Irupé: una pieza de amor y muerte que nos hizo flotar

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  Irupé: una pieza de amor y muerte que nos hizo flotar Fernando Carrero @fjcarrero Fotografías: Igor Castillo @castilloigor   El amor puede construir los cimientos más sólidos bajo los pies de un ser humano, pero luego, al desplomarse las bases con la pérdida del amante, solo queda fatalidad y tragedia. Tal fue el dolor de la india Morotí que, según cuenta la leyenda guaraní, se lanzó al agua al ver que su amado Pitá no salía del río Paraná. Ninguno de los dos regresó, pero de aquellas aguas brotó una bella flor: Irupé. Esta leyenda suramericana, se conjuga con

 

Irupé: una pieza de amor y muerte que nos hizo flotar

Fernando Carrero
@fjcarrero
Fotografías: Igor Castillo @castilloigor

 

El amor puede construir los cimientos más sólidos bajo los pies de un ser humano, pero luego, al desplomarse las bases con la pérdida del amante, solo queda fatalidad y tragedia. Tal fue el dolor de la india Morotí que, según cuenta la leyenda guaraní, se lanzó al agua al ver que su amado Pitá no salía del río Paraná. Ninguno de los dos regresó, pero de aquellas aguas brotó una bella flor: Irupé.

Esta leyenda suramericana, se conjuga con la trágica historia de la Ofelia de Shakespeare, en la pieza Irupé de la compañía de danza contemporánea Puropie, junto a Púrpura Poesía, ambas agrupaciones Tachirenses. En esta oportunidad, el público colmó las instalaciones del Museo del Táchira para devorar nuevamente una exquisita obra hecha en casa.

Pocas veces se logra conjugar de manera eficaz la música, la poesía, la danza y el teatro, para finalmente ofrecer tan compacta pieza. Irupé viene a ser una breve pero contundente muestra de que en estas tierras queda suficiente sensibilidad, creatividad y talento, para seguir utilizando el arte como alternativa a las situaciones adversas que nos rodean como sociedad.

Los sublimes movimientos de los intérpretes en escena junto a las notas de una guitarra desenchufada y la voz hechicera de una poetisa, hicieron flotar al público en el Museo de Ciencias del Táchira. Como si se tratase de  un gran irupé que los sostenía a todos, el público se vio obligado a flotar con los artistas en un espacio no convencional.

Tibaire Viloria desarmó al público con una interpretación bastante personal de una Ofelia presa de la locura del amor, en este caso aferrada a un muro, convertida en blanco fantasma.

¡Oh tristísima Ofelia, bella como la nieve,
muerta cuando eras niña, llevada por el río!

Arthur Rimbau

 

Como Hamlet y Ofelia, como Pitá y Morotí, Elimar Montes y Vladimir Hoyos se debatieron en el espacio escénico aquélla noche en el Museo. En los movimientos se podía intuir una danza de necesidad mutua, de amor eterno, de despedida y muerte.

 

“Ella (la noche)ha de arrojar odio a nuestras miradas

Sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.

Su lágrima inmensa delira

y grita que algo se fue para siempre.

Alguna vez volveremos a ser”

Alejandra Pizarnik

 

El ya conocido trabajo escénico de Montes fue soportado con destreza por Vladimir Hoyos, quien luce muy Puropie junto a las conocidas bailarinas de la agrupación. Como por arte de magia, Hoyos encaja en el trabajo que viene realizando Liz Pérez hace ya casi 20 años. Por su parte, Anger Moncada se muestra cada vez más comprometido con los personajes que interpreta, en una exploración de la danza-teatro que vale la pena apreciar.

Es notorio durante toda la pieza, el trabajo actoral de Amarú (Caribay Vanegas), que tuvo la dura responsabilidad de declamar desde su personaje algunos versos de importantes poetas como Rimbau, Pizarnik o Montejo. Una interpretación arriesgada, que sin embargo parece natural en esta actriz ya conocida en la región por la carga de profesionalismo que tienen sus proyectos artístico-culturales.

La fuerza de la música no podía faltar, Mencho de la Consolación (Jhon Galaviz) acompañó estos versos con una ejecución impecable de su guitarra acústica. Las notas flotaron en el aire, creando una atmósfera en la que todos, público e intérpretes se entendían a la perfección.

En cuanto a escenografía y vestuario, con esta pieza Puropie continúa dentro de un estilo minimalista en el que prima la técnica corporal. Como siempre, un trabajo digno de exportar donde se evidencian largas horas de ensayo.

No obstante, se echa de menos el gesto en el elenco entero, falta sacar afuera eso que sospechamos están sintiendo, falta mostrarlo para crear empatía y conmover definitivamente al público. Desde la interpretación de Liz Pérez y Marisabel Gomez en Así Fue, no hemos vuelto a ver aquella fuerza desgarradora del gesto vivido que conmueve hasta la lágrima, sobre todo requerida en una pieza como Irupé, que guarda tanta relación con la pérdida, la despedida, la locura, el suicidio.

El poder del gesto verdadero, podría hacer aún más redondo un trabajo arriesgado como este. Mientras que en la expresión corporal propiamente dicha, los bailarines hacen gala de la técnica, en general los gestos parecen mecánicos, quizás robóticos. El expresar con el rostro y la voz sentimientos que el intérprete dice sentir pero que no se ve en escena, podría llenar espacios importantes en el trabajo que viene haciendo Puropie en piezas como Espiral del silencio y que acercan más a la compañía a la danza-teatro.

Con todo, es increíble lo que se puede lograr con unos cuantos reflectores no profesionales y un talento humano exquisito. Sin duda, Puropie Danza Contemporánea continúa demostrando su pasión rebelde por la danza frente a la situación económica adversa. No es la primera vez que vemos a esta compañía en espacios no convencionales, la hemos visto en los eventos más diversos de carácter cultural y también social. Brilla en un supermercado, lo mismo que en una plaza o en un teatro lleno. A todas luces, ha sido una búsqueda obstinada de la poesía en el movimiento de los cuerpos.

La belleza de una flor que flota en las aguas del Río Paraná, y la propia Ofelia, que también flota en un río como una flor de mayo, fueron la excusa perfecta para crear esta pieza en una conjunción de artistas tachirenses que reafirman todos los días su compromiso con el arte y el desarrollo cultural de esta región del país.

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