Antología de nóveles escritores: Víctor Manuel Contreras Contreras (Prosa)

Literatura

Víctor Manuel Contreras Contreras (San Cristobal, 04 de mayo de 1985) Estudiante de Educación mención Español y Literatura en la ULA Táchira   El relato sobre Ana Frank-estein …y una gota de orín quedo colgando de su prepucio… Soy de descendencia germana, mi abuelo llego a Venezuela en el auge de la guerra mundial, y hablo de la segunda, se vino dando botes por el mundo hasta este rincón tan alejado de ese frio elegante, era tan diferente de sus paisajes, aquí había literalmente montañas de arena; siempre que pasaba por allí recordaba un chiste del conde del guácharo que decía ¡vámonos antes

Víctor Manuel Contreras Contreras (San Cristobal, 04 de mayo de 1985) Estudiante de Educación mención Español y Literatura en la ULA Táchira   El relato sobre Ana Frank-estein …y una gota de orín quedo colgando de su prepucio… Soy de descendencia germana, mi abuelo llego a Venezuela en el auge de la guerra mundial, y hablo de la segunda, se vino dando botes por el mundo hasta este rincón tan alejado de ese frio elegante, era tan diferente de sus paisajes, aquí había literalmente montañas de arena; siempre que pasaba por allí recordaba un chiste del conde del guácharo que decía ¡vámonos antes de que traigan el cemento! él hablaba siete idiomas pero no hablaba español, llego por el mismo lugar por donde entro Francisco de Miranda esto le concedió el apodo del generalísimo alemán; duro dos días vigilante en la playa, quizá se trajo un par de demonios, esos también me los heredo, ¡no se puede ser tan pendeja en la vida!, mis padres murieron en un accidente de transito en la vía que lleva hacia punto fijo se les atravesó un burro, ¿o era burra? ¡Ve tú a saber! Mi vida se desenvolvía con tranquilidad podría decirse que con demasiada tranquilidad. En mi adolescencia solo tenia un mejor amigo, Frank, la pasábamos juntos todo el día, éramos inseparables, nos escapamos muchas veces hasta la playa, si bien Coro era un pueblo pequeño, siempre encontramos la manera de divertirnos, mi costumbre de abrazarlo en cada puesta de sol el nunca las rechazo, lo adoraba y pude jurar que llegaríamos a viejitos como grandes amigos, hasta esa proposición, confeso su amor por mi, y no me pareció ridícula, al contrario, fue muy tierno pero no podía ser, ¡no puede ser! Ese día hablamos y hablamos por horas me dio un diario suyo en donde habían poesías mal hechas pero bien intencionadas, le conté de mis gustos en el amor  y que lamentaba no poder corresponderle, luego de eso no lo volví a ver. Aunque me dio mucha tristeza su decisión, la respete. En secreto me reunía con un compañero de el, me conto una vez en villa marina que se había vuelto muy callado y trabajaba demasiado, hablo de viajar a Italia y de corregir errores. Me sorprendió mucho más, dado que el siempre fue el desorden hecho persona, sentía mucha culpa pero para mi desgracia, nada podía hacer. Seguí mis estudios, graduándome con honores, mi novia estaba muy orgullosa, pero la muy cobarde nunca se atrevió a defender lo nuestro, ahora era yo quien se alejaba. Fui creciendo, sin tanto afán, pase las complicaciones de la adolescencia. Mis metas se hicieron más visibles, aunque fueron prolongadas por mi viaje forzado a Múnich, viajar no como lo soñé muchas veces. Con dolor fui a depositar las cenizas de mi abuelo en el cementerio donde se encontraban los restos de su hermano, que si había luchado por el partido nazi. Luego de ese acto de pesada carga, camine por horas boquiabierta por los paisajes que había pisado en sueños solo que en ellos eran en blanco y negro, sonreía tras cada paso recordando las descripciones de mi abuelo, decidí tomarme un par de cervezas, tu sabes la fama que tienen esas cervezas alemanas. Me embriague y hasta hice un par de canticos en el peor alemán posible, no se que paso pero amanecí con ella, ¡dios mío! Que mujer, que cuerpo, era espectacular, aunque amanecí con algo de pena porque nos recorrimos el cuerpo nos husmeamos, nos desintegramos y nos amarramos a retazos; pero no sabia su nombre, por no preguntarle le llame diosa germana, era muy obvio. Había recorrido otros labios y sentido manos palpantes de mi cuerpo semidesnudo pero jamás llegue a la cama de nadie, no fui hasta ese momento el punto cardinal de ningún catre. Regrese a mi amado Coro, era la única descendiente de mi familia, que desgracia para ésta familia, ¡la única descendiente!  ¿¡Lesbiana!? Un poquito de por favor. Y  para colmo de males, entrando en los treinta y soltera. Si bien es cierto, no quede mal económicamente me podía dar mis lujos de vez en cuando. Después de mi diosa germana, probé un par de labios y ¡que labios!, pero ninguno me causo mas ansia que el de aquella muchacha que conocí en Los Taques, era sublime, incierta; su rostro, su cuerpo, ELLA, no pude despegar mis ganas de su piel canela, podría jurar que esos ojos ya los había visto,  aunque tenia una voz varonil busque tropezarme con ella en cualquier lugar posible hasta que mi cara le fuese familiar. fueron tres meses de insomnio constante, soñándola, deseándola, escudriñándola centímetro a centímetro sintiéndome un microbio, cuando por fin roce su mano para conocerla puedo asegurar sin una pizca de vergüenza que tuve un orgasmo… Ana, si así se llamaba, era hecha a mi medida, si algo le contaba parecía saber el final, sabia de mis libros favoritos, mi música y de todo. Eran mágicos nuestros encuentros, si salíamos a bailar ella siempre muy elegante, si a cenar, me dejaba atontada, siempre hermosamente vestida, hablaba de Praga, Roma, en fin, Italia,  hasta hablamos de ir a Alemania algún día. Los días transcurrían perfectos, estábamos muy enamoradas, los besos eran inocentes, no pasaban de allí, si acaso por muy obscena que se colocaran las cosas a lo mucho llegaba a una agarradita de teta,  esto me pareció muy extraño puesto que veía la lujuria en sus ojos y que me deseaba. Sí, sucedió ese mismo día, ahora que lo recuerdo, fue ese cabernet sauvignon que me subió la rabia, cuando vi una cedula de hombre en su cartera al pagar la cuenta, salieron a relucir los demonios germanos de mi abuelo, me monte en mi Volkswagen, pobrecito, él solo me observaba, dejaba que mi rabia fluyera, encerrado en esa cartera, no propino ni una sola palabra, la trate de perra, zorra y cuanto insulto se me atravesó en el camino, ella solo me dijo: hablamos mañana. Al siguiente día me mostro la cedula, la cual observe con terror, era la cedula de Frank, como había llegado hasta sus manos. Me explico que trabajando en un supermercado, donde él casualmente trabajo, la encontró debajo de un mostrador y decidió guardarla para “la buena suerte”. Mi cara de vergüenza no cabía en la inmensidad, pero ella me abrazo fuerte mientras susurro que todo estaría bien. Los días continuaron inmersos en nuestro amor, pero desde ese cabernet la lujuria me había encendido más el alma, no era posible, a casi un año de calentura no conocía los caminos de su cuerpo, no sabia porque me desesperaba la idea, mil veces le hice el amor en mis sueños, no era suficiente, e idee un plan, sabia cuanto le gustaba el vodka El sábado a primera hora me comunique con ella, la invite a la playa, pase por el supermercado, compre todos los ingredientes para un risotto negro, al mejor estilo de los restaurantes italianos, una botella de vino blanco leche de la mujer amada, por su traducción al español, tres botellas de absolut  sabor a manzana, la pase buscando,  llegamos a mi apartamento, almorzamos. De camino a la playa repetí muchas veces la canción de Estopa. Era una tarde tonta y caliente de esas que te queman el  sol la frente en el verano del noventa y siete, yo me moría por verte, mi única idea era pa anhelarte era llevarte a cualquier parte… Así el día paso de maravilla, el brillo en su cara parecía renovarse a cada instante el vodka dio la fuerza necesaria después de tanta risa y tanta cosa para que Ana me invitara a su casa tal vez se le olvidaron sus verdades, nunca había entrado a ella, era muy corriente, parecía de hombre un par de cosas aquí y allá, nada fuera de lo común, me invito a sentarme en cualquier lugar mientras buscaba hielo y servía dos tragos mas, no llevábamos ni la mitad cuando nuestras lenguas empezaron a buscarse, a sentirse, a explorarse, explote en gemidos, de repente sin explicaciones corto la pasión, puedo jurar que la vi quebrarse mientras se tocaba la frente, ¿de que se acordaría?, fue al baño, la seguí preocupada, la puerta del baño quedo entreabierta, mis ojos quedaron aterrados en un segundo eterno, al verla orinando de pie con su miembro en la mano, arremangándose el vestido. Busque el primer objeto contundente y le ateste un golpe en la sien, que lo hizo caer de inmediato, antes de huir observe que una gota de orín quedo colgando de su prepucio, allí tendido quedo quizá por las urgencias  del  amor, Ana Frank-estein
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