La danza de Liz Pérez (Reportaje)

Artes Escénicas

De Martín Pérez Sencillamente agradable, así resulta conversar con Liz Pérez, no solamente porque es una mujer bella, sino porque irradia una energía indescriptible. La bailarina y directora de la agrupación Puropié Danza contemporánea, muestra su lado más humano y revela hechos muy interesantes sobre su vida. Caracas vio nacer a esta talentosa bailarina un cinco de diciembre de 1975. En ese momento, su madre consigue una beca para estudiar fuera del país y decide trasladarse a Francia, lugar en el que Liz pasa los primeros cinco años de su vida pronunciando sus primeras palabras en Francés y posando para

De Martín Pérez

Sencillamente agradable, así resulta conversar con Liz Pérez, no solamente porque es una mujer bella, sino porque irradia una energía indescriptible. La bailarina y directora de la agrupación Puropié Danza contemporánea, muestra su lado más humano y revela hechos muy interesantes sobre su vida. Caracas vio nacer a esta talentosa bailarina un cinco de diciembre de 1975. En ese momento, su madre consigue una beca para estudiar fuera del país y decide trasladarse a Francia, lugar en el que Liz pasa los primeros cinco años de su vida pronunciando sus primeras palabras en Francés y posando para sus fotos iniciales como bailarina. dfeA su regreso a Venezuela, vivió en el Tigre, estado Aragua, hasta que sus padres decidieron asentarse en el Táchira. Liz comienza a estudiar en el colegio Montessori y era todavía una niña cuando su madre la inscribe en el Centro Piloto de danza (hoy Escuela Nacional de danza) pero le pareció que sería muy fuerte la carga para la pequeña y decide pasarla al Ballet infantil del Táchira, transcurría el año 1981. Sobre su ingreso al mundo de la danza, Liz afirma que “mi mamá fue muy acertada porque ella fue la que me metió a bailar desde chiquita, quizá vio mis condiciones o que me gustaba mucho bailar, y de verdad es el espacio en el que siempre me he encontrado muy bien, en la danza”. Sin embargo, además de hacer danza, Liz estudió música, manualidades, gimnasia rítmica y fue scout. Liz pasa a las filas del Ballet Juvenil del Táchira, en donde aprende danza nacionalista y danza tradicional. Entre sus primeros maestros está el profesor Rubén Darío Álvarez, de quien recuerda el nivel de exigencia. Allí pasaría varios años desempeñándose como bailarina. Su encuentro con la danza contemporánea fue a través de una función dirigida por la profesora Esperanza Plazola, en un grupo llamado Creadanza “y aquello me pareció fascinante, ví que era otro código y que allí podía estar mi espacio”, recuerda Liz Pérez. Es así como comienza sus estudios en danza contemporánea con profesores como Iván Bautista (aún profesor de la escuela), Sara Robi, Francesa, que en ése momento vivía en San Cristóbal, y Esperanza Plazola. Liz tenía a su favor toda una formación en gimnasia rítmica, que la ayudó a tener ciertas condiciones físicas que se requerían, pero además sus estudios de danza tradicional la capacitaron en otros elementos como la postura, el ritmo, el desplazamiento en escena, habilidades de las que podía disponer en la danza contemporánea. Puropié El origen de Puropié danza contemporánea viene de un grupo dirigido por Tibairé Useche llamado El Puropie, del que Liz Pérez formaba parte. “Tibairé decide ir a probar suerte en otras partes del mundo y quiénes estábamos con ella en el proyecto le dijimos que queríamos mantenerlo, hicimos algunos cambios y luego fue tomando la línea de lo que es ahora”, relata. Para Liz Pérez la danza es una parte fundamental de su vida, asegura que vive de la danza y para la danza, y que encontró en ella un espacio para expresarse y mantenerse activa “creo que soy privilegiada porque formo parte de ese selecto grupo de personas que viven de lo que aman”, afirma. Matrimonio y Familia El 4 de agosto del 2001 Liz contrae matrimonio con Ryszard Rojewzki, hecho que en palabras de la artista ha sido “uno de los proyectos más inteligentes y más bellos que he emprendido en mi vida, sé que es un cliché pero de verdad mi esposo es mi mejor amigo, mi mayor apoyo, ha sido una cosa increíble en mi vida”. Liz se define cien por ciento a favor del matrimonio, dice ser parte del grupo de personas que nacieron para vivir en pareja, explica que “al final del día no importa lo que haya pasado tienes a alguien a quien contarle lo que te pasó y que te dé apoyo o te dé una buena sacudida y te diga que estás haciendo las cosas mal, o simplemente tener a alguien allí con quien sentarte, con quien ver una película y a quién vas entendiendo y descubriendo cada día”. La pareja tiene dos hijos: Sebastián, de 9 años y Matías de un año y medio. Para poder desempeñarse como bailarina y a la vez ser madre, Liz ha contado con el apoyo de su esposo “sin la manera en que él ha asumido la paternidad y el matrimonio, para mí sería imposible mantener la disciplina y además con el rigor y con la entrega que yo lo he asumido”, afirma. Liz en tres momentos Al momento de destacar tres momentos que la hayan marcado en su vida Liz se encuentra indecisa. La maternidad, desde luego, ha sido uno de esos momentos; también, la primera vez que se aventuró a realizar un trabajo coreográfico junto con dos compañeras, van a un concurso nacional en el estado Falcón y reciben un reconocimiento por su trabajo, manifiesta que desde ése momento se sintió más estimulada para seguir trabajando. Para hablarnos del otro momento significativo, Liz tuvo que contar una historia: “antes de casarme cuidé una niña, conocí una niña en oriente y así como cosas de juego le dije a la mamá que me la regalara y la mamá me regaló, ella fue como muy desprendida quizá pensando en que esa niña podía tener una mejor oportunidad en su vida, cuando yo me casé y salí embarazada de mi primer hijo, la mamá de la niña se asustó y pensó que la niña, al yo tener mis propios hijos no iba a tener un lugar importante en mi vida, yo siento que se equivocó pero la vida siempre hace lo que tiene que hacer”, Liz crió a la niña desde que tenía cuatro años hasta que tuvo ocho y asegura que cuando tuvo que despedirse de ella “fue brutal”. ddfdf Artista, sólo artista Una de las cosas más difíciles para Liz Pérez en el mundo del baile, ha sido –explica- “el hecho de que no se reconozca que aunque el arte no tenga un aval formal, tú estás haciendo algo serio,para mí no ha sido un obstáculo pero me ha hecho sentir en algún momento que no cumples con un requisito, ahora no lo siento así, estoy bien segura de lo que hago y estoy muy feliz de haber tomado las decisiones que tomé”. Liz manifiesta que en algún momento pensó que le había quedado debiendo una carrera universitaria a sus padres “porque la gente espera que después que sales del colegio, entrarás a la universidad y en cinco años estarás graduado, es como recibir esa respuesta rara de ay pero tú no has hecho nada con tu vida, ya tus ex compañeros son médicos, abogados y tu andas bailando por ahí como una loca”. Admiradora “Admiro a todo el que ha tomado un camino y ha trascendido con él”, así responde Liz al momento de comentar a qué personajes admira, sin embargo dice que admira a la bailarina alemana Pina Bauch, porque “su danza está llena de contenido más que de forma y eso me encanta, su danza me parece tan sentida tan real”. Así mismo, manifiesta que admira a su madre porque sobrepone lo humano por encima de todo lo demás. En el estado Táchira, es seguidora de Osvaldo Barreto que “sin hacer demasiado ruido su arte trasciende y a nivel conceptual es impecable todo lo que propone, me encanta su trabajo y admiro mucho su persona”. Su filosofía de vida en este momento es hacer una cosa la vez, teniendo al amor como el elemento fundamental que la mueve hacia la danza, hacia su familia y hacia la conexión consigo misma. Actualmente Liz estudia Comunicación Social en Universidad Cecilio Acosta. Entre sus planes está seguir aprendiendo, seguir perfeccionando y dejar un legado. Además, se desempeña como docente en la Escuela Nacional de danza. “Después de mucho tiempo entendí que a nivel de bailarina no hice una carrera a nivel de virtuosismo, pero quizá mi misión en la vida era abrir un espacio en esta ciudad y que se pueda hacer danza contemporánea desde el Táchira y formo parte de ese equipo que insistió en que si no hacíamos trabajos aquí las generaciones no iban a encontrar donde hacerlo”, afirma. Aun cuando todos los viajes que Puropié ha hecho a otros países son importantes, Liz cuenta que un viaje a una localidad de España llamada Pedrola, en donde les dijeron que en ésa sala había estado Gustavo Dudamel, pero que nunca se había presentado un grupo de danza contemporánea, de manera que fue muy importante sentir que estaban haciendo historia fuera del país. Liz espera que el movimiento de la danza cree un espacio lo suficientemente sólido para gestionar los recursos y “que sigamos creando conexiones y redes que creemos una red sólida para que creemos una danza con sello tachirense pero con la fuerza de un movimiento que pueda medirse a nivel internacional”.   Martín Pérez Comunicacion Social, ULA Táchira.
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