Lo visual espiritual este viernes en Café Bordes

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Sobre la muestra de arte visual que se inaugura este viernes 9 de junio a las 4pm en Bordes Galería-Café, el poeta y escultor Carlos Cruz Aceros ha escrito lo siguiente: La pintura de Blanca Suárez Botero se desarrolla y actúa como detonadora de experiencias visuales sensibles. En la gramática de su obra, la línea surge como síntoma, no como accidente gestual gráfico. Es el elemento sintáctico que revela la expresión de su emoción, significados en los que se envuelve en un acto de introspección comunicativa. Su obra impulsa una asociación entre el intelecto y el sentir, entre el pensamiento

Sobre la muestra de arte visual que se inaugura este viernes 9 de junio a las 4pm en Bordes Galería-Café, el poeta y escultor Carlos Cruz Aceros ha escrito lo siguiente:

La pintura de Blanca Suárez Botero se desarrolla y actúa como detonadora de experiencias visuales sensibles. En la gramática de su obra, la línea surge como síntoma, no como accidente gestual gráfico. Es el elemento sintáctico que revela la expresión de su emoción, significados en los que se envuelve en un acto de introspección comunicativa. Su obra impulsa una asociación entre el intelecto y el sentir, entre el pensamiento y el sentimiento en una producción de intensidad simbólico-cognitiva; que sin duda funde el conocimiento con el sentimiento en una experiencia estética gratificante.

blanca suarez botero

Ahora bien, aquí es preciso señalar que aunque nos movemos y vivimos a partir de lo que vemos, lo hacemos en relación a lo que no vemos. En toda percepción, el referente permanece invisible a los ojos. Al contemplar algo, no se distinguen más que ciertos aspectos de lo observado en virtud de los cuales, se intuye una totalidad que no está presente ante los ojos. Pero la dialéctica entre lo visible y lo invisible no se agota en la relación entre los aspectos tangibles e intangibles, alcanzando dimensiones impalpables; esa aura sutil de lo invisible espiritual. Esa mirada hacia lo invisible que constituye el componente que la mente produce: la imagen. El mundo está ciego: hay imágenes de más, una especie de polución. Nadie puede ver nada. Es preciso atravesarlas para encontrar las verdaderas imágenes en la acción de mirar lo visible, viendo lo invisible. Esta dimensión de la dialéctica visual se concentra en la obra pictórica de Blanca, puntualizando la ambigüedad de la imagen entre sus elementos denotativos y significativos, es decir, lo que la pintura muestra, lo que se ve no se consuma en su materialidad plástica, si no en la tensión icónica entre lo visible y lo invisible donde la acción receptiva visualiza lo invisible que sobrepasa la neta visión. La divergencia entre lo visto y lo invisible, que puede ser el original o lo etéreo de un sentir, diferencia entre el accidente y la sustancia, entre el fenómeno y la cosa en sí, entre el signo y el referente, o la presencia y la esencia. Pero no se puede saldar como una relación de correspondencia semiótica; debe ser contemplada como la operación de envergadura crucial en su representación pictórica, es lo que da la clave convirtiendo lo sensible en espiritual. Es eso lo que logra nuestra artista en su ejecución sensible, sobrepasando la simple e ingenua realización, al verter eso invisible en lo visible. Es eso mismo que en la mirada sensible se produce infundiendo una vibración en la acción perceptiva de lo invisible a través de lo visible por parte de una apreciación artística educada. Este es el campo de juego de la imaginación, un campo de juego fructífero que se desenvuelve con los recursos tangibles de la pintura originando la imagen indescifrable que sentimos al observar su obra, que nos remite a ese algo invisible que se nos hace visible a través de lo pictórico.

blancasb

Por años, Blanca Suárez Botero ha perseguido ese intangible, esa dimensión espiritual, involucrándose en el arte como mediación hacia lo Absoluto, rebasando la esfera consciente y racional. Lo reafirma en esta exposición donde la mano es el corazón, como un texto de Antoine de Saint-Exupéry: «Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos». Su obra es la constancia de una combinación entre dos planos visuales, uno de orden simbólico y otro de orden real, enfatizados a lo largo de un eje horizontal o vertical que entre si despliega un discurso de atmósferas. Trazos, destacados gestos que fraccionan partes significativas y que se mantienen sin colapsar, pareciendo indicar una tensión ideológica que a su vez tiende a quebrarse o unirse en su evolución artística con la tendencia a objetualizar el cuadro que se despega del muro, adquiriendo un sentido de espacio real donde la constante investigación es una introspección personal, evolucionando tanto formal como conceptualmente, para impulsar en sus obras una coherencia y solidez del planteamiento que sostiene su mensaje plástico donde lo «invisible», lo esencial, es demarcado y apuntado a través de la sensualidad sonora de las imágenes. De sombras proyectadas como hilos que se extienden más allá de su realidad perceptible involucrando al espacio que gira y vincula realidades distintas. Conciencia plástica que lo poético otorga a su sensibilidad artística: el entrelazado, la trama y el tejido… como recuerdos repletos de figuras que se transforman en una metáfora en un laberinto de sueños que se sobreponen rebasando superficies. Una cadencia sonora se expande: como un sonido de extrañas campanillas, como un rumor apacible que instaurar un efecto que subyuga, disponiendo al espectador a reflexionar percibiendo imágenes que descubren lo visible en la urdimbre que divide y forma el espacio y vínculos de una realidad, que a su vez determinan nuestra existencia. Esta existencia que es percibida en los planos representados por esos lienzos, que en su abstracción pintada remiten a otras realidades invisibles. Blanca Suárez Botero reafirma su espiritualidad en el esfuerzo de plasmar a través de lo tangible plástico las dimensiones impalpables que percibe, las redes que unen las situaciones, las fuerzas que animan la existencia. Su trabajo apunta a experimentar lo sublime escondido en los aspectos desapercibidos de la experiencia, y que sobrepasan nuestras limitaciones humanas.

Carlos Cruz Aceros  – Mayo de 2017
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