Freddy Pereyra (Reseña)

Artes Visuales

Freddy Pereyra  Un maestro, un legado, una historia… nuestra historia. Si hay algo que tienen los artistas, es la costumbre de dejar huella, aquellos que trabajan con ahínco y logran concretar una gran obra dejan huellas muy profundas, huellas de dimensiones históricas; ese es el caso de Freddy Pereyra. Un artista cuya fluctuante historia tiene un pie en las artes plásticas y el otro en el teatro, aunque también habría que añadir un tercer pie en la poesía y la escritura que desarrolló en menor grado, pero no con menos ímpetu y es que su espíritu transgresor se manifestó en

Freddy Pereyra

 Un maestro, un legado, una historia… nuestra historia.

Si hay algo que tienen los artistas, es la costumbre de dejar huella, aquellos que trabajan con ahínco y logran concretar una gran obra dejan huellas muy profundas, huellas de dimensiones históricas; ese es el caso de Freddy Pereyra. Un artista cuya fluctuante historia tiene un pie en las artes plásticas y el otro en el teatro, aunque también habría que añadir un tercer pie en la poesía y la escritura que desarrolló en menor grado, pero no con menos ímpetu y es que su espíritu transgresor se manifestó en todas su creaciones, desde sus plumillas como las de la serie de los “Gatos Eróticos” hasta sus irreverentes poemas como el que rezaba: “quiero / tu excremento /para renunciar a la necesidad /de ver con otros ojos / la vida / y refocilarme / en tu perfidia”.
Obra de Freddy Pereira, dimensiones 38x28cm mixta sobre papel
Obra de Freddy Pereyra, de la serie «Los Gatos Eróticos» dimensiones 38x28cm mixta sobre papel
Enamorado de estos mundos dedicó su vida a recorrerlos y conocerlos en profundidad, sobre todo desde la creación y lo vivencial, alejado de lo académico, aunque en el 2012 la UNEARTE le concediera un título honoris causa. Signado por la experiencia y emprendedor por naturaleza se dejó curtir por el camino. Obra de Freddy PereyraCuando digo que se dedicó a conocer en profundidad sus artes, no lo hago de manera retórica, sino porque fui testigo de su accionar. Como hombre de teatro, fue actor, escenógrafo, director de su propio grupo y director de la escuela regional de teatro, educador, productor, organizador del Encuentro Regional de Teatro por cinco años, hasta diseñaba los afiches y programas de sus obras, y cabe mencionar su periplo por el cine nacional. Asumir todas estas funciones, en un contexto como el nuestro evidencia, una innegable pasión por el hecho artístico y la necesidad imperante y vital de consumarlo porque se vuelve la vida misma. En las artes plásticas profundizó de igual manera, pues era de esos pintores que curan sus propias telas, arman sus bastidores e incluso preparan sus pigmentos. Sé que también restauraba obras y sabía quitarle el hongo a los papeles viejos. Fue galerista, construyó su propia galería, organizaba exposiciones, hacía el montaje y la museografía y escribía los textos para el catálogo, a principios de los 70 fue profesor y director de la escuela de arte de Cumaná y a mediados de esa misma década fue director de cultura en Anzoátegui. Su obra es tan profunda en lo técnico como en lo temático. Ganó un gran reconocimiento a nivel nacional como dibujante en las décadas 70 – 80 y es que basta ver su serie de retratos para convencerse del virtuosismo con que su trazo representaba a los personajes del mundo artístico nacional con un aire surrealista, muy íntimo, hasta llegar a los sintéticos y expresivos dibujos de la figuración del absurdo, de estos dibujos comentó Perán Erminy: “Más allá de la belleza formal, el efecto expresivo de las imágenes, con la violencia de sus símbolos sexuales agresivos y la significación crítica o protestataria del conjunto, configuran una obra de indudable calidad”. De las técnicas secas como el carboncillo, los pasteles y los lápices de colores hasta las técnicas aguadas que dan origen al pintor como; la tinta china, el óleo, los acrílicos o las acuarelas, pasando por el verso feroz y la onomatopeya su obra significó para el Táchira la entrada a la modernidad. dibujo absurdo Recuerdo que siempre contaba con cierta rabia y algunas carcajadas la vez que le vetaron una exposición en la biblioteca pública por un cuadro en el que se veían unos perros feroces asechando a una mujer desnuda. Quien pareciera en ese entonces un transgresor era un renovador, por esto conformó junto a amigos contemporáneos “La Cueva Pictolírica”, un grupo de vanguardia donde poetas y artistas plásticos, los “homotractores”, como se llamaban entre ellos, asumían un cambio y proponían una ruptura en la tradición conservadora de las artes regionales. Su temática pictórica recorre todos los temas del academicismo pero renovados bajo su moderna visión, así pues; el retrato, los bodegones, las naturalezas muertas y los paisajes se transfiguran con personalísimos visos surreales. Y pese a su admiración por los grandes pintores del arte universal, no dejó nunca de retratar su contexto, de esa manera, los símbolos del país se filtran y emanan constantemente de su pintura. Figuras míticas e históricas visitan sus telas: María Lionza, Francisco de Miranda, Bolívar, José Gregorio Hernández, entre otros. Así lo universal se tiñe de colores locales y el discurso se va hilvanando, dando como resultado ese imaginario abundante que sin duda es un mundo en el que él mismo se representó a través de sus magníficos autorretratos, para habitar en lo imaginado, en esa realidad-otredad que se hace presente como legado.

Auto Retrato

Toda esta apología es a propósito de la reciente celebración del día del artista plástico este 10 de mayo, día en que se inauguró en la Galería “Manuel Osorio Velasco”, de la dirección de cultura del estado Táchira, una excelente muestra retrospectiva llamada sencillamente “Freddy Pereyra” con varias de las obras más representativas de este pintor tachirense, obras fundamentales para el arte regional y nacional, un legado de sensibilidad, un imaginario único, una huella profunda y parte innegable de nuestra historia. Osvaldo Barreto.
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