Espiritualidad Pagana – Pedro Alzuru

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Espiritualidad Pagana fue una ponencia dictada por el profesor Pedro Alzuru, investigador asociado al Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, durante el VII Seminario Bordes: Muerte y espiritualidad. ¿Qué nos hace espirituales? ¿Qué es el espíritu? ¿Por qué nos hemos disociado de lo anterior a lo tangible? Hace falta tener una amplia y sintética perspectiva del pasado, sobre todo de las primeras dinámicas de la civilización occidental, Grecia antigua, para entenderlo y esto es lo que precisamente hace el profesor Alzuru como estrategia de comprensión e inmersión ante el auditorio. Ya lo decía Winston Churchill al

Espiritualidad Pagana fue una ponencia dictada por el profesor Pedro Alzuru, investigador asociado al Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Los Andes, durante el VII Seminario Bordes: Muerte y espiritualidad.

¿Qué nos hace espirituales? ¿Qué es el espíritu? ¿Por qué nos hemos disociado de lo anterior a lo tangible? Hace falta tener una amplia y sintética perspectiva del pasado, sobre todo de las primeras dinámicas de la civilización occidental, Grecia antigua, para entenderlo y esto es lo que precisamente hace el profesor Alzuru como estrategia de comprensión e inmersión ante el auditorio. Ya lo decía Winston Churchill al hablar de que los secretos del porvenir están cifrados en el pasado. Mirando hacia atrás podemos comprender nuestro presente y por movimiento complementario generar un futuro cohesionado a la atención que tengamos aquí y ahora.

Una clase magistral del desdoblamiento filosófico hasta la mentalidad científica constituyó el enfoque dado a esta peculiar ponencia muy a tono con la temática del Seminario. La conferencia daba cada vez más en el clavo a medida que progresaba, aunque a veces Alzuru recurriera a caminos sinuosos de carácter metafísico en busca de imágenes que explicaran lo que las palabras no pueden que dejaban a quienes lo escuchaban en un mar silente. “Vamos a detenernos aquí. ¿Alguien tiene una pregunta?”, comentó un par de veces para despejar dudas que enriquecieron el desenvolvimiento de la actividad.

img_00200El cuidado de sí mismo, una mirada interna

Este fue el tema en torno al cual giró toda la ponencia, Alzuru busca y desentraña en postulados y actitudes filosóficas de la Grecia antigua un contraste que genere la tensión necesaria para comprender de una manera más directa cómo se pensaba acerca de la individualidad y del paradójico aporte colectivo que esta podría generar. Foucault es su gran aliado en esta tarea.

Asiste a diálogos platónicos en busca de patrones de indagación que permitan acceder a la salvación, o en una palabra más accesible: nuestra propia verdad, que hasta que no se encuentra logra generar las inquietudes que sean necesarias.

Se debate entre la dicotomía de lo que entendemos hoy como cuidado de sí mismo y de cómo se le comprendía antes mientras hace énfasis en el gran impacto que causó el pensamiento cartesiano y la constitución de fundamentos morales después del divorcio del positivismo de ese fértil estanque filosófico que lo hizo posible. “La sociedad occidental rehizo su propia historia a través de leyes de fundamentos morales”, dice Alzuru.

Mediante diversas referencias a Platón y Sócrates desdibuja el contexto democrático aristocrático ateniense y da luz sobre la necesidad y lógica de la conformación de élites como agrupación de aquellos que lograron cuidarse a sí mismos, conocerse a sí mismos y por ende gobernarse a sí mismos. Paradójicamente, un grupo de diferentes que se movía en altos niveles competitivos por incidir en la transformación del clan o sociedad, cosa que solo es posible conociéndonos a nosotros mismos, teniendo clara una y otra vez nuestra naturaleza a través de vivirla en la multiplicidad.

Queda claro entonces que si funcionamos diametralmente diferentes con respecto a la Grecia antigua, estamos inmersos en una manera de pensar absolutamente racionalista que evade y se siente diferente de la naturaleza que la produce, es decir, el espíritu y subraya el impacto de la era cristiana con sus principios de altruismo, sacrificio y entrega total al prójimo. En nuestra modernidad no nos ocupamos de nosotros mismos sino por defecto anhelamos que alguien más lo haga. “El principio ocuparse de sí era una fórmula de existencia política y social de la antigua Grecia”, dice Alzuru.

Espiritualidad práctica

img_00266Más que esencia, el verdadero sujeto de la acción es anterior al cuerpo que lo vehiculiza. Alzuru comenta algunas formas que puede tomar este cuidado de sí mismo, entre los que destaca la dietética, de cómo alimentamos a este móvil físico, las leyes y los distintos regímenes que permiten mantener su existencia en buen estado; la economía, que nos determina como actores sociales, el intercambio constante que nos trae nueva vitalidad y la erótica, que hace referencia a esa capacidad que tenemos de asombrarnos y de proyectar deseos que nos emocionan.

La clave parece estar entonces en desarrollar la existencia a través de identificar nuestro ser interior como sujeto de la acción en busca de un equilibrio con respecto a una vida sometida a las reacciones inmediatas del cuerpo físico, pues es solo a través de la espiritualidad, de la mirada interna, que podemos vehiculizar las transformaciones y metamorfosis necesarias durante nuestro trayecto de vida. Tiene todo el sentido, pues si existe una “sustancia” que puede tomar múltiples formas a través de la transformación, sería ilógico que una sola de estas formas pudiera contener toda la complejidad del alma, haciéndose necesario generar diversas formas de lo mismo para mantener la vitalidad.

Y de alguna u otra manera la ponencia desemboca en este tema: transformar constantemente aquello que creo ser para experimentar una nueva dimensión del mismo ser. De no hacerse, Alzuru comenta que todo aquello que somos pero que no se le da movimiento a través de la transformación, se convierte en obstáculos y en grandes defectos que nos pueden sumergir en el estancamiento.

Por esto hace posterior énfasis en la vejez como edad en donde la transformación ha cuajado una nueva dimensión física y espiritual del ser, donde los placeres físicos y de ambición han cesado para entregarnos una actitud cristalizada de vivir todos los días como si fueran el último. Esgrima que “la juventud se trata de una constante preparación hacia la madurez y la vejez se trata de un rejuvenecer” y es en ese constante devenir que nos vamos encontrando con lo que realmente somos.

“Esa es la verdadera salvación: si yo me salvo, puedo ayudar a otros a que se salven”, finaliza con una magistral reconciliación de la latente paradoja entre lo individual y lo colectivo. (Anfer Chavez Contreras)

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