El discurso del Rey (Reseña)

Cine

Por Rubén Darío Pérez Rujano ¿Por qué? Le pregunté a mi célebre acompañante al final de la velada cinematográfica. Sostuvo un rotundo: Plana. No discutí más. Me senté de inmediato durante horas a pensar en aquella respuesta. ¿Qué pudo haberme interesado tanto en El discurso del rey, que mi concepción del film sea tan diferente a la de él? Pues haciendo del abogado del diablo, su juicio acerca de los acontecimientos del film es, en todo caso, válido. En una breve sinopsis, mi acompañante me dio las claves para descubrir el por qué de su respuesta. Es 1934, dijo, y

Por Rubén Darío Pérez Rujano

¿Por qué? Le pregunté a mi célebre acompañante al final de la velada cinematográfica. Sostuvo un rotundo: Plana. No discutí más. Me senté de inmediato durante horas a pensar en aquella respuesta. ¿Qué pudo haberme interesado tanto en El discurso del rey, que mi concepción del film sea tan diferente a la de él? Pues haciendo del abogado del diablo, su juicio acerca de los acontecimientos del film es, en todo caso, válido. En una breve sinopsis, mi acompañante me dio las claves para descubrir el por qué de su respuesta. Es 1934, dijo, y el futuro rey de Inglaterra, Jorge VI, interpretado por Colin Firth, está en sus últimos intentos de luchar contra su tartamudez. Sin otras inquietudes más que las ocupaciones familiares. Cuando su padre, El rey, muere y, su hermano Eduardo VIII abdica, por correr tras el amor de una americana dos veces divorciada, se ve obligado a acceder a la corona, siendo su tartamudez una piedra en el zapato real. La cual debe superar junto a su nuevo y único amigo, Lionel Logue, un peculiar fonólogo que con extraños métodos, logra ofrecerle al rey la confianza de poder hablarle a su pueblo. el discurso del rey Una historia simple, con pocos o ningún pico, casi un documental sobre la realeza del Reino Unido. Quien no se encuentre medianamente interesado sobre el día a día de la corte, no reparará en calificarle de: Simple drama de época, concluyó. Curiosamente, mi compañero no menciono lo que a mi parecer es el elemento más fuerte del film: “lo Shakesperiano”. En efecto, es tan grande dicho elemento, que a mis ojos, la corte dejo de existir a mediados de la proyección. Y ¿Por qué?, recordé al americano crítico literario, Harold Bloom, cuando afirmó que fue Shakespeare quien “inventó lo humano”. Antes que Shakespeare tomará su pluma y nos deleitara con sus obras, los personajes de la literatura universal carecían de mutabilidad, eran planos. A lo largo de las obras, permanecían como piedras en su espíritu y evolución, a no ser por gracia divina. Shakespeare introdujo no sólo arquetipos del género humano, sino que los planteó en desmesura, pues como seres humanos amamos, odiamos y sentimos en demasía. Incluyendo el temor. He allí el asunto, lo sublime y refinado de la corte, se convierte rápidamente en obra de lo humano. Así pues, Jorge VI, se convierte en el primer personaje de la realeza en perder las cualidades divinas que por ley posee y ser humanizado en un film. Es Colin Firth quien se encarga de hacernos olvidar por un momento que él es rey, nos hace sentir lo humano de su personaje. Por otra parte, un mediocre actor de teatro shakesperiano, y ahora terapeuta real, Lionel Logue. Interpretado por Geoffrey Rush de tal forma, que en algunos momentos del film, pasa a ser el punto de interés del espectador, es en definitiva el personaje mejor interpretado del film. Es entonces, El discurso del rey, más que un simple film de época o un drama de superación humana. Pues, incluso el patriotismo constantemente reflejado, se ve minimizado y pasa casi por inadvertido. Es lo humano lo que se despliega allí. Lo humano y sus desmesuras, a través de la vida de un hombre que nunca fue preparado para ser rey (casi una divinidad) y se convirtió de hermano menor del primero en la línea de sucesión, Su Alteza Real El Duque de York, en encarnación y esperanza del pueblo ingles durante los oscuros días de la segunda Guerra mundial.

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