta que sí, pero mi intención es más sencilla, y gira sobre la idea de que los árboles y las plantas en tanto seres vivos están en desventaja por su falta de movilidad y por su mansuetud, así que en este escenario distópico tienen la oportunidad de defenderse, es como imaginar una justicia devenida deuda histórica, una nueva vegetación que ya no permitirá que le arranquen las hojas o los pétalos por capricho, eso supone una sociedad donde el respeto debe ser replanteado, y la convivencia, así como la tolerancia, deben ser un ejercicio crucial para la supervivencia, algo que la actual sociedad de consumo no logra vislumbrar y mucho menos instaurar como práctica esencial del convivir.

 

En las narraciones Homotecno y Tecnófito hay un rechazo hacia la tecnología, sin embargo en Reverdece, el último microcuento del libro, nos sitúa en un nuevo comienzo que pareciera ser próspero y esto es gracias a los avances científicos, este hecho resulta paradójico, ¿puede explicarnos su intención al escribir estos textos?

Si no hay paradoja no hay vida. El greenpunk no nos habla de un retorno de la humanidad a un estado silvestre, lo que sería un retroceso sin sentido alguno, la propuesta es conciliar nuestros avances tecnológicos con la naturaleza sin daños al planeta, no es mucho pedir que se den la mano y sean amigables. Homotecno habla del divorcio indiscutible de la civilización moderna respecto a la naturaleza, algo muy sabido pero que hay que recordar permanentemente. Tecnófito no necesariamente está contra la tecnología, está en contra de la tecnología invasiva e irrespetuosa, también invoca posturas y facciones fáusticas peligrosas que creen que a futuro no necesitaremos de la naturaleza, lo cual es una manera egoísta de perpetuarse. Y Reverdece lo dejé para el final porque es la esperanza, pero no la esperanza para la humanidad sino para una nueva humanidad que sí armoniza con la naturaleza, una humanidad que se sabe parte indivisible de ella.

En la obra hay una constante que es la guerra, se da de diversas formas y en diferentes escenarios. Lo que nos lleva a las palabras del escritor alemán Thomas Mann: “La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”. Siendo así, en su opinión ¿Qué justifica la guerra? En esta era del conocimiento y tecnología ¿Por qué el ser humano parece seguir siendo un incesante Ares?

Sospechosamente la tecnología ha estado muy del lado de la guerra. La guerra es injustificable, es el lado oscuro desbordado, pero por más siniestra que nos resulte pienso que la guerra es inmanente al ser humano, por más monstruosa que sea siempre termina por hacerse presente, incluso figura en las cosmogonías y los mitos más antiguos. Sin embargo podríamos modificar la forma o el formato en el que se presenta, eso, con voluntad, podríamos lograrlo. Así como cambiamos la esclavitud de los latigazos por la clase trabajadora asalariada-explotada la cual, a futuro, podría ser sustituida por una legión de robots que hagan el trabajo…(ironía)

 

En Crónicas Marcianas se señala que los marcianos llegaron a la conclusión de que vivir en armonía con la naturaleza y animales era lo ideal. En tu obra, en síntesis, parece que haces un llamado a retornar a la naturaleza,  un mundo verde sin tanta tecnología, pero ¿Es el hombre actual capaz de eso, es consciente de esa reflexión?

No se trata de vivir sin tecnología, se trata de tener una tecnología amigable con el ecosistema, que no suponga la devastación de recursos naturales, la desaparición de hectáreas de selva y la extinción de especies animales o vegetales. La humanidad es consciente de esto desde hace largo rato pero se hace la loca cuando se trata de sacrificar o perder capital. Por ejemplo, todos quieren un teléfono móvil pero a nadie le interesa que dinamiten una montaña cubierta de bosque para extraer el coltán que requieren estos dispositivos, somos muy superfluos en ese sentido.

 

En cuanto a este subgénero de ciencia ficción, Greenpunk, ¿Qué expectativas tiene al futuro con respecto a la producción de más obras de este tipo, y de la recepción de sus lectores?

Me interesa seguir desarrollando este subgénero, pero no con exclusividad. Como les dije antes me siento más cómodo escribiendo relatos breves, sin embargo escribí mi primera noveleta y está dedicada al greenpunk, con ella me gané un accésit en el concurso de la Fundación Asimov (España) del 2020 y está en espera de publicación. Considero necesario y urgente mantener el dedo en la llaga del problema ambiental y el greenpunk es ideal para desarrollar críticas e incluso ser propositivos. Además, con la actual pandemia, el imaginario greenpunk se hizo presente en muchos lugares donde los encerrados humanos vieron algunos animales salvajes por las calles de sus ciudades. Esto no significa que la naturaleza siempre vuelve, debemos saber que hay especies que están extinguiéndose y nunca volverán, y esa responsabilidad pesa sobre nuestros hombros. Hoy por hoy tenemos el poder de salvar muchas de ellas, pero los esfuerzos que se hacen al respecto palidecen ante el avasallante e inescrupuloso accionar de corporaciones fáusticas y grupos humanos indolentes.

 

Una vez en un documental, llamado Planeta Tierra se señalaba que la esfera terráquea podía soportar todo, absolutamente todo, no importa cuántos daños e impactos por parte del hombre sufriera la tierra, ella tiene su lento proceso de regeneración, en cambio el hombre pareciera que solo busca su propio exterminio. ¿Qué consideraciones tiene usted al respecto? ¿Cómo, el Greenpunk, podría interrumpir o irrumpir en la situación autodestructiva del hombre y en la escena actual?¿En qué medida este subgénero puede intervenir o aportar?

Prefiero no ser tan optimista, es cierto que el planeta tiene una capacidad de regeneración increíble, pero también es cierto que la capacidad de destrucción humana es igualmente increíble. En el 2019 se extinguieron 24 especies entre plantas, mamíferos, aves y reptiles, esa cifra crece cada año, y esos son vacíos donde no habrá regeneración. Los escritores que tocamos estos temas hacemos un pequeño aporte, se podría decir que propagamos la preocupación, hacemos una labor de difusión y reflexión, algo necesario pero minúsculo si lo comparamos con la descomunal dimensión del problema.

En una entrevista, Eduardo Lalo señala que “somos producto de una historia que no controlamos”, que esto somos, un crisol latinoamericano, consecuencia de hechos históricos. En su obra, la hibridación de los neófitos puede compararse un poco al mestizaje americano, “…Resultaron iracundos y sensibles a ofensas. Como si en su herencia genética hubiesen venganzas sin cobrar…” hay una discriminación, una segregación, que hace cuestionar ¿Por qué el cainismo, por qué la problemática de aceptar al prójimo tal cual es?

Con esta pregunta volvemos al conflicto con la otredad, uno de los temas más recurrentes de la ciencia ficción. Una otredad que siempre está en el ojo del huracán, muy presente en el pensamiento contemporáneo con las filosofías de género y los feminismos. El monstruo o el extraterrestre de la ciencia ficción también es la mujer, el extranjero, el migrante, el sintecho, el negro, el mestizo, el indígena, los locos, los viejos, todos los que conforman la comunidad LGBTIQ+, y aunque suene raro y extravagante, la naturaleza también es una otredad, lo ha sido para el hombre moderno, y creo que una modernidad encumbrada debe dilucidar caminos para integrar esas otredades. La ciencia ficción, a su manera, se ha prestado para esa empresa.

 

Como si fuera parte de una de las experimentaciones del Dr. Mengele “ángel de la muerte”, se nos arroja Florestia, microcuento que sugiere la intervención y manipulación genética, cómo la ciencia a veces puede cruzar límites irreversibles, aunque Florestia también parece otorgar, contradictoriamente, el origen a un mundo ideal, como si se dijese que el progreso humano surge de romper condiciones éticas, siendo así ¿Cómo cree que quedaría la integridad y libertad del hombre al seleccionarse artificialmente la especie?

Florestia realmente es un relato contradictorio, plantea que el ser desechado del experimento científico puede convertirse en la solución porque su potencial era invisible a los ojos humanos. Pero también plantea el papel del azar en el juego de la ruleta que supone la manipulación genética. Respecto a la integridad y la libertad pienso que son dos nociones peligrosas por comportarse como espejismos y han sido causantes de muchas tragedias a lo largo de la historia. Son conceptos que se plantean como concretos y su naturaleza es de total ambigüedad. ¿Qué tan íntegro se puede ser? ¿Se puede ser íntegro ante circunstancias atenuantes? ¿no es la libertad una utopía? ¿por qué en nombre de la libertad el hombre ha desatado guerras que han acabado con la vida y la libertad de muchos otros hombres? La manipulación genética es buena cuando mejora una especie que servirá de alimento a muchas personas pero es mala cuando produce semillas estériles que obligan al agricultor a volver a comprar si quiere una nueva cosecha, esta balanza desequilibrada pareciera inmanente a la humanidad, a sus miserias y a sus virtudes, una humanidad irreconciliable consigo misma que busca temerariamente asumirse como un Dios y controlar la vida… ¿Estamos preparados para eso?… Yo diría que no…

 

Haciendo un contraste, en el microcuento Florestia vemos al parecer seres arrogantes que experimentan y abusan de la tecnología, mientras en el microcuento llamado Elementales, otros seres se conectan con sus raíces ancestrales, ante esto y haciendo un balance del mundo actual surge la interrogante ¿Es posible una degradación humana como consecuencia del progreso tecnológico? Y si es así ¿Cómo volver a conectarse con las raíces ancestrales?

Esta pregunta me gusta mucho, porque es de las más recurrentes en mi cabeza y de ella se han desprendido muchas de mis historias. No es un secreto que estamos parados en un umbral tecnológico que definitivamente está trastocando (no sé si degradando) la condición humana como solíamos concebirla. El ciborg dejó de ser ficción desde hace mucho dados los avances tecnomédicos que permiten sustituir una cantidad considerable de órganos y partes del cuerpo por piezas artificiales. Estamos ante el despertar del monstruo creado por la pionera de este género literario, Mary Shelley. Somos el científico y el monstruo al mismo tiempo, la pregunta reformulada sería: ¿Ese nuevo ser humano puede vivir en armonía con la naturaleza, puede mantener conexión con su pasado? La evolución es natural a todo ser vivo, pero siendo seres pensantes estamos obligados a reflexionar sobre ella y más aún cuando tenemos la potestad y la capacidad para desencadenarla y darle la dirección que se nos antoje.

 

La línea: “…Cuán bucólico es este paraíso donde pasado es infamia y futuro distopía.” pareciera indicar que toda su obra es un cántico de protesta, díganos ¿Ante qué se rebela?

Creo que la ciencia ficción, en cualquiera de sus vertientes es un cántico de protesta, es un género ficcional que siempre anda complotando políticamente, de allí que use tanto el “punk” como sufijo en sus etiquetas: cyberpunk, steampunk, dieselpunk, biopunk o greenpunk. Recordemos que el movimiento punk fue altamente subversivo y anarquista. Los escritores de cifi tenemos algo de subversivos, solo que preferimos infiltrarnos en el sistema para detonarlo desde la conciencia. Se trata de tener el dedo en la llaga para sentir la vida. No me rebelo ante nada en particular, al final creo que todos nos rebelamos contra las sombras malsanas de nuestro propio muladar, contra las tinieblas que desatamos, contra la estupidez humana.

 

¿Qué quiere transmitirle a los lectores con el escenario cronicaverdiano?

Si lograra refrescarles la sencilla idea (ya conocida por todos) de que las plantas y los árboles son seres vivos y merecen nuestro respeto, me doy por satisfecho.

 

¿Cómo definiría su estilo de escritura en esta obra?

Creo que el “estilo” es algo fundamental en cualquier área de creación artística, incluso creo que es importante para la vida cotidiana. Pero todavía me considero un escritor muy incipiente como para tener un estilo claro, ni siquiera sé si estoy buscando uno. Supongo que se dará de forma natural con el tiempo y la práctica, además, debería ser menester de la crítica especializada hablar del estilo de tal o cual escritor, que el propio escritor lo haga es un ejercicio del “yo” para el cual tampoco estoy cualificado.

 

Es sabido por muchos que usted posee varias facetas artísticas, sería interesante conocer un poco su proceso creativo, ¿Cómo influyen estas facetas en su escritura? coméntenos por ejemplo ¿Parte de una imagen para el desarrollo de los relatos?

Para desarrollar un relato puedo partir de cualquier cosa o de cualquier lugar, me gusta que sea así, sin embargo debo confesar que me siento un bicho raro en el mundo de la ciencia ficción (creo que es un buen mundo para los bichos raros). Pero lo digo porque no soy de los que se especializan, no me la paso leyendo o escribiendo ciencia ficción. A veces escribo poesía, a veces hago investigaciones teóricas de diversas temáticas (generalmente estudios culturales y artísticos) y leo cosas variadas; sobre arte, poesía, teoría, ensayo, crítica. Esto es raro porque no te brinda la tan ponderada “especialización”, pero sí te brinda una perspectiva distinta y fuentes diversas de inspiración, y con eso me siento a gusto.

 

En una sociedad sistematizada, donde la lectura puede ser subversiva e incomodar al poder ¿Cuál sería la función del autor? ¿Cuál cree que sería el papel del escritor en el mundo de hoy?

La palabra clave está incluida en la pregunta: Sistematizada. Todo tiende a sistematizarse, incluso el mundo de las artes y la creación que suele dárselas de subversivo, incluso en la ciencia ficción pueden verse trazas de sistematización. Así que el papel del escritor sería narrar historias que propicien la des-sistematización, y esa no es una tarea fácil, por el contrario, pienso que es titánica, pero hay que intentarlo.

 

Varios de sus escritos pueden ser encontrados en antologías. ¿Podría comentarnos un poco sobre esa experiencia?

Hasta la fecha solo figuro en siete antologías (no incluyo revistas), y eso a simple vista me hace ver como un escritor bien posicionado, pero es pura ilusión, porque de las siete antologías cinco han sido publicadas por mí, de las otras dos; una fue un concurso y la otra una invitación de unos amigos que tenían un proyecto editorial. Claro, no hay que desestimar la autopublicación, pues tiene sus méritos, pero no supone un posicionamiento, hablamos de una movida independiente, un sitio cuya principal ventaja es la total libertad creativa, donde puedes tener injerencia en los más mínimos aspectos editoriales, por lo que es un corpus muy auténtico, una experiencia que recomendaría.

 

¿Querría hablarnos sobre otras obras de su autoría que podamos encontrar en el mercado? ¿O qué otros proyectos tiene en mente?

Si revisan mi blog(http://obitualperez.blogspot.com/) podrán ver las obras que he publicado, muchas de ellas están disponibles en Amazon. Recientemente publiqué un poemario cifi al que titulé La constelación de la estrella solitaria, donde me mantengo en desarrollos escriturales breves y explorando el espacio sideral en lo que los expertos del género denominarían una space opera, se trata de una poesía que pienso seguir cultivando porque se aleja de esa poesía convencional que se encuentra por toneladas dondequiera. Y, respecto a otros proyectos, por ahora solo tengo pensado seguir escribiendo ciencia ficción porque estoy motivado con la colección La jauría intergaláctica, que al sol de hoy ya cuenta con 4 títulos y esperamos seguirla nutriendo, a ver hasta dónde puede llevarnos.

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