Antología de nóveles escritores: Andrea Stefhanía García (Poesía)

Literatura

Andrea Stefhanía García Delgado (San Cristóbal, 20 de septiembre, 1991) Estudiante del 5to año de Comunicación Social mención Humanístico. Colaboradora en distintas expresiones culturales. Sobre sus albores señala siempre he tenido un interés particular por la escritura, (…) desde muy pequeña escribía pequeños cuentos sobre mis mascotas o alguna fantasía para hacer “dormir” a mis muñecas. Siente especial afinidad por la poesía, particularmente “poemas viscerales ligados al amor en todas sus expresiones” “Soy partidaria en escribir únicamente lo que siento y lo que necesito expresar porque de palabras vacías está lleno el mundo (…). Me gusta hacer rimar ciertas palabras

Andrea Stefhanía García Delgado (San Cristóbal, 20 de septiembre, 1991) Estudiante del 5to año de Comunicación Social mención Humanístico. Colaboradora en distintas expresiones culturales. Sobre sus albores señala siempre he tenido un interés particular por la escritura, (…) desde muy pequeña escribía pequeños cuentos sobre mis mascotas o alguna fantasía para hacer “dormir” a mis muñecas. Siente especial afinidad por la poesía, particularmente “poemas viscerales ligados al amor en todas sus expresiones”Soy partidaria en escribir únicamente lo que siento y lo que necesito expresar porque de palabras vacías está lleno el mundo (…). Me gusta hacer rimar ciertas palabras y dependo netamente de la inspiración, eso de escribir todos los días como ejercicio diario nunca he podido llevarlo a cabo. También me encanta escribir y leer crónicas, la descripción y los recursos literarios empleados en una crónica me resultan fascinantes.”  Blog http://andreamers.blogspot.com/   Tu tiempo – Poema. Abriste los ojos y te volviste tiempo, comenzaste andar tan rápido que te salieron canas, has vivido tantas vidas que te detienes a querer sufrir en esta.   Tan tiempo eres, que caminas y el mundo se detiene a tu lado para verte pasar, Tan tiempo eres, que mi mundo anda más lento cuando me pierdo en ti, y me molesta que vas por la vida ignorando que el universo se expande y tú te expandes con él.   Y puedes ser todos y puedes ser nadie, y vas suspendido en el tiempo que creaste, andas a tu ritmo mientras las agujas del reloj chocan entre sí y los recuerdos se estrellan a los 90 grados mientas tu sonrisa colisiona conmigo a los 61 segundos del minuto en el que entraste a mi vida y como un choque arrazador, se detuvo el tiempo a contar los vidrios rotos.   Carta de Bienvenida. Todas mis letras cambiaron desde que te fuiste, es como si hubiese tenido que aprender a escribir de nuevo, ya no soy tan cursi o al menos intento no serlo, creo que estoy pensando más con la razón que con el corazón o el sistema límbico para ser más exacta. No es que me haya vuelto más racional es que ya no paso tanto tiempo pensando en ti y debo hallar otras fuentes de inspiración. Quería decirte que estoy bien, las cosas están menos desordenadas que antes, están tomando forma, consistencia, estoy más ocupada, aunque sigo durmiendo hasta las 12. El otro día me preguntaron por ti, sonreí, es inevitable no hacerlo, hay sonrisas que llevan tu nombre, sobre todo la que se marca más al lado izquierdo del cachete, sacándome un hoyuelo, como si allí vivieras, como si hubieses hecho tu madriguera en ese hoyuelo, para asomarte al escuchar tu nombre. Hoy amanecí recordando las veces que me tope contigo por accidente, en la calle, en el café, bajándome del bus; las veces que iba en el auto y te veía por ahí caminando, como si la vida me dijera una y otra vez, que serías el amor de mi vida… por un minuto. Y se me vino a la memoria el sueño que tuve donde sonreías y tus ojos brillaban como si explotaran mil estrellas, como si toda la luz del universo se encriptara en tus pupilas y sentí que me pertenecías… por un minuto… por un instante que creó en mi un sentimiento eterno, parecido a caer de un rascacielos sin miedo a chocarse con el suelo. Pero las cosas han cambiado, no mucho, no muy drástico, sigue haciendo calor por las tardes y frío por las noches, sigue lloviendo con sol, ¿y si me preguntas si te sigo amando? Sí, no puedo negarlo, sigo sintiendo esa sensación en la panza cuando te veo por allí caminando, pero comprendí que seguirás estando en todo, que seguirás viviendo en el hoyuelo de mi cachete izquierdo, pero esta vez distinto, porque ya no atacas mi sistema límbico. ¿Sonreíste verdad? Sé que lo hiciste, sigo prediciendo tu comportamiento, como que estás allí leyéndome, sabiendo que sigues rondando mi cabeza, que mis letras siguen llevando tu nombre, no todas, pero si algunas, que mis palabras no se “desordenan cuando intento hablar de ti”, sino por el contrario toman orden para salir una tras otra como una manifestación del preconsciente, como un impulso nervioso que no puedo controlar, como saber que a pesar de te quiero ya no te necesito en mi vida. Y no, esto no es una carta de despedida, por el contrario es una carta de bienvenida, porque al comprender que seguirás estando en todo también entendí que no puedo luchar más contra ti. Comprendí que seguirás en las cartas, en los poemas, en los versos, en los recuerdos, en mis palabras que crecieron contigo, que se transformaron en tantas cosas que son tuyas y mías, que aunque no estés aquí conmigo, lo estás… y por más de un minuto.   Caribeña – Poema. Despertar con el cantar de un gallo en plena ciudad, un gallo que canta todos los días a las 3:30 am, puntual, que advierte el latido de los perros de la cuadra, como si le dieran las gracias por despertarlos. El sonido burbujeante del agua dentro de la greca, el olor a café, a café dulcito… guayoyo. El cantar de los gorriones haciendo su nido en el árbol de cayeno, ese que está plantado a la entrada de mi casa. La palmera, el sol ardiente, el olor caribeño que sabe a mango fresco, que huele a playa. El cielo más azul del mundo, más azul que su reflejo en el mar profundo, el color canela de sus hombros dulces. La sonrisa de 7 perlas, el cacao oscuro de sus ojos. El calor inclemente de la tarde, la neblina besando el suelo por las noches. La sangre subiendo a los cachetes chapeados por el frío, el abrazo caliente de mi madre al llegar a casa. Los colores de la tarde y las lucesitas en la noche, danzando al son de las chicharras, titilando sus melodías de marzo. La brisa caliente como un beso del sol, la sonrisa de la luna mirando su reflejo en el pozo de río al comenzar la montaña. Tan seductora y valiente, tan inmortal y golpeada, llevo el olor a tierra mojada en el pelo, llevo la marca del sol en la piel, porque me dueles al centro y  a la izquierda, porque te quiero volando y libre. Andrea García  
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