Las pasiones bamboleantes

Literatura, Publicación

Enero 2016.- Cuando pienso en mí como habitante de un lugar, muchas veces absorta en el quehacer cotidiano, en el desplazarme de un lado a otro por la simple necesidad de llegar y temo estar perdiéndome algo de aquello que me rodea, Federico Vegas se convierte en uno de esos autores contemporáneos a los que recurro una y otra vez; esa cualidad suya de moverse entre la arquitectura y las letras hace que sus reflexiones sean ricas en imágenes que invitan al lector a soñarse dentro de su propia ciudad. Aunque arquitecto de profesión, Federico Vegas resulta un prolífero escritor,

Enero 2016.- Cuando pienso en mí como habitante de un lugar, muchas veces absorta en el quehacer cotidiano, en el desplazarme de un lado a otro por la simple necesidad de llegar y temo estar perdiéndome algo de aquello que me rodea, Federico Vegas se convierte en uno de esos autores contemporáneos a los que recurro una y otra vez; esa cualidad suya de moverse entre la arquitectura y las letras hace que sus reflexiones sean ricas en imágenes que invitan al lector a soñarse dentro de su propia ciudad.

Aunque arquitecto de profesión, Federico Vegas resulta un prolífero escritor, tanto así que no se limita a una sola rama de la escritura. Personalmente encuentro su ficción demasiado sesuda, pero sus artículos me resultan altamente sensibles. La ciudad y el deseo es una muestra maravillosa de su trabajo ensayístico sobre las maneras de abordar las urbes; desde su naturaleza, hasta la política. Este libro en particular lo dedica a sus hijos “y a la ciudad que desea para ellos” y a medida que uno avanza en la lectura, percibe ese anhelo humano de conectar con el lugar donde vive.

img_las pasiones bamboleantes  

Para hablar del valle que nos atañe a los sancristobalences, tomo prestada una observación que realiza Federico Vegas en el libro Caracas en 25 afectos recordando lo dicho por otro arquitecto: “Nos contaba que Caracas es una ciudad cóncava, un valle rodeado de una gran montaña y un cerco de colinas donde las pasiones se quedan rebotando con ondas imprevisibles. Al contrario de las ciudades planas donde el viento barre los vestigios de amor y rencor, en Caracas permanecen dando tumbos con ángulos sorpresivos.”

Con el debido respeto que se merecen las planicies, ¿no es acaso una imagen bellísima esta que nos regala Vegas a quienes vivimos entre montañas? Más que ser el lugar que ocupamos, la ciudad (y su paisaje) es un ente que interviene en nuestras vidas a medida que nos movemos en ella ¿Y qué tal si los encuentros fortuitos, los arranques de nostalgia, los amores repentinos son el efecto de las emociones encontrándose con los bordes del valle? No basta con que el Caribe nos condicione como personas pasionales; si no que algunos estamos destinados a toparnos de tanto en tanto con viejas emociones. (Indira Casique)

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