mother!, y la relación entre creador y obra

BORDES, Cine, Publicación

Aronofsky y su santísima trinidad: madre, Creador y hombre. La última película de Darren Aronofsky ha dado mucho de qué hablar, y no quisiera detenerme en la polémica de su aceptación o rechazo, sus galardones o los tópicos que pueden encontrarse en cualquier reseña de la misma, desde explicaciones y negaciones a la misma, hasta las alegorías más precisas o divagantes, sino hablar de mi experiencia con esta obra a un nivel de lectura, de entre muchos, que me pareció el más pertinente tocar: La visión de Aronofsky de Dios, del hombre y de la madre naturaleza. Es claro el

Aronofsky y su santísima trinidad: madre, Creador y hombre.

La última película de Darren Aronofsky ha dado mucho de qué hablar, y no quisiera detenerme en la polémica de su aceptación o rechazo, sus galardones o los tópicos que pueden encontrarse en cualquier reseña de la misma, desde explicaciones y negaciones a la misma, hasta las alegorías más precisas o divagantes, sino hablar de mi experiencia con esta obra a un nivel de lectura, de entre muchos, que me pareció el más pertinente tocar: La visión de Aronofsky de Dios, del hombre y de la madre naturaleza.

Es claro el nivel de lectura bíblico, ambientalista, de relaciones de género a nivel histórico y geográfico, y a nivel de sublimación del artista en su obra, pero lo que atañe a mis reflexiones, viene dado a lo que Aronofsky nos quiere decir desde el principio, su elemento relevante en la trama, el que le da título a la obra, ¿por qué teniendo al mismísimo Dios en el papel, decide mostrarnos todo desde la perspectiva de una madre naturaleza que, desde cualquier punto de vista que antes se le haya dado a la creación de Dios, no había sido tomada en cuenta?

Toda la narrativa mostrada en pantalla sucede desde el punto de vista de la madre, desde su hombro, desde sus ojos, o hacia los mismos, si no la ves en pantalla es porque estás viendo a través de ella, y entendemos todo a partir de ahí. Si tomamos en cuenta la historia de la humanidad y los posibles puntos de vista que el autor nos da a lo largo de la cinta, nos demuestra que la visión de la historia por parte de un dios sería algo bastante corto de lograr, siendo algo desconocido para nosotros mortales, caminantes sin rumbo consagrado por el espíritu más de lo que nuestros sentidos nos permiten, aunque tal vez esté errado y algunos iluminados están por ahí leyéndome y negando con la cabeza.

La visión de esa misma historia, por parte del hombre, se hace innecesaria puesto que formamos parte de ese pensamiento que ha dado forma a nuestra visión de Dios, al menos al Dios cristiano, y sí, muchos estarán pensando que de igual modo quien hizo la película está igual de condicionado, pero a lo que quiero llegar con toda este rodeo es, ¿quién había tomado a la tierra o al espíritu natural de nuestro hogar en cuenta? ¿Quién había mostrado antes de un modo tan “humano” a la madre naturaleza que nos permite, como obra de Dios, plagarla de nuestra existencia? ¿Quién, antes, le daría las cualidades con las que nos identificamos a nosotros mismos, a este personaje que de otro modo no generaría esta misma empatía perturbadora si no fuera porque le vemos andar, llorar, reír, trabajar, engendrar y amar?

La historia nos muestra una relación entre un poeta y su esposa, claramente distinguibles como las figuras de Dios Creador y su creación, la madre naturaleza -reflejo del acercamiento del hombre, como ser, hacia sí mismo y hacia su plenitud espiritual- y el amor que une a esta con su autor y acompañante, llena y satisface el ego del mismo, siendo demostrable desde el primer momento que aparecen, lo preocupada que siempre se encuentra ella respecto a Él y a su relación, y la indiferencia cotidiana de Él respecto a ella, dando su amor por sentado, demostrando insatisfacción y vacíos que necesita llenar.

   

A lo largo de la cinta nos toparemos con un Dios, un Creador, un Poeta que, reflejo claro del Dios Cristiano que comparte la visión occidental, es un ser con las capacidades máximas de lo que se considera omnipotencia y omnipresencia, pero es incapaz de superar un ciclo de creación que se repite constantemente, entre fallos y errores, más como un mortal y humano científico que como un Dios que juega bajo sus propias reglas, y es ese vacío reflejado en su propio ser que ocupa y abarca todo, lo que nos muestra Aronofsky, y sonará contradictorio que un ser de estas cualidades y capacidades llegue a esos extremos de fallo y error, cosa que hace recordar, aunque no aplicable a esta visión, la frase de Nietszche que habla del hombre creando a dios a su imagen y semejanza.

Si alguno ha visto la serie Rick and Morty, recordará el segundo capítulo de la segunda temporada, en el que Morty se apiada de un ser –Fart- cuya especie es tan avanzada respecto a las demás que es capaz de controlar a voluntad a otros seres y cuyo único propósito es limpiar de especies amenazantes el universo para su propio bienestar universal. Cualquier ser creador luego de, vamos a concederlo, varios intentos de creación no solo errónea o fallida, sino catastrófica y caótica hasta cavar profundo en su propio sentir, debería hacer algo diferente al respecto, como Fart y su especie, pero el Dios que nos muestra Aronofsky es, como en muchas de sus obras, una exploración al individuo creador, a sus obsesiones y a lo que lo mueve. Cuando veíamos Black Swan (2010), no imaginábamos que en algún momento llegaría a una exploración de un personaje como Dios en alguna de sus películas, y sin embargo, con las bases socialmente compartidas que se manejan, muestra a un Dios Creador tal cual es conocido, pero no reconocido por muchos, al punto de ser una visión o versión rechazada por un gran porcentaje del público, cuando todo lo que se refleja de Él en la cinta está sustentado en el bestseller más vendido de la historia de la humanidad.

Esta cadena de reflexiones nos llevan a dar cuenta de qué tanto aceptamos nuestra realidad, qué tanto entendemos de nosotros mismos como individuos, como colectivo, como sociedad, como entes pensantes, caminantes y amantes, creyentes y espirituales. Qué tanto hemos profundizado en todo lo que nos hace ‘ser’, como para no juzgar con antelación la importancia de los sucesos e hitos del propio hombre contra sí mismo y contra su entorno, de cómo no se ha explorado internamente lo suficiente para entender que la versión de la verdad es múltiple, al menos en este plano, y que una visión única de Dios no puede ser una en la que su ego individual creador supere al propio amor que su creación le profesa, el cual anhela pero no considera meritorio de su atención a menos que sienta que está a punto de perderlo, uno que considera que más amor equivale a mejor amor, un Dios que esperando ser correspondido pierde el rumbo de lo que quiere que le corresponda.

Aronofsky nos muestra a un Dios incapaz de romper el ciclo de creación y destrucción que ha creado y que pedalea constantemente en búsqueda de… ¿de qué? Al final de la película nos dice que “nada nunca es suficiente, si fuera suficiente, no podría crear, y eso es lo que hago, soy creador, es lo que soy”. Esto nos muestra una perspectiva fatalista y a la vez de resignación por parte de un ser que podría o no podría someternos a cualquier acto que se cruce por su imaginación, las afecciones que generan las primeras personas en la casa, un Adán (Ed Harris) y una Eva (Michelle Pfeiffer) que envician su suelo, su aire y su verde, su historia, su descendencia y su propio infinito, todo eso es creación de ese Dios pintado no por Aronofsky, sino por la propia iglesia y que el autor aprovechó para darnos una bofetada de sobre entendimiento, porque todo el tercer acto es una estridencia a los sentidos que viene resonando desde hace miles de años y no ha hecho sino acrecentarse, y apenas es que se ha empezado a tomar conciencia de ello, y no, en este caso no hablo de Dios, sino de la madre que nos engendró.

mother!, es una película que se puede considerar como un resumen de la biblia, un mensaje ambientalista, una suerte de crítica social, pero más allá de todo ello, lo que merece la pena de esta cinta es la exploración que nosotros mismos como personas, como Aronofsky, podemos hacer con nosotros mismos, con nuestra idea de Dios y cómo debemos centrarnos en lo esencial de la existencia, y no en banalidades obscenas que solo satisfacen el ego, pero, ¿cómo diferenciarlas? Puede ser más complicado que esto, pero lo esencial de la existencia es lo que mueve al alma, las banalidades obscenas son las que mueven la razón, y culmino con una frase modificada de la antes mencionada Rick and Morty, no permitamos que seamos ‘la misma historia de siempre, Dios y hombre matando a la madre naturaleza’, a su propósito y a su acercamiento a la iluminación por parte de un mejor dios.

 

Jesús Baclini

Publicado en Post- Sinapsis- mother!

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