Antología de nóveles escritores: Marian Velandia (Poesía)

Literatura

Marian Lisseth Velandia Amesti, (San Cristóbal, el 26 de junio del año 1991) Estudiante de 5to año de Comunicación Social, con mención humanístico, en ULA Táchira. Ha realizado  cursos sobre cine y documentales abalados por la Fundación Bordes. Reside en la ciudad de Rubio. Sobre sus escritos manifiesta:  “Mis trabajos literarios están regados entre cuadernos y papeles perdidos, unos sé dónde están y otros espero no encontrármelos nunca”  “ Escribo cuando no puedo concebir mis experiencias personales en la pintura; escribo cuando se me chorrea de la boca pero es incomprensible tratar de exponerlo en una conversación, escribo para darle vida a mis pensamientos

Marian Lisseth Velandia Amesti, (San Cristóbal, el 26 de junio del año 1991) Estudiante de 5to año de Comunicación Social, con mención humanístico, en ULA Táchira. Ha realizado  cursos sobre cine y documentales abalados por la Fundación Bordes. Reside en la ciudad de Rubio. Sobre sus escritos manifiesta:  Mis trabajos literarios están regados entre cuadernos y papeles perdidos, unos sé dónde están y otros espero no encontrármelos nunca”  “ Escribo cuando no puedo concebir mis experiencias personales en la pintura; escribo cuando se me chorrea de la boca pero es incomprensible tratar de exponerlo en una conversación, escribo para darle vida a mis pensamientos o para darle sepultura a algunos sentimientos.”   Hora azul Los melancólicos son coléricos sin mecha, La tienen ahogada en las entrañascon los recuerdos.   Viven acariciando el musgo de las rocas y masticándose el sexo.   Un descenso al abismo circular en lo alto del celestial negro. No lucha cuando le llega la locura, mujer con pendientes de lágrimas y sangre en los muslos, haciéndole mendigar de su constelación.   Esperanzado de su porvenir echado al cuello. Bufón de su sol y las flores que besa. Aquel que ha estado una y once veces dentro y deja náufragos con sus delirios.   El que nada y no suelta con la mirada y se le atoran las comisuras, manda sus verdades a flotar en botecitos de luz amarilla.   Abriéndose paso por el espeso crepúsculo hasta que se le diluyan las palabras en estrellas.   En esos botes voy yo misma naufragando de una boca con los ojos enjuagados y flotándome una sonrisa.  
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