El Paterson de Jarmusch en la esencia de lo cotidiano

Cine, Publicación

Paterson (2016) Muchas personas son de la clase que piensa que solo debemos nacer para crecer, reproducirnos y morir, que solo estamos de paso por este mundo, que nada más es importante que aceptar el hecho de que no representamos nada para el basto universo que ha estado y estará después de nosotros y que somos una millonésima de segundo en el segundo de existencia de todo lo demás que no es nosotros, en el tiempo y en el espacio. Paterson sabe bien lo que es esto, y Jarmusch como buen narrador de lo que sucede ante nuestros ojos, logra

Paterson (2016)

Muchas personas son de la clase que piensa que solo debemos nacer para crecer, reproducirnos y morir, que solo estamos de paso por este mundo, que nada más es importante que aceptar el hecho de que no representamos nada para el basto universo que ha estado y estará después de nosotros y que somos una millonésima de segundo en el segundo de existencia de todo lo demás que no es nosotros, en el tiempo y en el espacio.

Paterson sabe bien lo que es esto, y Jarmusch como buen narrador de lo que sucede ante nuestros ojos, logra traspolarnos a otros planos, a los nuestros, a nuestras vidas y a esas casualidades, causalidades, detalles y elementos que por lo común son aleatorios pero que para cada individuo componen un orden diferente y le da sentido a su vida, a pesar de ser consciente de su transición tan “insignificante”.

Paterson es un conductor de autobús que escribe poesía en sus ratos libres, y por ese halo de misticismo atribuido a los poetas tal vez hace más fácil ver con ojos verosímiles esos elementos que solo un personaje como él podría hilar de lo que existe a su alrededor, un personaje como nosotros, más humano, más cercano al tipo común al que le suceden cosas que muchas veces no son creíbles y sin embargo llenan con algo de significado nuestras vidas, así sea uno ficticio o poco representativo para nadie más que para él, para nosotros.

 

Paterson nos deja ver una semana de su vida, de su trabajo, de su novia, su mascota, su vida en el hogar, sus amigos, conocidos y personas por conocer y a donde lo llevan las decisiones cotidianas que toma y, aunque sean eso, cotidianas, esconden variantes que llenan de vitalidad esos quehaceres diarios y obligaciones, en su trabajo y sus andares conocemos personas del pueblo al que pertenece, viendo esos mismos rasgos en personajes que vemos poco pero que atrapan por las mismas razones, y la casualidad de que el nombre del pueblo también sea Paterson nos da la sensación de que no es un estudio solo de él, del individuo, sino del conjunto, de la vida misma, o un millonésimo fragmento de ella, desde la perspectiva de nuestro protagonista, o de Jarmusch.

La eterna expectativa de lo que sucederá luego, de las probabilidades, del azar o la búsqueda inconsciente de significados donde tal vez no los hay, pero sobre todo de creer, forma parte de lo que el ser humano siempre ha estado buscando incesante para llenar su vacío existencial, y aunque esta cinta no nos lleve al final de esa búsqueda, que tal vez nunca lo tenga, deja un buen sabor al alma de quién se encuentre con la última película de Jim Jarmusch hasta ahora. Con un Adam Driver que destaca desde la singularidad amena y cotidiana de su personaje, momentos hilarantemente armoniosos, contrastantes y a la vez pertenecientes a su propia realidad, que recuerdan un poco al realismo mágico de García Márquez pero con mayor peso sobre los pies en la tierra y lo común, debes echarle un vistazo esta cinta, y a sea por casualidad, por recomendación, o porque te identifiques con los protagonistas de sus películas: individuos que contrastan con su entorno como seres que pertenecen pero no terminan de encajar (¿quién no se siente así?), hará mirar en retrospectiva lo que te rodea.

Publicado por Jesús Baclini en Paterson (2016)

Share this

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *