El juego de difuminar fronteras (Reseña)

LIMBO

El juego de difuminar fronteras Por Marilyn Fernández La pequeña pero significativa frase atribuida a Mariano Picón Salas, en la que se refiere a la Universidad de Los Andes y la ciudad de Mérida, siempre resulta inspiradora para aquellos quienes hemos tenido el privilegio de haber estudiado en la ULA y habitado esta ciudad: “Mérida no es una ciudad con una universidad, sino que es una universidad con una ciudad por dentro”. Quizás algo más importante acotó Salas en su discurso “En la Universidad de Los Andes” de 1955, al señalar que “el destino de Mérida se asocia indisolublemente al

El juego de difuminar fronteras

Por Marilyn Fernández

La pequeña pero significativa frase atribuida a Mariano Picón Salas, en la que se refiere a la Universidad de Los Andes y la ciudad de Mérida, siempre resulta inspiradora para aquellos quienes hemos tenido el privilegio de haber estudiado en la ULA y habitado esta ciudad: “Mérida no es una ciudad con una universidad, sino que es una universidad con una ciudad por dentro”. Quizás algo más importante acotó Salas en su discurso “En la Universidad de Los Andes” de 1955, al señalar que “el destino de Mérida se asocia indisolublemente al de esta casa universitaria, que ha sido tal vez, nuestra mayor empresa histórica”. Así lo recuerda Alí López Bohórquez, profesor de la Escuela de Historia (ULA), y nosotros a su vez al conmemorar los 230 años de existencia de esta casa de estudios, evento que nos pide reflexionar sobre el papel actual que juega dicha dupla: Ciudad y Universidad. Desde sus inicios la Universidad de Los Andes ha funcionado y se ha establecido como el motor de la sociedad merideña en muchos aspectos, empezando por el educativo, cultural, económico, social y político, en especial desde l960 cuando la masificación estudiantil requirió la ampliación de la infraestructura. “La Ciudad Universitaria de Mérida” fue un proyecto soñado y diseñado por el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez durante su primer rectorado, quien bajo el asesoramiento de expertos universitarios plantearon crear un complejo de edificios, facultades y servicios distribuidos por toda la ciudad, porque la idea principal era que la estructura universitaria fuera toda Mérida. La ULA es lo que es hoy gracias al esfuerzo de muchos, pero el proyecto sigue sin consolidarse, las construcciones fueron lentas, otras dejaron de hacerse y algunas facultades les fue asignado otros espacios que no eran los planeados, entre otras dificultades. La razón por la que esta empresa no pudo realizarse con total éxito, fin que sin duda habría tenido la capacidad de generar un desarrollo integral satisfactorio tanto de Mérida como del resto de los Andes venezolanos, resultó del divorcio que progresivamente fue sucediendo entre la universidad y el estado, razones evidentemente políticas que como consecuencia llevaron a la universidad a olvidar sus exigencias y esperar por años los recursos necesarios para culminar el plan de edificaciones. El proyecto sigue inacabado, por tanto la cultura universitaria todavía no llega a la sociedad merideña de la forma como una vez lo soñó el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez. Es por ello que la relación entre ciudad y universidad, desde la perspectiva de estudiosos, teóricos y expertos, en los últimos años ha ganado mucho interés por reconocer que la universidad puede y debería jugar un papel en la dinamización social, cultural y económica de las ciudades, haciendo que el sistema educativo trabaje en red, fusionando y ampliando a gran escala los tres elementos que componen la universidad que son: enseñanza, investigación y servicio a la comunidad; valdría la pena profundizar en el término Edutrópolis de Richard Dober, fusión de dos palabras: educación y metrópolis. En San Cristóbal y la ULA-Táchira es otra historia, pero tampoco es “una universidad con una ciudad por dentro” ni en estructura, mucho menos al nivel Edutrópolis. Las fronteras entre la universidad y la ciudad están muy marcadas, entre actividades independientes transcurren los días del año y aquel que no sea estudiante o interesado no es consciente de las oportunidades, servicios y eventos educativos, culturales, artísticos o de otras posibilidades de encuentro. El arte y la cultura funcionan como estrategias de integración y en San Cristóbal las tres universidades más importantes ofrecen una alternativa investigativa, artística-cultural, y juegan a difuminar las fronteras entre Ciudad y Universidad, al menos por unos días; La Universidad Católica con el Festival “Conéctate y Convive”, La Universidad Nacional Experimental del Táchira y su grupo de teatro (GETUNET) con el “Proyecto Frontera”, y la ULA junto a la Fundación Cultural Bordes y el Seminario Bordes. En estas iniciativas La Universidad da una respuesta cultural y aporta un sentido a la dupla, pero hace falta mucho más, si no quieren ver agotadas sus funciones históricas deberán transformarse y verse renacidos en nuevos contextos, desde dentro de sus límites y fuera de sus fronteras culturales.
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