Por Martín Pérez
Cuando comenzó la proyección, resulta que el director salió de la sala. Para algunos esto fue un hecho curioso. Sin embargo, parece que pocos lo notaron (si alguien opina lo contrario que lo deje en los comentarios de abajo). Ese director se llama Gabriel La Cruz; la proyección, era de su cortometraje Soja; la sala, el auditorio del Museo Antropológico del Táchira, en el marco de la segunda Muestra de Cortometrajes Regionales, realizada el pasado 28 de julio. Gabriel La Cruz es un joven merideño que vino a San Cristóbal a conversar sobre su experiencia como realizador audiovisual, expuso algunos de sus trabajos, entre ellos Soja, un cortometraje que ha tenido una proyección nacional e internacional y que ha sido ganador de varios premios en diferentes festivales. Dice que prefiere no ver su cortometraje para no seguir buscando cosas que criticarle, porque no le teme a la autocrítica, de hecho, no titubea si uno le pregunta qué cosas mejoraría de su trabajo. ¿Cómo fue la experiencia de exponer tu trabajo en San Cristóbal y cuál es la idea principal que quisiste resaltar en el conversatorio? Agradecido por la oportunidad de estar aquí, interesado en difundir al máximo el corto porque a veces puede frustrarse mucho el hecho de trabajar tanto en un cortometraje y que se quede engavetado, entonces, mientras más difusión tenga es mucho mejor y nunca había venido a San Cristóbal y me pareció súper chévere venir y compartir. Me hubiese gustado más entablar un diálogo con los que estaban presentes, quizá por tiempo no hubo tanta oportunidad para tener más feed back y más interacción. Lo que quería trasmitir es cómo fue la realización de este corto desde mi visión y teniendo el resultado ahí de alguna manera era como dejar testimonio del proceso de realización del corto. Soja ha tenido una proyección muy importante, ¿cómo lograste promocionar el corto de esa manera? Por la necesidad de quererlo exponer, investigué sobre festivales de cine internacionales y lo inscribí en varios donde fue aceptado, estuvo en Sao Paulo, La Habana, Guadalajara, Canadá, Bilbao, Finlandia, Miami, era como la necesidad de poderlo movilizar y viendo el perfil de cada festival para ver qué tan factible era que aceptaran mi corto, y el Cnac me apoyó con toda la parte de los afiches, las copias en 35 mm, los subtítulos. ¿Qué proyectos audiovisuales estás adelantando actualmente? Estoy trabajando en un cortometraje que se llama El diente de oro, basado en una historia original hecha por mí -porque también me gusta la escritura de guiones- y trata sobre un hombre que no tiene cómo seguir al lado de una prostituta a la cual ama, y lo único que le queda para ofrecerle es un diente de oro que se saca de su dentadura y bueno, decide apropiarse de esa mujer y convertirla en una especia de esclava y compañera. ¿Cuáles consideras que son las ventajas y desventajas que tiene el cortometraje como género cinematográfico? Yo creo que permite al realizador novel experimentar, tiene la posibilidad de que uno se arriesgue más en cuanto al lenguaje, historia, puesta en escena y son infinitas las posibilidades de un corto, es muy difícil lograr un cortometraje, porque es una historia en muy poco tiempo, siento que es positivo en todo momento, el hecho de experimentar, de empezar a construir un lenguaje propio, darte cuenta de cuáles son tus intereses en el cine, desventajas no le encuentro ninguna. ¿Cuál es la recomendación fundamental que le harías a un realizador audiovisual novel? Experimentar, pero no que sea improvisado ni fortuito, en el cine nada puede ser fortuito y tácito, si vamos a improvisar debemos saber por qué lo hacemos, desde dónde hasta dónde hacerlo, debe ser un proceso de investigación bien fuerte desde el guión hasta el último corte de edición.