El cine de Jean Luc Godard, ver este mundo como una procesión solitaria

Cine, Publicación

Febrero 2016.- Simpatía por el Diablo. El título anuncia una complicidad  y, en este caso es con el cine. Entre la música y un director de cine. Jean Luc Godard, suizo-francés nacido en 1930, “niño rebelde” que en los años sesenta del siglo XX retó la costumbre de mirar y disfrutar cómodamente las películas. En este momento cuando vemos más televisión que cine como logro indiscutible de la cultura de masas, ver obras que nos provoquen y transgreden no es nada fácil,  tan  habituados ya al paquete visual impuesto por Hollywood. Godard es un provocador de oficio; culto y agudo

Febrero 2016.- Simpatía por el Diablo. El título anuncia una complicidad  y, en este caso es con el cine. Entre la música y un director de cine. Jean Luc Godard, suizo-francés nacido en 1930, “niño rebelde” que en los años sesenta del siglo XX retó la costumbre de mirar y disfrutar cómodamente las películas.

En este momento cuando vemos más televisión que cine como logro indiscutible de la cultura de masas, ver obras que nos provoquen y transgreden no es nada fácil,  tan  habituados ya al paquete visual impuesto por Hollywood.

Godard es un provocador de oficio; culto y agudo en sus ensambles fílmicos. Este director no se anda por las ramas, ni las nubes utópicas, en su propuesta de cine militante Godard nos increpa a ver más que mirar la ficción como algo propio de la realidad. Mejor aún, a detenernos en este horror de civilización que cambió el “amor cristiano”  por ese odio destructivo de la guerra. En sus films, Godard insiste en ver este mundo como una procesión solitaria en contra de la razón tecnificada y burocrática  del beneficio consumista. El mundo tecnocrático e inhumano que nos lleva hacia la destrucción. Curioso en un director que pone en jaque su juego de imágenes y los textos literarios, para construir un guion fragmentario, dirigido a desconcertar al espectador convencional.

GODARD

Godard no se da por vencido, insiste en perturbar y confundir con su lenguaje mosaico: superpone, cruza y rompe la lógica impuesta linealmente por un cine vulgar y silvestre, azuzándonos para que miremos con detalle una poética de la imagen punzante y burlona de la vida diaria.

Ahí en ese juego de imágenes que es el cine, Godard nos cuenta  casi en secreto, que el amor es una historia banal entre jóvenes amantes en una ciudad ruidosa y podrida de contrates visuales. Un mundo urbano perversamente volcado a vivir de medias mentiras y verdades a medias. Al final la escapada es un viejo ardid para devolvernos una bofetada a ésta moral pacata y cínica que nos molesta.

En un nuevo ciclo de proyecciones acompañadas de conversatorios con el público, nuestro cine club universitario espera saldar en parte el gusto con nuestros exigentes cinéfilos. Tres piezas de la vasta obra de Godard: Al final de la escapada; El desprecio; y Simpatía por el diablo, todos los lunes a las cuatro de la tarde en el auditorio del Centro de Ingenieros, en Barrio Obrero, calle 14 con carrera 18,  ahí nos convoca este rebelde con causa para zarandear nuestras consciencias aletargadas del mas malo cine del mundo. El cine convencional que tan peligrosamente nos acostumbró a ser espectadores pasivos ante la molesta realidad. (Otto Rosales Cárdenas, ottorosca@gmail.com – Grupo de investigación Bordes, Universidad de Los Andes ULA – Táchira)

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