Antes de despertar (Poesía)

Literatura, Publicación

Por Erasmo  A. Sayago A la memoria de Eugenio Montejo. Nadie cuenta las horas antes de ese despertar ajenos a él son nuestros pasos también el azar y el destino intentos de abstraer el cambio constante del vivir mientras los días se escriben en nosotros y los devolvemos al mundo con la sinestesia de nuestra huella. Parpadeamos, en ocasiones vemos brevemente al despertar: en un pájaro sobre un árbol en el atardecer cuando enciende las pupilas con nuestra risa y la de otros con el nacimiento de un ser humano y otras veces desearíamos no verlo; en la muerte de

Por Erasmo  A. Sayago

A la memoria de Eugenio Montejo. Nadie cuenta las horas antes de ese despertar ajenos a él son nuestros pasos también el azar y el destino intentos de abstraer el cambio constante del vivir mientras los días se escriben en nosotros y los devolvemos al mundo con la sinestesia de nuestra huella. Parpadeamos, en ocasiones vemos brevemente al despertar: en un pájaro sobre un árbol en el atardecer cuando enciende las pupilas con nuestra risa y la de otros con el nacimiento de un ser humano y otras veces desearíamos no verlo; en la muerte de alguien cercano en las despedidas sin palabras. Él con sus ojos más cercanos nos observa de forma semiesférica más absortos en instantáneas sin importancia ni siquiera lo percibimos aunque él también sea un lienzo negro sin límite en el que la materia y la energía se transforman perpetuamente. Él desea ser un río cálido atento al rozar, estrechar y soltar de las manos construidas del tiempo y el espacio necesitadas de la consciencia del girar sin cesar en el cuerpo de un ser que se desangra demasiado rápido esas manos son nuestras vidas con su inicio, su cruce su separación , su fin (si creemos en su fin) y ese río refleja entre sus corrientes como un espejo todo su amor, dolor, resplandor y miseria toda su esencia y él desea aún más recorrer nuestras venas estando conscientes de ello, sin estarlo hasta que llegue el momento de cerrar los ojos para vivir en el sueño de quienes nos recuerden entonces en la sinestesia de nuestra huella despertaremos plenamente: a lo que un hombre (cuya palabra y memoria fueron uno) alguna vez nombró a lo que un hombre llamó Terredad.
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