Fusil – Getunet/El Incinerador Teatro (Reseña)

Artes Escénicas

Por José Romero Corzo La pieza teatral «Fusil», escrita y dirigida por el dramaturgo José Ramon Castillo, estrenada recientemente en San Cristóbal por el Grupo Experimental de Teatro Unet junto a El Incinerador Teatro, muestra un inusitado estilo ecléctico en nuestra dramaturgia tachirense contemporánea. Así, en referencia a la textualidad poética del drama -de evidente carácter ético-político-, se observa cómo se imbrican en él elementos minimalistas de escenificación y trabajo actoral de diversificada técnica que hacen de esta propuesta teatral una pieza de singulares y discrepantes valores artísticos: un escenario con mínimos recursos escénicos que evoca un jardín zen, en

Por José Romero Corzo

La pieza teatral «Fusil», escrita y dirigida por el dramaturgo José Ramon Castillo, estrenada recientemente en San Cristóbal por el Grupo Experimental de Teatro Unet junto a El Incinerador Teatro, muestra un inusitado estilo ecléctico en nuestra dramaturgia tachirense contemporánea. Así, en referencia a la textualidad poética del drama -de evidente carácter ético-político-, se observa cómo se imbrican en él elementos minimalistas de escenificación y trabajo actoral de diversificada técnica que hacen de esta propuesta teatral una pieza de singulares y discrepantes valores artísticos: un escenario con mínimos recursos escénicos que evoca un jardín zen, en cuyo interior -y en cuyo derredor- ocurren paradójicamente los conflictos psicosociales de una aldea fronteriza de pescadores, signada por los rasgos arquetípicos del mito y la utopía política latinoamericana. En efecto, mito y utopía se entretejen en la compleja trama del texto, en cuya configuración cobran capital importancia distintas y prestigiosas formas simbólicas de nuestra cultura. Si convenimos con Sorel que en la lucha de clases el mito pone en evidencia los conflictos existentes entre las clases y moviliza a la lucha organizada y permanente de los trabajadores, ―por cuanto es la violencia como praxis de continua militancia y resistencia lo que, a su juicio, impide la decadencia social, y no la victoria de alguno de los dos polos de la disputa―, constataremos entonces que estamos en presencia del viejo mito guerrero que subyace en las luchas armadas emancipatorias propugnadas por todos los movimientos revolucionarios de Occidente. 969947_10151704587144043_1223946838_nTambién Mariátegui comprendió que la revolución está cimentada en el mito marcial, al afirmar que, «La vida, más que pensamiento, quiere ser hoy acción, esto es combate. El hombre contemporáneo tiene necesidad de esa fe. Y la única fe, que puede ocupar su yo profundo, es una fe combativa» (Mariategui, Dos concepciones de la vida, 1987: 21). En “Fusil” el combate, la lucha marcial, constituye el símbolo en torno al cual tiene lugar la vida de los aldeanos. Así, la pieza teatral, nos muestra el drama de un humilde pueblo de frontera, cuyos habitantes se encuentran irremediablemente destinados a enfrentar tarde o temprano la lucha armada contra los adversarios para impedir que éstos terminen aniquilándoles. El mito revolucionario cobra aquí una fuerza telúrica de verdaderas dimensiones mistificadoras, trágicas y épicas. El mito marcial, ciertamente, moviliza fuerzas irracionales del inconsciente individual y colectivo, cuya justificación es evidente que se encuentra en la utopía de un nuevo orden anhelado mas no alcanzado todavía. Un orden social nuevo, un nuevo amanecer, un hombre nuevo. En esto, obviamente, radica la utopía. 1010833_10151704584749043_956090118_nPara concluir, “Fusil”, leída en clave psicoanalítica, consteliza en sus personajes las cualidades armónicas y disarmónicas de Marte, el dios de la guerra, como el ímpetu, la iniciativa, la voluntad, el entusiasmo, bravura, franqueza, actividad, carga vital, énfasis, realizaciones, amor por la libertad, capacidad de mando especialmente en los momentos difíciles, reacciones inmediatas y positivas; así como la temeridad, complejo de impotencia, recelos, desconfianza, brutalidad, falta de tacto, incapacidad de reflexión, errores brutales de valoración, inconstancia, tiranía, sadismo, agresividad, reyertas, vanagloria. Y, como como toda obra de género agonístico-bélico, incita sutilmente en su mítica y utópica trama simbólica a la fogosidad fanática y alucinada latente en todos los espectadores hacia combate revolucionario, sin dejar de sugerir, no obstante, la posibilidad de salir del círculo de la violencia armada mediante la situación de refugio a través del éxodo hacia un país vecino. José Romero Corzo Docente e investigador Fundación Cultural Bordes.
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