Elucubraciones pandémicas sin rumbo…

Crónicas Pandémicas, Publicación

Hemos optado por encerrarnos todos, con todo lo distópico que pueda parecer (y lo es), para protegernos unos a otros en una especie de conciencia colectiva cooperativista, por lo menos esa es la lectura (políticamente correcta) más difundida, cuando podría leerse de manera contraria, es decir; nos estamos protegiendo a nosotros mismos en un acto de profundo individualismo. Voces optimistas y humanistas celebran que haya un acuerdo mundial respecto al encierro (cuarentena). Por primera vez la humanidad logra un consenso con tanta inmediatez, porque se trata de proteger la vida, porque la vida es sagrada. Este acuerdo se celebra como

Hemos optado por encerrarnos todos, con todo lo distópico que pueda parecer (y lo es), para protegernos unos a otros en una especie de conciencia colectiva cooperativista, por lo menos esa es la lectura (políticamente correcta) más difundida, cuando podría leerse de manera contraria, es decir; nos estamos protegiendo a nosotros mismos en un acto de profundo individualismo.

Voces optimistas y humanistas celebran que haya un acuerdo mundial respecto al encierro (cuarentena). Por primera vez la humanidad logra un consenso con tanta inmediatez, porque se trata de proteger la vida, porque la vida es sagrada. Este acuerdo se celebra como una victoria del espíritu colectivo frente al tan mal ponderado individualismo.

Ilustración por OMAU

Vale la pena volver a cuestionarnos acerca de algunas nociones o valores fundamentales considerados asideros o pilares, que nunca han dejado de ser inconsistentes y abrumadores, entorno a los cuales la civilización se ha erigido, dos de ellos: Libertad y vida.

Somos libres para encerrarnos, libres para quitarnos la libertad, pero jamás libres de morir. Somos libres como liebres mientras no nos atine el cazador… ¿Cuál cazador? o quizás debería decir ¿cazadores? pero… si siempre han salido del espejo… ¿o ahora salen de un laboratorio? ¿Ya ni siquiera es humano el cazador?

La libertad: ese idilio, ese espejismo, ese gris, ese perfumado muladar que tanto amamos, porque lo amamos profundamente, incluso daríamos nuestras vidas por la libertad… (Esto último resulta un tanto contradictorio y deriva en luchas ideológicas, así que mejor obviémoslo por ahora.)

Así pues, de la libertad vayamos al asunto crucial que no es otro que: La vida.

¿Y qué es lo que atenta contra la vida desde siempre?, su archi-enemiga: la muerte. Aunque podríamos decir que son amantes, dado que la una no puede estar sin la otra; eterna paradoja existencial.

La pandemia reaviva la paradoja existencial y se juega nuestra vida y nuestra libertad en una ruleta rusa: ¿A quien le tocará? ¿Cuándo llegará nuestro turno? ¿Se reduce todo a una cuestión de azar? ¿Y los que no creen en la suerte? ¿Y los que pregonan que el hombre es dueño de su destino? ¿Destino? ¿Suerte?

Pese a todo no ha cundido el pánico (todavía hay comida en los anaqueles), porque somos un pueblo maduro. En nuestro encierro voluntario seguimos haciendo las tareas cotidianas en la medida de nuestras posibilidades, con humildad, con resignación, sin ninguna señal de desespero, con la tranquilidad de un monje zen, con una “normalidad” inquietante, ¿de dónde tanto sosiego?… No he visto a nadie salir en estampida por las calles gritando con histeria la llegada del fin de los tiempos, ¿dónde quedaron los fanáticos religiosos del apocalipsis?… supongo que elevando plegarias desde la tranquilidad de sus casas…total…en el 2012 no pasó nada.

Pero la pandemia para nosotros no solo es el encierro, eso en Latinoamérica no sería suficiente rumba. Así que hemos agregado otros ingredientes para darle sabor a la joda:

 -Racionamiento eléctrico: si se va la luz, no pasa nada, estamos acostumbrados desde siempre, prendemos una vela, si no hay velas nos acostamos temprano.

-Internet esporádico: si hay internet vemos alguna película o revisamos las redes sociales para verificar que los demás están en las mismas condiciones que nosotros, y si no hay internet, desempolvamos un libro, hacemos un dibujo, sacamos algún juego de mesa, o nos ponemos a barrer.

-Racionamiento de agua: lo de todos los años, ahorramos la que tenemos hasta que vuelvan a ponerla, subimos cargados de tobos por las escaleras, nos bañamos con un perolito.

-Ausencia de gas: le tenemos paciencia a las cocinitas eléctricas, cocinamos menos veces al día, hacemos más ensaladas crudas que son muy saludables, chao a los baños con agua caliente.

Lo que hay que ligar es que todo esto no se junte (pero suele pasar a menudo).

-No dejemos de mencionar la inflación en la que los sueldos del proletariado no se cansan de hacer el ridículo…

Sin embargo casi nada de esto es nuevo para nosotros, siempre ha habido escasez en el país de la abundancia, estamos muy pero que muy acostumbrados.

Entonces todo se vuelve una cuestión de costumbre, tanta costumbre se vuelve tradición y de las tradiciones deviene identidad…¡¡¡¿Esto es lo que somos?!!!

¿Nos han entrenado para sobrevivir o para ser sumisos como el ganado?

Y… Sí, hemos alzado nuestras voces de inconformidad, nos hemos quejado, aunque también hicimos de la queja una costumbre, ahora son solo quejas sin esperanza, vacías, huecas, incapaces de generar cambios significativos, puro ruido, poca sustancia. Pero nada de eso importa porque somos libres, porque nuestros antepasados lucharon por nuestra independencia y nos heredaron la libertad. La historia no miente…bueno…respecto a la libertad no miente…

Mientras tanto los casos de contagio siguen aumentando, y nuestra tranquilidad sigue firme, hermosa y desenfadada, porque entendimos que el pánico no es una opción, entrar en pánico no tiene sentido alguno, sería una estupidez, es algo que hemos aprendido no sin sacrificio. Pero en esta tranquilidad hay un ingrediente añejo, cierto nivel de apatía o indiferencia que hemos venido macerando, como si la muerte ya fuera considerada una compañera de viaje, se trata de un hastío soterrado. Por mucho tiempo estuvimos esperando el fin y como no llegó le perdimos la fe, que haga lo que le venga en gana…total…

¿Cuál fin?

Osvaldo Barreto

Grupo de investigación Bordes

San Cristóbal. Abril de 2020

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