Visibilizando asimetrías de poder en la ciencia

LIMBO, Publicación

Abril 2016.- (Por Nayralda Lobo Méndez) Podremos transformar las desigualdades de poder que afectan nuestra Pachamama, en tanto logremos una transformación interna como individuos reforzada en colectivo, cambiando incluso nuestras concepciones de vida, aunque eso signifique dejar de rendirle culto a la muerte. Toda actividad humana se mueve en una comunidad discursiva, también la científica. El lenguaje de la ciencia tiene una función referencial, no es ingenuo, no es inocuo, responde a las estructuras de poder absolutamente taxativas, dominantes y encargadas de definir, incluso las agendas del quehacer científico. Es necesario dilucidar que hay algo más que eso que nos muestran los

Abril 2016.- (Por Nayralda Lobo Méndez) Podremos transformar las desigualdades de poder que afectan nuestra Pachamama, en tanto logremos una transformación interna como individuos reforzada en colectivo, cambiando incluso nuestras concepciones de vida, aunque eso signifique dejar de rendirle culto a la muerte.

Toda actividad humana se mueve en una comunidad discursiva, también la científica. El lenguaje de la ciencia tiene una función referencial, no es ingenuo, no es inocuo, responde a las estructuras de poder absolutamente taxativas, dominantes y encargadas de definir, incluso las agendas del quehacer científico.

Es necesario dilucidar que hay algo más que eso que nos muestran los medios, que nos trasmite la sociedad como educación y “calidad de vida”, que existen millones de universos simbólicos creados por las vivencias, por las experiencias de este conjunto de personas que se relacionan entre sí. Es primordial para la capacidad de discernir, de hacer una crítica basada en la observación, interpretación y análisis, no quedarse sólo con una cara de la moneda.

Los mecanismos del quehacer científico son ocultados incluso entre pares; la única forma de entender cómo se desenvuelve el quehacer científico es estando en los lugares donde se hace ciencia. La única manera de entender la hegemonía de la ciencia es haciendo ciencia. Experimentar la forma en que separan a los otros, dejando de lado el principio de otredad, no sólo a través de su discurso, sino a través de su trabajo, para no perder el limitado poder alcanzado con su posición de “científico” respetado en la sociedad, es abrumador.

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El grupo de personas no académicas, los “legos”, no son portadoras del bien más preciado, el “conocimiento”. Pero más allá de la máscara del conocimiento se encuentra el verdadero rostro de lo añorado: el poder absoluto sobre todo ser viviente. Ese conocimiento es discriminador, no todo el mundo tiene acceso a él y, gracias a la forma excluyente de articularlo, no se cuenta con herramientas para una visión crítica.

A todo lo anterior se le suma la visión que se tiene de la Naturaleza, allí radica gran parte de los conflictos socioambientales que se suscitan hoy día, la manera cómo ésta es percibida por los seres humanos, se debe al paradigma euro-occidental de la ciencia. La forma cómo se “deben” construir las imágenes de naturaleza. Es separatista y limitante. Aunado a esa visión de apropiación, de poder, se genera una fragmentación, consecuencia de un proceso de valorización, financiación y mercantilización de la misma. Estos procesos incluyen un gran espectro de los denominados “recursos”.

El intelectual al adentrase en su papel como profesional, está inmerso, “necesariamente ligado, como producto social, a las nuevas relaciones de producción que se generan en el seno de una sociedad en proceso de cambio. Los intelectuales son portadores de los logros culturales que inevitablemente coinciden con los intereses de los sectores dominantes”. (Calello H. 1969, pág. 14)

Estructuras invisibles

El quehacer científico contemporáneo se muestra ante la humanidad como neutral, contrario a las opiniones, presunciones, prejuicios; desde la separación cartesiana cógito-extensa, los individuos cognoscentes a través de la ciencia han hecho parecer al ser humano y a la Naturaleza disímiles aislados, divididos, sin ningún tipo de conexión. Pero la realidad es otra, en el mundo de la ciencia hay una batalla constante, una omisión genuina cargada de una gran competitividad, todos quieren el poder a como dé lugar, independientemente de las consecuencias que estas disputas ocasionan en la vida de los otros.

Tomando en cuenta que al perseguir esa supremacía de lo inalcanzable, inmersos en su arrogancia, los agentes de la ciencia moderna, se mantienen en una completa incoherencia, ¿es posible pasar de lo subjetivo a lo objetivo, sin percatarse que la objetividad es reflejo de la propia subjetividad?, cayendo en una paradoja de objetividad ilusoria, excluyendo formas otras de conocimiento no inmersas en esta lógica del modelo civilizado hoy hegemónico. (Fox Keller 2000).

Así pues la forma de hacer ciencia con su visión desde ninguna parte (Fox Keller 1994), intenta cada día, contradictoriamente, separarse más de lo humano, dejando de lado su verdadera raíz; la ciencia es una actividad cultural, y como práctica social basada en un código y en unos símbolos, es una acción humana que es presentada bajo un discurso excluyente, óculo-céntrico, enfocado en el razonamiento simplificado para obtener a través de la objetividad un resultado medible, cuantificable, absoluto, sin oportunidad para otros –otros no hace alusión a contrarios u opuestos- modos, otras perspectivas; vale preguntarse ¿y es que la ciencia no está a su vez establecida por construcciones sociales de la realidad, así como cualquier otra forma de conocimiento?.

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Si nos basamos en el Análisis Crítico del Discurso (ACD) como método para hacer visible esta exclusión a través del discurso científico, podemos hacer uso de esta herramienta para visibilizar esas formas de producir, reproducir y mantener relaciones de poder, sus asimetrías en los mecanismos discursivos que imperan en las distintas agencias científicas, dirigidas por lineamientos del patrón dominante moderno-capitalista-colonial. Forman una dialéctica bidireccional con las estructuras sociales -formas discursivas y estructuras sociales se dan forma y se modelan entre sí-, cooperan en el mantenimiento del statu quo de la sociedad, al igual que en su materialización cultural en distintos formatos en situaciones concretas, apoyan su transformación, manifestándose relaciones de poder desiguales entre las clases sociales (por ejemplo) las mujeres y los hombres. (Fairclough y Wodak 2005, pág. 368).

El ACD es un trabajo político ideológico, de naturaleza interdisciplinaria, que devela estructuras de poder, de control como elementos discursivos. Así fue como surgió este campo de investigación, sus orígenes teóricos devienen del análisis crítico adaptado al lenguaje que se incrementó en el “marxismo occidental” (Fairclough y Wodak 2005, pág. 370).

¿Cómo emparentar la disciplina para esclarecer fenómenos adquiridos?, ¿cómo se logran moldear las mentes a través del discurso dentro de una colonialidad del poder?

Si bien el ACD interpreta los discursos como práctica social, es preciso mantener una postura crítica ante los hechos que se suscitan, al observar a simple vista que existen posiciones desiguales de poder, ocasionando daños a terceros, pero teniendo los ojos bien abiertos, para percibir lo que no se ve por encima, sino que se mantiene bien oculto, con toda la premeditación al respecto, con la alevosía de continuar reproduciendo esas asimetrías de las que ya no se puede pasar más por alto.

* Calello H. (1969): Ciencia social y revolución en Latinoamerica. Ediciones de la Biblioteca UCV, Caracas, Venezuela.

* Fox Keller E. (1994): La paradoja de la subjetividad científica, en: Fried Schnitman D.: Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Paidós Iberica, pp. 143-182, Buenos Aires, Argentina.

——————(2000): Lenguaje y vida. Metáforas de la biología en el siglo XX. Manantial, Buenos Aires, Argentina.

* Fairclough N. y Wodak R. (2005): Análisis crítico del discurso: una descripción preliminar., en: Van Dijk T. A.: El discurso como interacción social. Estudios sobre el discurso II. Una introducción multidisciplinaria. Editorial Gedisa, pp. 367-404, Barcelona-España.

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