La realidad en “Crónicas de Acirema” de Antonio Mora

Literatura, Publicación

Sin dudarlo, “Crónicas de Acirema” es un texto referencial de la literatura tachirense. En él, lectores de todas las edades han sido testigos de que un texto raro, diferente, novedoso, puede ver la luz en cualquier espacio geográfico. Precisamente, la rareza del libro radica en que el absurdo, el recurso irónico, es el artilugio empleado por el autor para mostrar un retrato de la realidad regional, nacional y latinoamericana. Sobre el retrato de esa realidad social en la literatura venezolana comenta la profesora de la Universidad Central de Venezuela Antonietta Alario. Al leer el ensayo eje de esa investigación, “La

Sin dudarlo, “Crónicas de Acirema” es un texto referencial de la literatura tachirense. En él, lectores de todas las edades han sido testigos de que un texto raro, diferente, novedoso, puede ver la luz en cualquier espacio geográfico. Precisamente, la rareza del libro radica en que el absurdo, el recurso irónico, es el artilugio empleado por el autor para mostrar un retrato de la realidad regional, nacional y latinoamericana.

Sobre el retrato de esa realidad social en la literatura venezolana comenta la profesora de la Universidad Central de Venezuela Antonietta Alario. Al leer el ensayo eje de esa investigación, “La visión de lo social en la narrativa actual” (2012), se presentan comentarios que encajan de manera ideal como descripciones a lo que las “Crónicas” retratan desde la óptica de su autor. Para Alario, el referente social (que sería América en el texto de Mora) sufre “transformaciones (…) que se relacionan con los sistemas de conocimientos, creencias, normas, juicios y posturas ideológicas del escritor” (P14; 2012), es decir, quien escribe un texto literario moldea la realidad desde su subjetividad. Eso hace Antonio Mora; como habitante del territorio al que indirectamente se refiere, conoce la realidad social, cultural, política e ideológica que le rodea, y la plasma en su libro con una madurez narrativa que hace fácil la lectura de las crónicas.

El texto

El argumento de las “Crónicas de Acirema” apunta a la existencia de una sociedad continental formada por territorios independientes que comparten más costumbres de lo que imaginan. Publicado en 1980, el texto aborda una ficción que se presenta al lector desde el inicio de la lectura, ya que se explica el hecho de que el territorio de Acirema es descubierto, a pesar de que existe en un plano temporal definido en el presente. A través del descubrimiento del territorio aciremense, el autor presentará el universo cultural que compone dicho territorio; describiendo actitudes de sus habitantes, de sus líderes políticos, de sus pensadores, en fin, de lo que significa poseer el gentilicio continental del territorio.

En las páginas del libro se pueden encontrar alusiones matizadas con un tinte irónico que son el espejo de la realidad latinoamericana. De esta manera, el autor aborda el contexto social desde lo que parece ser una crítica, pero tan minuciosa que resulta más pertinente considerarla como el asentamiento de un juicio de valor personal retratado a través de la palabra literaria. No se desentrañan estructuras ni posturas sociales, no hay interpretaciones de la cultura a la que se refiere en el texto, tan solo alusiones a lo que, presuntamente, el transcriptor -más que autor según Mora- encontró en “un desolado cofre pirata en el fondo de una cueva” (P7; 1980) en Finlandia. Por ello, la consideración al hecho de que la crítica social directa no se presenta en el libro, está como “detrás de cámara”, en otro espacio.

La realidad social

En “Crónicas de Acirema” se alude a la realidad ideológica de los habitantes del territorio que, como ya se comentó, es en realidad un calco americano. Antonietta Alario parafrasea a Van Dijk (1999) para comentar el entender la ideología como “un sistema de creencias socialmente compartidas por un grupo, en las que se sienta n las bases de nuestros juicios sociales” (P15; 2012). Esos juicios sociales colectivos son evidentes en pasajes que aluden, por ejemplo, a las figuras políticas:

…los políticos son unos verdaderos malabaristas del lenguaje, cuya habilidad alcanza hasta para decir a un tiempo “sí” y “no”, “quizá” y “tal vez” (…) Los gobernantes utilizan unos discursos capaces de hacernos sentir agradecidos e importantes aunque en ese momento estemos en el socavón de una mina escupiendo los pulmones (P14; 1980)

Para nadie es un secreto que cada ciudadano tiene una imagen similar a la presentada por Antonio Mora acerca de las figuras que hacen vida política, sea cual sea su inclinación ideológica. Es así como se presenta la imagen de un orador demagogo que solo busca popularidad para mantener un estatus de poder. Precisamente, una de las escenas presentadas que retrata esas escalas del poder en el texto puede leerse de manera independiente, como muchas, para servir de muestra literaria:

Un día un aciremense se dio cuenta de que estaba parado sobre un compatriota. Este descubrimiento lo desconcertó y entristeció tanto que juró dedicar el resto de su vida a reparar tan inicua situación. Todos sus esfuerzos fueron vanos. Sólo antes de morir comprendió que la presión ejercida por quienes a su vez estaban sobre él, le había impedido liberar de su propio peso al compatriota (P41; 1980)

La pirámide del poder que se evidencia diariamente en las instituciones de la sociedad se ve reflejada en esta anécdota del pueblo aciremense, presentando un retrato más de la realidad moldeada por el autor. Es sin duda “Crónicas de Acirema” un texto destacable en la medida en que aspectos de identidad regional, nacional y continental se buscan en textos literarios. Antonio Mora mueve un espacio real a otro ficcional que, paradójicamente, nunca abandona su raíz, y siempre alude al contexto del lector y del autor.

Es por este recurso de acercamiento que las “Crónicas…” es un libro que establece un vínculo singular con quien lo lee. Algo así como lo que ocurre a cualquier lector que se acerca a la obra de Gabriel García Márquez y siente que, de alguna manera, lo narrado en la obra del “Gabo” ya le pasó, lo escuchó, o que sencillamente él sabía que aspectos de la narración eran evidentes, que solo pertenecían de su mundo íntimo, personal, pero que no se le había ocurrido plasmarlos por escrito; el de Aracataca se adelantó en la autoría. Algo similar ocurre en “Crónicas…” cuando el retrato de lo social, de la realidad, que se viene comentando, aparece entre las páginas. Las alusiones a las actitudes del pueblo aciremense y a sus costumbres recuerdan al lector la realidad contextual en la que vive, a pesar de que enfoca la lectura a Acirema, y rescatan de la memoria las evidentes posturas y actitudes que asume el ciudadano común pero que pocas veces es reflexionada.

Evasión del entorno

Aunque el texto de Antonio Mora, como se dijo, no abandona sus raíces referenciales (América), sí representa una voluntaria evasión de la realidad (sin abandonar su calco). Esto recuerda la consideración que ofrece el profesor Ángel Gustavo Infante acerca de dos titanes de la literatura venezolana: José Antonio Ramos Sucre y Julio Garmendia. En “Manifiestos en contexto: Sardio y El techo de la ballena” (2012), Gustavo Infante se refiere a estos dos autores como artistas que evadieron “la mera representación de sus respectivos entornos” para “diseñar mundos paralelos” (P71; 2012). Antonio Mora hace lo mismo, si bien no del todo; escapa de dirigir su manifestación estética a referentes locales, para mostrar una realidad más universal, más “de afuera”, con un paralelismo social novedoso, precisamente por ese alejamiento.

La evasión presentada en “Crónicas de Acirema” no es lo suficientemente distante para desvincular al lector de su contexto. De allí que el libro siga enmarcándose dentro de una literatura que se ve influenciada por su entorno, al tiempo de abordarlo. De esta manera, queda claro que la producción particular del escritor tachirense refleja la realidad, incluso escapando de ella. Más allá de las posibles relaciones que puedan establecerse, partiendo o llegando al libro desde otros libros, las “Crónicas…” seguirá abriéndose paso entre los lectores, entre la narrativa regional, a pesar de haber visto la luz hace ya una treintena de años, y seguirá mostrando el mundo vivido por los habitantes de Acirema, el pueblo americano, a fin de cuentas. (Jhonn Benítez Colmenares)

Share this

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *