Anderson Jaimes – El Pensamiento Religioso y sus Manifestaciones en los Habitantes del Noroeste del Estado Táchira

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Anderson Jaimes incursiona en las artes a través del teatro, camino que lo impulsará luego a saltar a las artes plásticas dibujando las fotografías de los montajes teatrales, en la búsqueda satisfactoria de la naturaleza teatral. Quiso orientar sus conocimientos sobre dibujo en la ancestralidad del jeroglífico con la traducción de los mitos y leyendas, que califica como conceptos lingüísticos de significado profundo.  Estudioso de la filosofía, se considera un artista visual que piensa en imágenes. El investigador del grupo Bordes, habla sobre el Pensamiento Religioso y sus Manifestaciones en los Habitantes del Noroeste del Estado Táchira para determinar varias

Anderson Jaimes incursiona en las artes a través del teatro, camino que lo impulsará luego a saltar a las artes plásticas dibujando las fotografías de los montajes teatrales, en la búsqueda satisfactoria de la naturaleza teatral. Quiso orientar sus conocimientos sobre dibujo en la ancestralidad del jeroglífico con la traducción de los mitos y leyendas, que califica como conceptos lingüísticos de significado profundo.  Estudioso de la filosofía, se considera un artista visual que piensa en imágenes.

El investigador del grupo Bordes, habla sobre el Pensamiento Religioso y sus Manifestaciones en los Habitantes del Noroeste del Estado Táchira para determinar varias características del tachirense, entre las que destaca su manera de traducir las tradiciones. Jaimes habla sobre tres momentos fundamentales que marcaron esta cosmovisión, la Religión (pensamiento) Ancestral, que tuvo dos influencias: el proceso de evangelización europeo y la modernidad de la contemporaneidad, las cuales han influido para que el tachirense tenga una determinada forma de pensar.

Una de las peculiaridades principales de la región tachirense es que es fronteriza, además es una región geográfica que debido a sus características naturales han hecho que el Táchira se convierta en una depresión, esta depresión se convierte automáticamente en un puente que otorga el encuentro de muchas culturas: para que alguien de los llanos pase por el lago de Maracaibo tiene que pasar por el Táchira, ejemplifica Jaimes.

Las manifestaciones religiosas

“Una de las propuestas de investigación que hemos estado desarrollando desde el museo del Táchira en el grupo Bordes ha sido partir del hecho arqueológico, de unas expresiones arqueológicas muy primitivas que son los petroglifos, las piedras grabadas con los grifos originales” explica el investigador sobre uno de sus últimos trabajos. Con esto trata de acercarnos a las lógicas que motivaron la alteración de esas figuras y de esos imaginarios que a su vez forma diferentes contenidos presentes en la cultura tachirense.

img_00378Jaimes comenta en su ponencia que el petroglifo está relacionado con unos espacios de rituales que se convierten en un punto de encuentro entre el presente y el pasado. Hay determinados sitios donde el tachirense tiene algunas formas de comportamiento distintas porque considera que son unos espacios sagrados, ya que están hechos para hacer determinados rituales, donde se adoptan unos comportamientos inconscientemente solo por el hecho de estar ahí.

El Museo del Táchira ha encontrado diferentes cimientos donde ha llevado a este grupo de investigadores a descubrir más sobre esta área que indican que determinado sitio es un “espacio ritual”. Estos mismos cimientos encontrados allí le dan cierta categoría entre espacios de conexión con el presente y el pasado.

Cuenta que las cuevas y la relación que existe con el inframundo es muy estrecha, donde dentro de ellas se consiguen elementos arqueológicos y tipos de cerámica muy particulares que remiten a posibles rituales y ceremonias. Para los habitantes de esos sitios ese lugar continúa teniendo toda esa carga sagrada, por eso escuchamos que dicen: “no entre por ahí porque va a escuchar cosas”, o inclusive a los lugares se les hace algún tipo de ofrendas.  Este tipo de creencias hacen que las personas que van allí reaccionen de manera determinada e implementen algunas normas de comportamientos distintas.

El petroglifo es una piedra sagrada porque fue tocada por los grupos originales, pero dentro de esta sacralidad se puede destacar unas figuras particulares que aparece dentro de él, que es la del “Chamán, los Mojanes o del Faraón”, en ellos hay una imagen poderosa que está mostrada en los jeroglíficos, lo que algunos investigadores han llamado sociograma, que es un dibujo de un elemento social, un personaje que dentro de la sociedad ocupaba un cargo muy importante, comenta el investigador.

“Chamán es el sacerdote, el mago, es una palabra para tratar de referir a las personas que ocupan estos cargos un sacerdote, el cual significa el curador de almas, es el intermediario entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, es el que sabe manipular los espacios sagrados y el simbolismo de la representación que en ellos hay”, dice Jaimes. Estos mismos son capaces de desdoblarse en el espacio para ir al espacio sagrado y al profano que son espacios cuantitativamente diferentes, es un personaje que, en la historia latinoamericana venezolana, está presente en todos los grupos regionales.

Creencias ancestrales

Sobre el Moján hay una persistencia en la cultura ritual tachirense, una de ellas es la insistencia en que aún existen chamanes, aún se habla de gente que ha huido y desde ahí han encantado los sitios. Aún permanecen personajes muy importantes como el curioso, el rezandero, aquel que soba con rezo, que mata gusanos con solo rezarlos. Los yerbateros, quienes manejan las plantas. Los sobanderos que curan caballos y mujeres embarazadas. Son las mismas cualidades que tenían los chamanes, pero divididas en ciertas especializaciones. Estos están presentes todavía en los comportamientos de las culturas venezolanas, en el plano consciente e inconsciente, explica Jaimes.

El petroglifo continúa dando una simbolización muy especial, como por ejemplo la fascinación por la serpiente parece venir de las “piedras de las serpientes”. Aún se llevan arraigadas ciertas creencias que vienen de los jeroglíficos, como el encantamiento que otorgan estos, los que producen ruido, los espíritus de los indios atrapados en ellos. Jaimes dice que “las piedras son expresiones simbólicas de los pueblos antiguos, este reconocimiento de que las piedras son un elemento en las comunidades andinas ha sido objeto de registro”.

Según varios especialistas en las piedras existe una hierofanía, que es una manifestación de lo sagrado que aún está presente, donde se dice que las piedras tienen atributos mágicos y que poseen el fenómeno de pareidolia, es aquel fenómeno psicológico generalmente asociado a las experiencias religiosas, donde podemos percibir un rostro o una figura animal en lugares inusuales. “Si una piedra parece un sapo se le llama la piedra del sapo, por parecerse a algo, más que todo se asocian a animales sagrados. Esto es una persistencia y permanencia de la religión indígena heredada por los ancestros” afirma Jaimes.

Mezcla de tradiciones

Jaimes comentó que cuando los españoles llegan ellos no tienen esta lectura que tenían los originarios, sino un pensamiento traído desde occidente, estos colonizadores van a intentar interpretar los comportamientos religiosos de los grupo originarios desde la visión del cristianismo y el catolicismo y lo primero que asumieron es que esos comportamientos eran obras del demonio, pensaban que los chamanes se comunicaban con demonios, y que cuando los indios bailaban imitaban los movimientos del demonio. Intentaban decir que los indios no eran religiosos y tenían un comportamiento animal. Quisieron negar toda la riqueza de un pensamiento antiguo religioso tratando de justificar que todos sus comportamientos no eran fieles a la religiosidad.

En 1547 ingresan los primeros Frailes al Táchira y con ciertos eventos se empieza a presentar el proceso de evangelización donde un cristianismo se mezcla con un ideal mágico.  “Se empieza a implantar un cristianismo con tintes mágicos, en el sentido de que se mezclan algunos elementos de las tradiciones originarias con las doctrinas cristianas que traen los conquistadores, estas generaron formas de pensamiento en la sociedad tradicional tachirense, una de ella es el bautismo”, dice Jaimes.

Jaimes anuda la rapidez con que esta mezcla cobró vida. “¿Por qué los grupos originarios se acercaron tan fácil al bautismo?”, se pregunta. El bautismo cristiano tenía algunos elementos que eran usados por los grupos autóctonos como el agua, en los exorcismos se usaba este elemento, por eso los indígenas se sentían identificados. Esto hacía que los autóctonos fueran dóciles a las prácticas del nuevo grupo de pobladores cristianos.

Luego la iglesia católica sufrió diferentes modificaciones después del año 50, pero antes de esto, las prácticas chamanísticas tenían un fuerte parecido a las cristianas, el sacerdote le colocaba un poco de sal al niño en la boca en el bautismo y esta era muy parecida a lo que el Moján hacía para curar algunas enfermedades de los niños. El sacerdote se mojaba de saliva los dedos y se los frotaba al niño en la oreja, era lo mismo que hacía el Chamán para algunos rituales de curación, por esta la adaptación que tuvieron a esta religión católica.

Jaimes finaliza con la siguiente reflexión: “esta investigación es llevada a cabo para reconocer y entender una cultura que busca dar respuesta a lo que siempre hemos estado buscando, como autóctonos de la cultura tachirense hemos querido saber de dónde vienen nuestras tradiciones”. (Anfer Chavez Contreras)

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