Confucio

Literatura, Papirofilia, Publicación

Otto Rosales Cárdenas Leo a Eugenio Montejo sobre la obra de Alejandro Rossi y su impecable Manual del Distraído. Me rumia está idea. “Confucio decía, que el modo de corregir a un reino postrado por el envilecimiento, la corrupción, los nefastos gobiernos, las guerras y pillajes, etc…., consiste en emprender de forma radical el ordenamiento del lenguaje. Con la verificación de las palabras podemos ordenar el pensamiento, así será posible, dice el maestro, poner orden en la casa y, progresivamente, en la parroquia, el municipio, el distrito, hasta conseguir restablecer el orden en todo el reino”. En estos días de

Otto Rosales Cárdenas

Leo a Eugenio Montejo sobre la obra de Alejandro Rossi y su impecable Manual del Distraído. Me rumia está idea. “Confucio decía, que el modo de corregir a un reino postrado por el envilecimiento, la corrupción, los nefastos gobiernos, las guerras y pillajes, etc…., consiste en emprender de forma radical el ordenamiento del lenguaje. Con la verificación de las palabras podemos ordenar el pensamiento, así será posible, dice el maestro, poner orden en la casa y, progresivamente, en la parroquia, el municipio, el distrito, hasta conseguir restablecer el orden en todo el reino”.

Confucius, gouache on paper, c. 1770. Encyclopedia Britannica.

En estos días de pandemia, y de ayuda China, bien nos vale volver al maestro, y degustar su sabiduría. Vivimos momentos en que expertos y leguleyos culpan, desdicen y se mofan en “aplanar” la curva de la pandemia verbal; un lenguaje de cifra que no dice como sobrevivimos ante esta catástrofe.

Estamos fascinados con la tecnología que logra por momento ocultar lo íngrimo ante la violenta propagación del virus. Pero, además, esa tecnología vuelta guantes, gorros y cuidados diarios no puede protegernos ante la desmesura verbal de cifras, chorros de insecticidas, gritos heroicos, como tratando de animar un circo arrabalero, más que unos sujetos masificados por el horror ante sus semejantes caídos.

El cuidado del lenguaje del estadista, no se ve por ninguna parte, ese que pondera la adversidad y la cuenta casi como una fábula de hadas; el lenguaje se tambalea ante el espectáculo mediático donde todos parecen competir por mostrarnos quien logró doblegar la curva, como si la vida de los demás fuera tan sólo una cifra más, una estadística mortal, estamos ante la tragedia humana con un lenguaje desalmados …. Estadistas que recuperen aquella sentencia de Churchill: “Señores y señoras, lo que nos viene es sangre, sudor y lágrimas”….
Urrego, abril de 2020
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