Caracas: Ciudad de la furia y la masa crítica

LIMBO, Publicación

“Me veras volar por la ciudad de la furia, donde nadie sabe de mí y yo soy parte de todos…” (Gustavo Cerati) Abril 2016.- (Por Mariano Montilla) “La Ciudad de la Furia”, nombre de una de las canciones más famosas de Soda Stereo, posibilita una identificación armónica entre la necesidad de libertad en un ambiente caótico y gris, donde muchos diluyen su identidad en la monotonía, y donde otros seres humanos fortalecen sus pasiones para no dejarse sepultar en las enfermas dinámicas modernas. Obviamente cuando Soda Stereo interpreta por primera vez esa canción en 1988, no estaba pensando en la ciudad

Me veras volar

por la ciudad de la furia,

donde nadie sabe de mí

y yo soy parte de todos…”

(Gustavo Cerati)

Abril 2016.- (Por Mariano Montilla) “La Ciudad de la Furia”, nombre de una de las canciones más famosas de Soda Stereo, posibilita una identificación armónica entre la necesidad de libertad en un ambiente caótico y gris, donde muchos diluyen su identidad en la monotonía, y donde otros seres humanos fortalecen sus pasiones para no dejarse sepultar en las enfermas dinámicas modernas. Obviamente cuando Soda Stereo interpreta por primera vez esa canción en 1988, no estaba pensando en la ciudad capital de Venezuela, exponía a Buenos Aires, inmersa en las múltiples problemáticas de la Argentina del momento, sin embargo esos mismos sentimientos de malestar, son fácilmente creados en los habitantes de las metrópolis latinoamericanas como Caracas.

Caracas aunque posee enormes bellezas naturales, humanas, culturales, monumentos históricos, y otras riquezas, es una ciudad en la cual se dificulta el disfrute de las mismas, producto de la invisibilización y el menosprecio por la fuerte dinámica de la vida moderna.

Manuel Delgado (1999) evoca el concepto Ciudad Heterogénea (producido en la Escuela de Chicago), que concibe a aquella ciudad que existe gracias al conflicto, a la transformación de sus actores en el intercambio de las diversas creencias, tradiciones, filosofías de vida; una ciudad que se reconstruye en las acciones que unos y otros asumen para superar los conflictos; una ciudad también “dominada por la presencia de grupos cohesionados por intereses y sentimientos tan poderosos como escasos y dentro de la cual la mayoría de relaciones habían de ser apresuradas, impersonales y de conveniencia.” Con relaciones urbanas que permanente se están reelaborando, con protagonistas heterogéneos y comunidades diferenciadas.

Sin duda alguna la Caracas en la que hoy vivimos tiene mucho de Ciudad Heterogénea, así como también de Ciudad Ortogénica (altamente centralizada, burocrática, ritualista, tradicional), pero penetrada por la secularización propia del Sistema Mundo, lo que ha posibilitado el aumento del ritmo de transformación de sus necesidades, intereses, rituales, tradiciones y principios; ya no tiene tanta fuerza la reunión familiar para ver la telenovela en la noche, ahora predomina el aislamiento de los miembros de la familia para conectarse con cualquier parte del mundo a través de la tecnología; ya el tiempo de recreación no se invierte caminando por los parques de la ciudad, sentándose en las plazas a conversar, saludando a personas que presten algún servicio público o sencillamente devolviendo una sonrisa en un lugar común; algunos rituales modernos consisten en pasar horas en la computadora, tomar fotos con el teléfono celular a cualquier espacio, situación, objeto o alimento, si los lugares que visitan tienen señal WiFi, muchísimo mejor, facilitan informar al mundo sus últimas acciones; los rostros incómodos y las palabras de desprecio ante el tráfico de la ciudad, es parte del menú.

Basta con abrir los ojos para comprender la vida cotidiana del individuo que corre de su alojamiento a la estación, próxima o lejana, al metro abarrotado, a la oficina o a la fábrica, para por la noche re-andar ese mismo camino y volver a su hogar a recuperar fuerzas para proseguir al día siguiente. Al cuadro de esta miseria generalizada acompañaría el cuadro de las <<satisfacciones>> que la disimulan, convirtiéndose en medios para eludirla y evadirse de ella. (Lefebvre, 1978, p. 139).

Imagen: Pixabay.
Imagen: Pixabay.

Parece que esa ternura del buen vivir, de la “Ciudad Tradicional” (Lefebvre, 1978) es cada vez más difícil de conseguir, debido a que la vida gira en torno al trabajo y a las ofertas de consumo establecidas para premiar tan grandes esfuerzos; fíjense bien como las dinámicas de producción y consumo nos pueden invisibilizar e inhumanizar nuestras interacciones sociales.

La sociedad en la que vivimos parece orientada a la plenitud, o al menos a lo pleno (objetos y bienes durables, cantidad, satisfacción, racionalidad). De hecho, permite abrirse un vacío colosal; en este vacío  se agitan las ideologías, que invaden la bruma de la retórica… Uno de los mayores designios que puede proponerse el pensamiento activo, fruto de la especulación y la contemplación, y también recortes fragmentarios y conocimientos parcelarios, consiste en colmar este vacío, y no solamente con el lenguaje… Estos vacíos no son fruto del azar. Son también los lugares de lo posible del cual contienen los elementos, flotantes o dispersos, pero no la fuerza capaz de conjugarlos.  (Lefebvre, 1978, p.135).

Obtener los últimos productos que ofrece el mercado, instrumentos que son pensados en el ser humano, ajustados a sus necesidades más íntimas, diseñados para su bienestar y facilitar su desarrollo social, es el gran engaño de la sociedad capitalista; las necesidades espirituales nunca podrán satisfacerse con cosas materiales, hay vacíos enormes que este sistema está dejando en el ser humano y por ello las crecientes búsquedas individuales y colectivas de soluciones, a los problemas que han preocupado a la sociedad de que existe “la libertad y la felicidad”, Lefebvre (1978) señala estos vacíos del sistema como grandes oportunidades para la intervención del arte y la ciencia en una relación dialéctica que permitan resignificar y humanizar los espacios para un cómodo desarrollo urbano, lo que ampliaría el “Derecho a la Ciudad” a esa vida urbana que todos deseamos, con intercambios, armonía, crecimiento colectivo/individual y donde la clase obrera es la encargada de conducir la lucha hasta el goce de este derecho.

Imagen: Iesa.
Imagen: Iesa.

Ante este conflicto de seres humanos inconformes con el enfermizo clima de la “Ciudad de la Furia” cobra sentido la necesidad del “Animal Público” propuesto por Manuel Delgado:

Animal Público, actor de esas formas específicamente urbanas de convivencia que son el civismo y la civilidad, valores que a veces se presentan –no por casualidad- bajo el epígrafe de urbanidad. La calle es el lugar en que se produciría la epifanía de una sociedad de veras democrática. Requisito: una inteligencia social minimalista, en el sentido apurado por Isaac Joseph, de una mínima congruencia que permita asegurar tanto una interpretación compartida de la escena en que se desarrolla la acción, es decir, dispositivos, como de las competencias y protocolos relativos a su uso, esto es disposiciones. Premisa de una ética social no menos minimalista, un grado elemental de consenso basado en la reserva y distanciamiento –eso que a veces también llamamos respeto- y en la eventual interacción pragmática y cognitiva pacífica, pero no por fuerza desconflictivizada, entre individuos y comunidades. (Delgado, 1999, p. 204)

Un ejercicio plausible para cada uno de nosotros sería pensar sobre ¿qué tan conformes estamos con la ciudad en que vivimos? Y sobre ¿qué tanto coinciden nuestras actitudes con las del “Animal Público” que propone Delgado?, con las prácticas del civismo, civilidad, interacciones respetuosas con individuos y comunidades, y algo muy importante ¿de cuál lugar tomar insumos para poder desarrollar estas acciones? que mejorarían no solo nuestra calidad de vida, sino de todos los habitantes de la ciudad. ¿Por dónde empezar?, ¿Cuáles son las problemáticas de la ciudad que más atentan contra mi buen vivir?, ¿Cómo están mis interacciones sociales, mis conocimientos de otras realidades, mi amor con el prójimo?, ¿Cuáles son los sitios que frecuento por elección y cuáles frecuento por obligación?; abrir la problemática al lector como protagonista en la solución, es parte de las respuestas del autor a dichas preguntas.

Abordaremos a continuación, un movimiento social en Caracas que se desarrolla ininterrumpidamente todos los meses.

Masa Crítica Caracas

“Masa Crítica consiste en un paseo nocturno por la ciudad, salimos de una plaza como a las 6:30 p.m. o 7:00 p.m. y hacemos un recorrido a través de Caracas y usualmente llegamos a otra plaza o una parte, y la idea es hacer un recorrido, una comparsa, una caravana de ciclistas ocupando un lugar completo para movernos precisamente como una masa de ciclistas y que la gente visualice precisamente que está ocurriendo un evento diferente y no estamos vestidos de deportes ni nada parecido, o estamos vestidos como personas causales o estamos disfrazados para que se entienda que es un evento especial.” (Ramírez. 2012).

Imagen: Masa Crítica Caracas.
Imagen: Masa Crítica Caracas.

Actualmente las Masas Críticas se desarrollan en Caracas el último miércoles en la noche y el primer domingo en la tarde de cada mes, el punto de salida suele ser la fuente de Plaza Venezuela; las descripciones, finalidades, convocatorias, comentarios, preguntas y más suelen hacerse a través del Grupo en Facebook: Masa Crítica Caracas el cual tiene 4.218 miembros para esta fecha (abril 2016); de acuerdo a conversaciones con Daniel Ramírez la Masa Crítica en Caracas la inició un periodista canadiense en el 2009; a mediados del 2010 la masa dejó de realizarse producto entre otros factores que el organizador principal se fue del país. En el 2011 el “Colectivo Ciclo Guerrilla Urbana” con una serie de colaboradores retoman esta iniciativa, que se ha consolidado gracias al trabajo de individualidades y el apoyo en la actualidad de aproximadamente 14 colectivos urbanos de ciclismo que se han formado en estos últimos años y se han constituido como la “Asamblea de Ciclismo Urbano de Caracas” (ACUC).

La participación en la Masa Crítica no es excluyente, por lo general quienes se incorporan a estas actividades lo hacen por haber adquirido o acondicionado una bicicleta recientemente, buscar información en Internet, recibir la invitación de un(a) amigo(a) a participar. Entre muchas otras dinámicas, la Masa Crítica fomenta: 1) el acercamiento de personas a la bicicleta como medio de transporte, 2) el acercamiento entre individuos de diversos sectores de la ciudad para bici-transitar en colectivo.

Como planteó Ramírez, la Masa Crítica no es una actividad deportiva, es una actividad recreativa que busca llamar la atención en la ciudad; suele ser un espacio festivo en medio del caos semanal, un espacio de disminución de las barreras individuales para una expresión más libre de emociones, interacciones con nuevas personas, segregación de endorfinas y dopamina producto de la actividad física que genera “pedalear la bicicleta”, realizar un cicloturismo por la Ciudad de La Furia en un ambiente totalmente opuesto a la misma.

Es posible que, como se ha sostenido, la calle haya podido ser el escenario de la desintegración del vínculo social, del individualismo de masas, de la incomunicación y de la marginalización, pero también lo suele ser delas emancipaciones, de los camuflajes, de las escapadas solitarias o en masa… La calle es -sin duda- la patria de los sin patria. Y ya que no se puede ser forastero en un espacio en que todo el mundo es extraño, debiera lucharse denodadamente para que, en él la exclusión resultara imposible, para convertirlo en una fortaleza indefendible, a merced de todas las invasiones imaginadas y hasta inimaginables, vulnerable a la irrupción masiva de desconocidos, precisamente para que en su seno todos vieran reconocido el derecho a serlo. (Delgado, 1999, p.  208)

Delgado explica bien el escenario de oportunidades que puede ser la calle para individuos con intereses y motivaciones comunes; podemos pensar incluso en dos tipos de ciudadanos aquellos “Ciudadanos Reactivos” a las circunstancias cotidianas que la “Ciudad de la Moneda” (Simmel) les otorga, esclavos de los compromisos y ofertas de placer que dicha ciudad les brinda y por otro lado los “Ciudadanos Proactivos”, aquellos que identificaron maneras de llenar los vacíos que el actual sistema es incapaz de satisfacer, además fomentaron los beneficios de sus prácticas liberadoras, extienden sus lazos de amistad e impacto social y tejen una gran red de acciones sociales no solo de acuerdo a fines, sino también de acuerdo a valores (Weber).

Estos seres humanos vuelan por la Ciudad sobre sus bicicletas, donde pocos saben de ellos pero ellos saben de todos; donde viven, disfrutan, padecen, construyendo la ciudad y su felicidad de maneras distintas; son tan humanos, tan imperfectos como todos los demás pero tomaron la decisión de incorporar un vehículo de tracción a sangre, que les libera de uno de los mayores problemas de la ciudad de Caracas: el fuerte tráfico y sus males (estrés, agotamiento, sedentarismo, mal humor, etc.)

El espacio público ha devenido, es cierto, el marco de las peores desolaciones de la desesperación, de la angustia y de la soledad. Todas las fuentes de ansiedad para el ser humano de nuestros días parecen haber encontrado en las calles su escenario predilecto: la disolución de certezas, la inseguridad física y moral, el estallido de la experiencia, la impotencia ante las tendencias contradictorias pero simultáneas hacia la unificación y la heterogeneización, el vaciamiento, la dimisión de toda ética. (Delgado, 1999, p. 207-208)

Imagen: Noticiero Digital.
Imagen: Noticiero Digital.

¿Qué ocurre con el Derecho a la Ciudad en una Caracas donde gran parte de las horas diarias de sus habitantes transcurre en colas para trasladarse entre sus centros de estudio o trabajo?, ¿Qué ocurre con los espacios públicos en esa misma ciudad?, ¿Qué ocurre con la vida de los seres humanos que en ella habitan?, ¿Pueden ser espacios más tecnológicos pero menos humanos y sociales?, ¿Qué y quienes se apoderan de los espacios en los cuales no hacemos vida?, ¿Qué necesito para transformar mi realidad?; con esta artillería de preguntas, conseguir a grupos de personas que se atrevan a romper con lógicas esclavistas de su entorno; que se atrevan a agradecer a Dios, mirar a los ojos y/o sonreír a quienes se consigan independientemente de su aspecto; conocer a quienes se atrevan a transformar la ciudad amando a sus pobladores, monumentos y no contaminarla, es una gran respuesta al conflicto que puede presentar ese terrible espacio público que planteó Manuel Delgado como “marco de las peores desolaciones y de la desesperación”. Por mi ética de vida, no me considero estrictamente un “Animal Público”, pero sin duda alguna es necesario un esfuerzo permanente por transformar nuestra ciudad.

Referencias Bibliográficas:
• Delgado, M. (1999). El Animal Público. Barcelona: Anagrama.
• Lefebvre. H. (1978). El Derecho a la Ciudad. Barcelona: Ediciones Península.
• Weber, M. (1996). Economía y Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica.
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